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Vivir es cosa de Dios o la premonición de un suceso

Luis Antonio Chávez

Escritor y periodista

 

Es una mañana gélida de noviembre. En Honduras y El Salvador acabamos de sobrevivir a una semana impregnada de tormentas y huracanes, lo cual, quiérase o no, mantiene en zozobra por lo que puedan causar dichos fenómenos naturales…

Luego se vino una jornada de tensión porque un grupo de hondureños formó una caravana con la esperanza de llegar –a pie o pidiendo “ride”- a los Estados Unidos, eso alejó un poco la entrevista.

Veo el poemario “Vivir es cosa de Dios”, escrito por el joven poeta hondureño ya fallecido, Ilich Lazo Soto, el cual fue publicado por Ediciones Rebelde póstumamente y se vienen hacia mí un cúmulo de sensaciones que desbordan la dermis de un lector de poesía de todo género; pero en este libro hallo imágenes que me transportan hacia otros derroteros.

Ilich Lazo Soto falleció hace dos años en el país vecino e intuyo que imaginaba su paso al más allá, lo cual deja sentir en cada uno de sus textos poéticos.

César Lazo, un hombre de letras y quien fuera devastado por la muerte de su hijo, está conectado en el chap. Después del saludo, hablamos de nuestras familias; le pregunto por Nelda, su esposa, y él por Nancy, también por mi hija, Valentina.

Sondeo sobre la posibilidad de una entrevista y en un momento dado abordamos el tema de la poesía, terminando con las sensaciones que lega y lo que el poeta Ilich Lazo Soto dejara plasmado en su libro.

A continuación damos a conocer ese sentimiento que de desborda como un torbellino.

César Lazo, tengo la inquietud acerca del libro escrito por tu hijo Ilich Lazo Soto, y creo que vos, como hombre de letras, le podés dar la dimensión que espero: ¿Por qué del título?

R: Primero debemos aclarar que hicimos esta publicación póstuma para evitar que se perdieran sus poemas dispersos que logramos compilar. Él siempre se negó a publicar. Escogimos el título porque uno de los poemas se titula “Vivir es cosa de Dios”, y también porque él rechazaba la idea del suicidio y nos decía que vivir es cosa de Dios, tal como lo expresa el poema en su contenido.

Aunque el título es subjetivo, ¿qué se viene a tu mente?

El título para mí tiene una connotación teológica en cuanto nos hace reflexionar en la eternidad de la vida a través del Creador. Se viene a mi mente uno de sus versos: La vida es una repetición que no cesa. Sé y estoy consciente, en este caso, que el poeta escribió a partir de su experiencia existencial, desde su propio sufrimiento a causa de la enfermedad, pero a la vez de su deseo interior por vencer a la muerte, a la que se enfrentó de pie, esperando el final del túnel. A pesar del dolor se negaba a decirle adiós y rechazó el suicidio, porque creía firmemente que “vivir es cosa de Dios”.

En uno de los versos de Ilich impresos en este libro, leemos lo siguiente: El camino que me tocó recorrer se ha hecho corto. / Mi tiempo es efímero en este lugar. ¿A qué crees que se refería el poeta?

R: No creo que en este poema se refiriera a la muerte como tal. Interpretado desde el contexto del texto, se refiere a su incapacidad o más bien discapacidad para engendrar un ser que hiciera posible que su estirpe se sucediera en el tiempo. En este poema expresa el dolor y el desespero por no tener hijos. Se queja diciendo: Mi árbol no ha florecido, no ha florecido mi árbol.

En este poemario hay mucha metáfora que hace alusión a la muerte, veamos: Le tengo pavor a la muerte que se me acerca/ con su estúpida coquetería. ¿Qué respuesta tienes al respecto?

R: Él se enfrentó a situaciones de peligro a consecuencia de la violencia criminal. Además de la represión contra la Resistencia después del golpe de Estado. Fue asaltado varias veces por hampones armados. Los ladrones lo despojaron de un vehículo a punta de pistola. En cierta ocasión al salir de un restaurante acompañado de tres amigas, fueron asaltados en el estacionamiento por un grupo de criminales y a él lo golpearon y lo metieron en el baúl del carro. De ahí supongo que él creía que la muerte andaba merodeando a su alrededor. No debes de olvidar que San Pedro Sula ha sido una ciudad con un alto índice de criminalidad. Aquí la gente ha vivido en zozobra, aterrorizados por criminales y por el terrorismo de Estado; el miedo a ser asesinado es cotidiano.

Sigo leyendo el poemario, y me encuentro con las siguientes líneas: La vida es inexorable, aunque el morir/ cabalga en el reloj que nunca se detiene… recapacito, y lo contraataco: Aunque Ilich estaba muy joven cuando falleció, en este poemario siento a un hombre vivido, que sabe que está próximo a morir, y le tiene miedo a irse con Thanatos.

R: Creo que él, como la mayoría, le tenía miedo a la muerte, es algo instintivo. Estoy seguro que cuando le tocó enfrentarse a lo inminente luchó para evitarlo. Estaba consciente de la proximidad del fin del camino. Pero no escribió estos versos por temor, intentaba filosofar a través de su poesía. Siempre me decía: “Somos una consecuencia de la muerte. Se muere para que otros vivan es una necesidad que queramos o no, hace posible la continuidad de la vida”.

Se dice que el poeta se proyecta hacia el futuro, ¿será por eso que en el poemario encuentro muchas premoniciones?

R: El tema de la muerte es tratado en varios de sus versos, pero siempre en conexión con la vida. Por ejemplo: La vida es inexorable, aunque el morir/ cabalga en el reloj que nunca se detiene. La vida continuará su curso, aunque tú me olvides. Es decir, la vida aún después de la muerte será vida y se prolongará en lo infinito del tiempo. También escribió: Vive en el amor, porque la vida es un poema en los labios de los que aman.

En el poema Guerrero, encuentro una voz acompasada, reflexiva, es el canto de un hombre que lucha por la vida, pero que a la vez está consciente que somos aves de paso: “Un día me di cuenta/ que no soy un sobreviviente más, / sino un valiente guerrero que jamás se rindió”.

R: Él era alegre, amaba la vida, luchaba por la vida. La verdad que su poesía conlleva a la reflexión sobre la existencia porque La vida es una repetición que no cesa.

Cierro mi entrevista con una inquietud muy grande, ya que el poemario de Ilich Lazo Soto tiene mucha filosofía de la vida y del mundo, pese a la corta edad en que dejó lo físico para fusionarse con la aurora.

A continuación extraemos una muestra de su canto para dejar constancia de ese sentimiento acunado que nos lega este poemario impregnado de filosofía:

LA FELICIDAD NO SE BUSCA EN EL CIELO

Detener la marcha en el

sendero por agotamiento o frustración

es olvidar la forma y la esencialidad del amor;

es perder la oportunidad de obtener la eternidad,

es olvidar que la vida es una canción,

un poema en el árbol que florece,

una danza en el ritmo de las cosas,

un beso en los labios de una muchacha,

o el sabor de un café a las tres de la tarde.

Detenernos sin haber llegado a un destino,

es olvidar que la felicidad no está en el cielo

sino en cada momento de nuestra existencia.

Guerrero 

Un día me di cuenta

que no soy un sobreviviente más,

sino un valiente guerrero que jamás se rindió.

VIVIR ES COSA DE DIOS

Tantas noches de lágrimas y de fría oscuridad;

el calor más cercano era el de la soledad.

Pero sigo de pie, esperando el final del túnel.

El silencio entre silencio de cada día me llena de fuerza

y los errores tras errores huyendo de la realidad,

a la que quizás no le caigo bien.

Tal vez me sobra el dolor;

me falta el valor para decirles adiós;

pero, vivir es cosa de Dios.

(30, julio, 2015)

MIRAR EL DOLOR EN LOS OJOS AJENOS

Desde los ojos ajenos no tengo por qué preocuparme;

cómo que si tuviera que llevar bordados

en mi pecho los demonios con letra escarlata.

Según ellos lo tengo todo resuelto,

no tengo hijos, no tengo preocupaciones;

asumen que, si ellos no pueden mirarlo, no existe.

Cómo que si el dolor no existiese

a no ser que sangres o tambalees.

Pero a veces los peores demonios son los que no se ven.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.