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La Asociación de Mujeres Ambientalistas de El Salvador y pescadores del caserío Las Cuevitas denuncian la muerte de cientos de tilapias que tenían para comercializar. Foto Diario CoLatino /cortesía

Viveros en Lago de Güija afectados por muerte de cientos de peces

Gloria Silvia Orellana
@Diario CoLatino

“Esto ocurrió entre el lunes y martes de esta semana, por la llovedera que se dio al lado de Guatemala (producto del huracán Celia), y, como estamos a 14 kilómetros de los cultivos de las meloneras y la mina Cerro Blanco (río Ostúa), que tienen químicos tóxicos que cae al lago de Güija, y esas aguas se desbordaron y nos mataron los peces”, aseguró Maximiliano Pérez, pescador y habitante del caserío Las Cuevitas, de Metapán, Santa Ana.

La denuncia fue difundida junto a la Asociación de Mujeres Ambientalistas de El Salvador, que demandaron del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) intervenir con una inspección e investigación sobre el estado de las aguas en el lago de Güija, tributario del río Lempa, aguas de las que dependen 5.4 millones de habitantes de Guatemala, Honduras y El Salvador. “Esta mortandad de pescados, decimos nosotros, que es un síntoma de lo que hará esa minería con sus químicos en el lago de Güija y el río Ostúa de Guatemala. De aquí, solo el caserío Las Cuevitas que tenemos nasas flotantes (viveros de peces) son dos familias que hemos perdido todo, pero hay otros en otras zonas que pasamos son 50 familias que están en el desagüe, en Azacualpa, que lo perdieron todo”, afirmó.

“Ayer, un conocido me informó que perdió 500 quintales de peces de a libra, que ya los tenía para poderlo sacar y todito se les murió, tenía otros más pequeños porque en cada nasa flotante se tienen distintos tamaños de peces, porque es una siembra escalonada para no quedarse sin nada y venderlo por partes al mercado”, acotó Pérez.

La “Oreochromis niloticus” o tilapia son peces tropicales robustos que tienen una rapidez de crecimiento y se conocen por colonizar diversos ambientes acuáticos, por lo que muchos de los pescadores de la zona los cultivan para generar ingresos económicos a sus hogares, lo que ha generado incertidumbre a los pobladores porque ese sustento lo han perdido por el momento.

“Ellos venden a 1.25 la libra de tilapia, y este vecino perdió varios quintales de a libra, solo imagínese las pérdidas para estos compañeros. Hasta a la vez, no ha venido nadie (del gobierno) a investigar esto. Nosotros teníamos una reunión con la organización de las Mujeres Ambientalistas, en Metapán, y de Asunción Mita (Guatemala), y expresaron su preocupación por esto. Se han tenido que echar en sacos y enterrarlos, pero no sabemos si el agua ya se recuperó o no”, señaló Pérez.

De la misma forma, afectaría también el consumo de agua de las comunidades circundantes del lago Güija, entre las fronteras de Guatemala y El Salvador, señalando que esta situación fue provocada por el Huracán Celia, que generó el aumento de lluvias contaminando las aguas del cuerpo de agua por el arrastre de agroquímicos de las meloneras y los metales pesados y aguas termales que provendrían de la minería metálica en Guatemala.

“Como le digo, no solo sería afectado el lago de Güija, recordemos que el Güija sustenta al Cerrón Grande, al Bajo Lempa, todo eso sería contaminado y por eso hemos denunciado está situación, hay muchas causas que pueden existir muchas causas para la muerte de estos, peces, como las lluvias del huracán Celia, las escorrentías en tierras de monocultivos como las meloneras que son cultivos y aguas tranfronterizas”, agregó Pérez.

La Asociación de Mujeres Ambientalistas de El Salvador señaló que estos agroquímicos, que por las lluvias llegaron y se concentraron en las aguas de Güija, se convirtieron en un caldo de pesticidas, herbicidas y abonos químicos que terminaron con la vida de miles de peces.

“En estos casos aumenta la toxicidad, y el al estar en contacto con el agua se da una demanda bioquímica de oxígeno y los peces mueren por asfixia o envenenados por los agro tóxicos asociados a esto que desde hace más de 12 años la mina está vertiendo aguas termales a este mismo río Ostúa, que tributa al lago Güija”, explicó.

Ahora bien, pese a que la Mina Cerro Blanco aún no está extrayendo los metales preciosos como oro y plata, así como sus vertidos de cola (lodos y depósitos de mineral molido) , las ambientalistas consideraron una situación “altamente peligrosa” y debe servir como una alerta a la situación que va enfrentar los ecosistemas y población por el vertido de esas aguas.

“Si la mina Cerro Blanco obtiene los permisos ambientales y comienza el proceso de extracción de oro o plata, la vida acuática estará más expuesta a situaciones como la que ahora ha dejado sin el sustento a muchas familias de los alrededores del lago de Güija”, puntualizó.

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