Roma/Prensa Latina
Oscar Redondo/Corresponsal
En 1984 el Comité del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) consideró a Ciudad del Vaticano como Patrimonio de la Humanidad, dada su relevancia histórica, espiritual y artística.
Ese Estado soberano independiente, ubicado dentro de la ciudad italiana de Roma, reconocido como el más pequeño del mundo con sus apenas 0,44 kilómetros cuadrados, y actual sede de la Iglesia Católica, se convirtió así en el único en todo el planeta que ostenta íntegramente tan alto título conferido por esa institución internacional.
Valores artísticos y arqueológicos
La Ciudad del Vaticano, rodeada por sus murallas y abierta a Roma a través de la columnata de San Pedro, contiene dentro de sus límites obras maestras e instituciones vivas que dan testimonio de la singular continuidad del papel crucial que ocupa este lugar en la historia de la humanidad.
Es considerada como centro de la cristiandad desde la fundación en el siglo IV, por el emperador Constantino, de la antigua Basílica de San Pedro, cuyos restos aún se conservan debajo de la iglesia actual, finalizada en el siglo XVII.
El Vaticano, sede permanente de los pontífices, es a la vez una ciudad santa para los católicos y un importante yacimiento arqueológico de los tiempos del Imperio Romano, uno de los principales referentes culturales de la humanidad, por sus valores arquitectónicos y artísticos excepcionales.
Basílica de San Pedro
En el centro de esta ciudad-estado se ubica la Basílica de San Pedro, el edificio religioso más grande del mundo, fruto del genio conjunto de Donato d’Angelo Bramante, Rafael Sanzio, Miguel Ángel Buonarroti, Gian Lorenzo Bernini, Carlo Maderno y Giacomo Della Porta, con su doble columnata y su plaza al frente, circundada de majestuosos palacios.
La construcción de la basílica, entre 1506 y 1626, fue encargada inicialmente a Bramante, pero tras su muerte el proyecto pasó a manos de Rafael, y asumido luego de su fallecimiento por otros arquitectos, hasta que finalmente fue asignada a Miguel Ángel, creador de su gran cúpula, la más alta del mundo.
A este último se debe además una de las esculturas más importantes del lugar: La Piedad, mientras que Bernini fue el creador del impresionante baldaquino de bronce macizo que se sitúa directamente bajo la cúpula de la basílica, cuya circunferencia solo es superada por las del Panteón de Agripa y la del Duomo de Florencia.
Plaza de San Pedro
Resalta en el espacio vaticano la Plaza de San Pedro, también obra principalmente de Bernini, de forma ovalada, cuyo centro es marcado por un gran obelisco egipcio, con fuentes a cada lado.
Se encuentra flanqueada por dos hileras dobles de columnas de mármol de forma semicircular, de una gran sencillez y sobriedad, con unas 140 estatuas de santos que desde su parte superior asombran a los miles de visitantes que diariamente llegan al lugar.
Palacio Apostólico Vaticano
El Palacio Vaticano es el resultado de una larga serie de ampliaciones y modificaciones mediante las cuales, desde la Edad Media, los Papas rivalizaron en magnificencia.
El edificio original de tiempos de Nicolás III, primer papa en residir de manera permanente en el Vaticano entre los años 1277 y 1280, se amplió durante los siglos XV, XVI y XVII con el trabajo de grandes maestros, por lo que contiene ejemplos icónicos de las artes del Renacimiento y del Barroco.
Biblioteca Apostólica Vaticana
En 1475, el papa Sixto IV fundó la Biblioteca Apostólica Vaticana, la primera en Europa que fue abierta al público, con valiosas colecciones de libros, manuscritos, grabados, dibujos, monedas y artes decorativas que aumentaron constantemente a lo largo de los siglos, convirtiéndola en un invaluable depósito de la cultura humana.
La Biblioteca Apostólica Vaticana atesora actualmente aproximadamente un millón 600 mil volúmenes impresos, antiguos y modernos, nueve mil incunables, unos 150 mil códices, así como alrededor de 80 mil manuscritos, y entre las piezas más famosas que allí se conservan se encuentra el Códice Vaticano, del siglo IV, la Geografía de Ptolomeo y una Biblia de Gutenberg.
La Capilla Sixtina
La Capilla Sixtina lleva ese nombre en recordación del papa Sixto IV, cuyo pontificado duró desde 1471 hasta 1484, quien hizo renovar la antigua Capilla Magna.
La espléndida decoración de sus paredes data precisamente del siglo XV e incluye los falsos cortinajes, así como las Historias de Moisés y de Cristo, junto a retratos de pontífices, y la ejecución de esas obras estuvo a cargo de Pietro Perugino, Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio y Cosimo Rosselli.
En su bóveda, Pier Matteo d’Amelia pintó un cielo estrellado, mientras que los frescos comenzaron a dibujarse en 1481 y se terminaron un año después, tras lo cual Sixto IV consagró y dedicó la nueva capilla a la Asunción, pero más tarde Julio II decidió cambiar la decoración y encargó tal tarea a Miguel Ángel Buonarroti en 1508, quien completó la obra en octubre de 1512.
Los nueve paneles centrales representan las Historias del Génesis, desde la Creación hasta la Caída del Hombre, el Diluvio y el posterior renacimiento de la humanidad con la familia de Noé, y entre 1536 y 1541 Miguel Ángel agregó la famosa pintura del Juicio Final, que adorna la pared del altar.
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