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Un(o) testimonio del otro: 7 de septiembre XII

Caralvá

Intimissimun

En poco tiempo la Clínica de AGEUS era un centro de atención popular, ahí se brindaba ayuda general.

Un día las fuerzas de seguridad también concurrieron a visitarla, aquellos años de finales de los años setentas, un vehículo tipo jeep penetró en la universidad y desde la calle interna junto a la Facultad de Derecho,  disparó contra la clínica, las balas hacen un ruido de ruptura al penetrar las frágiles paredes, las detonaciones son percibidas a distancia, mientras la gente huye por todos lados, te das cuenta del estampido y a tu lado a la altura de tu cabeza la perforación a unos cuantos centímetros, luego otra y otra que recorre la pared, entonces al suelo… el caos desatado en la Universidad.

De tus actividades que supones son inofensivas, las fuerzas de inteligencia te ubican como enemigo principal, desde luego porque asistes a los enfermos en los refugios de San Salvador, son sitios de ayuda y atención para los que huyen de los combates en el campo, el Arzobispado es la institución que atiende a cientos de desplazados. Son familias, niños, ancianos que viven hacinados en esos lugares, la Iglesia católica te llama a colaborar.

Ahí te encuentras con amigos de toda la vida, Ernesto, Luisa, además Francisco Román compañero médico, con su alto espíritu humanitario.  Siempre luchó al lado de los desprotegidos, gran amigo. El cura que coordina es un notable ejemplo de solidaridad el padre Octavio, un ejemplo de fraternidad hacia los pobres, con una fe ejemplar.

Si todo aquello era la guerra, aún faltaba un combate con el destino que reclamaba mis huesos para siempre.

Así fue esa historia del día de mi boda: aquel día transcurre con mucha prisa, mientras el tiempo se burla de nuestros intereses.

Llega la noche, la misa oficiada por el Cura Octavio, tiene un coro compuesto de los compañeros de mi madre, que perteneció por años al Coro de la República, así que las grandes composiciones de Bach, Schubert, Mozart o la marcha nupcial de Félix Mendelssohn, fueron un apacible campo de notas matrimoniales, entre los asistentes la mayoría doctores y doctoras identificados por la innegable acción social que requería la historia de los fulgurantes años ochenta.

Aconteció la boda en un sitio distal donde se reunirían las familias a celebrar, la unión de dos seres que no sospechaban su destino en las siguientes horas, era el 7 de septiembre de 1981, días en que existía el toque de queda, implantado desde las 9 de la noche hasta las 6 de la mañana, eran tiempos difíciles.

Transcurrió el tiempo, pero los invitados poco a poco se fueron retirando ante la orden del ejército de no permitir reuniones, tampoco que las personas salieran de sus casas, así unos minutos antes de la hora caminamos hacia el departamento.

Como no pudimos encontrar una casa a nuestro gusto, solo rentamos un pequeño departamento a media cuadra de la casa de mis suegros.

Caminamos con la alegría de un encuentro esperado, la vida floreciente en medio de tan agitado panorama bélico, pensando que pronto estaría de nuevo en los campos de batalla en las montañas.

Transcurrió poco tiempo, para que una columna de soldados con vehículos blindados y un camión militar, invadiera toda el área residencial, soldados con trajes de fatiga en camuflaje, armados completamente, rodeando todas las residencias, entonces me asomé por la venta y vi el desplazamiento impresionante.

A nuestro lado el ruido del asalto a las casas vecinas fue contundente, caían latas y ruidos sonoros en el asalto de la soldadesca sobre los muros…

Acostumbrado a las peripecias de la guerra, recordé escenas de las mejores películas de Hollywood, como “Apocalypse now” (Francis Ford Coppola, 1979) ahí aquel soldado -Tl.Col. Bill kilgore- se pasea en medio de los combates de pie, mientras sus compañeros en el piso se aferraban a la vida, algo así pasaba por mi mente, ahora que lo pienso estaba tan loco como él.

La extraordinaria coincidencia de una boda, una incursión letal del ejército, una hora exacta, unos pasos de diferencia entre la vida y la muerte, todo en una simple fecha: 7 de septiembre… parecía una sincronía de otro mundo.

amazon.com/author/csarcaralv

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