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Una reflexión más sobre la pobreza

Nelson López*
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Hoy no solamente es de ver la pobreza que nos hace votar por la suciedad y las inundaciones, sino que es de aprender de aquello que comparativamente nos muestra las diferencias entre las conductas de una sociedad que marcan las bases del desarrollo humano y, si al caso, lo que damos a llamar “calidad de vida”.

Hoy compartimos un tema que por interesante creemos les nutrirá de conocimiento a partir del mismo tema que un amigo nos hizo llegar para difundirlo y que quede registrado en el papel.

La diferencia entre los países pobres y los ricos no es la antigüedad del país.

Lo demuestran casos de países como India y Egipto, que tienen miles de años de antigüedad y son pobres.

En cambio, Australia y Nueva Zelanda, que hace poco más de 150 años eran casi desconocidos, son hoy, sin embargo, países desarrollados y ricos.

La diferencia entre países pobres y ricos tampoco está en los recursos naturales con que cuentan, como es el caso de Japón, que tiene un territorio muy pequeño del cual el 80% es montañoso y no apto para la agricultura y ganadería. Sin embargo, es una potencia económica mundial, pues su territorio es como una inmensa fábrica flotante que recibe materiales de todo el mundo y los exporta transformados, también a todo el mundo, logrando así su riqueza.

Por otro lado, tenemos una Suiza sin océano, pero tiene una de las flotas navieras más grandes del mundo; no tiene cacao pero tiene el mejor chocolate del mundo; en sus pocos kilómetros cuadrados, pastorea y cultiva solo cuatro meses al año, ya que el resto es invierno, pero tiene los productos lácteos de mejor calidad de toda Europa.

Al igual que Japón, no tiene recursos naturales, pero da y exporta servicios, con calidad difícilmente superable.

Es un país pequeño que ha vendido una imagen de seguridad, orden y trabajo, que lo han convertido en la caja fuerte del mundo. Tampoco la inteligencia de las personas es la diferencia, como lo demuestran estudiantes de países pobres que emigran a los países ricos y logran resultados excelentes en su educación.

Otro ejemplo son los ejecutivos de países ricos que visitan nuestras fábricas; al hablar con ellos nos damos cuenta que no hay diferencia intelectual.

*La ACTITUD de las personas es la diferencia*

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