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Una de las motivaciones de mi vida: La Política

Roxana Batres

La política motiva mi vida”, afirma Marchelly sin medias tintas. “Desde que me despierto hasta que me acuesto pienso en que se puede hacer política más inclusiva y participativa. Para mí ese ideal lo es todo”. Tiene 35 años, nunca ha militado activamente en una agrupación política, hasta que se le presentó este reto. En su caso se trata de Cambio Democrático (CD), pero comparte inquietudes con muchos otros “compañeros” –como ella se refiere siempre a los militantes de otros partidos–. Su ambición, dice, es transformar la sociedad, algo que en su opinión solo se puede hacer a través de las instituciones. Y es algo que aprendió de pequeña, cuando sus padres, dos luchadores magisteriales de la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños (ANDES 21 DE JUNIO), le hablaban de justicia social, de sectores abandonados por la clase política.

Marchelly reconoce que en su casa fue instruida con la filosofía “Social Demócrata”, pero en cuanto hablas con ella te das cuenta de una cosa: su vocación es genuina, no se trata de un discurso elaborado. Ella realmente cree que la política puede estar al servicio de la gente y que es necesaria para que la sociedad cambie. Su idealismo salta a la vista, pero, aunque no lo admita abiertamente, también se puede ver su frustración. No es fácil hacer política en un país altamente machista. Y las jóvenes críticas, y Marchelly lo es, no acaban de encajar en las estructuras ortodoxas de los partidos.

En todo momento Marchelly se muestra dispuesta a hablar sin medias tintas de la situación de las mujeres y los jóvenes en El Salvador y me invita a revisar las cifras de estos sectores, para adentrarme en la dura realidad que viven estas poblaciones. Con la intención de darle color al asunto le pregunté ¿por qué de suplente y no de titular? ¿por qué con el CD? En este país para participar de titular debes haber militado en el partido, tener cuello o tener dinero para financiar tu campaña, y yo no cumplo con ninguna de ellas, me aseguró. He recibido invitaciones de más de tres partidos de derecha, sin embargo, no me veo en esos institutos políticos. Mientras que Cambio Democrático es un partido pequeño, pero me identifico con su ideología, tienen una opción por los sectores vulnerables de la sociedad y por ellos he aceptado el reto político partidario. Ella está consiente de que CD es un partido modesto y que su participación como diputada suplente está cuesta arriba, pero confía en que la población hará uso del voto razonado en las elecciones del 4 de marzo.

“Estás con nosotros o estás contra nosotros”, esta es una frase que Marchelly ha escuchado de algunos allegados y otros no tan allegados, quienes no solo se molestaron al saber de su candidatura, sino que intentaron bloquearla, me aseguró sin brindarme detalles. Esto nos sirve para ilustrar la cruda realidad del funcionamiento de la mayoría de partidos políticos en el país.

Hay una anécdota que sirve muy bien para explicar cómo funcionan los partidos políticos, no solo en El Salvador sino en el mundo. La historia de un inexperto diputado conservador británico que se sentó al lado de Winston Churchill (considerado uno de los grandes líderes británicos de tiempos de guerra) el primer día que acudía a la Cámara de los Comunes. Este le comentó a su líder, señalando con el dedo la bancada de los laboristas: “qué alegría estar aquí a su lado, con el enemigo enfrente”. Churchill, que siempre tenía una respuesta para todo, le contestó enseguida: “no se confunda, joven, los que tiene usted enfrente son los laboristas, que son sus adversarios. Los enemigos los tiene usted aquí detrás, en su propio partido”.

Para los jóvenes y mujeres de hoy el asunto es aún más complicado. No solo tienen que enfrentarse a las “ideologías partidarias”, también tienen que dar la cara ante sus amigos, sus compañeros de trabajo, e incluso, su familia, que no entienden cómo alguien puede inclinarse a hacer política partidaria en estos tiempos en los que la gente no cree en los políticos. No es fácil defender y construir una imagen política positiva, máxime cuando en muchas ocasiones los políticos le han fallado a la gente que confió en ellos, o cuando ni siquiera estás de acuerdo con las decisiones que se toman en las cúpulas partidarias. Es un dilema con el que tiene que convivir día a día una joven política. Y no es fácil.

“Algunas veces me he sentido parar”

¿Cómo se asciende en política? Marchelly es clara al respecto: “hay gente que está porque tiene méritos para sus candidaturas, pero hay muchas otras que están por dedazo, porque son controlables o porque tienen vendida su lealtad al compadrazgo”. Y la realidad es que esta gente es la que suele imponer sus criterios. Los desacuerdos en los partidos, reconoce Marchelly, no suelen ser ideológicos, sino sistémicos, y gana quien más “amigos” tenga.

En política “hay muchos filtros y solo llega arriba la gente de ‘confianza’”. En su opinión, las cúpulas de la mayoría de partidos están alejadas de la realidad. Los jóvenes y las mujeres tienen que encajar en la burocracia del partido si quieren llegar lejos: “no es que las cúpulas no sean democráticas, sino que se rigen por intereses de pequeños grupos que dominan a los partidos”.

Esto hace que los partidos acaben alejándose de los problemas que realmente importan a la ciudadanía: “muchas veces se da prioridad al debate interno sobre la actividad externa. Pierdes un poco el análisis de la realidad. Estás con gente que tiene el mismo discurso y te alejas de la realidad que aqueja a la gente”.

Suspenso en política

¿Por qué en el país son tal mal vistos los políticos? Está claro que hay muchos señalamientos de corrupción, de errores grasos de algunos políticos, y que los partidos se han cerrado en banda a la sociedad, pero en El Salvador el discurso antipolítico no ha calado en nadie. Muchos salvadoreños se niegan a ver una alternativa y simplemente se limitan a quejarse en las redes sociales y, como mucho, a acudir de vez en cuando a una manifestación. Otros, los menos, optan por las formas de participación “no convencional”, al margen de los partidos.

Si toda esa gente se diera cuenta del poder que tienen y se pusieran de acuerdo para votar a un partido minoritario como CD, este ganaría la mayoría de curules en la Asamblea Legislativa y en los municipios el próximo 4 de marzo. “En San Salvador departamento en 2015 votaron 585 mil 819 personas del millón 367 mil 842 de actas para votar”, comenta Marchelly. “La abstención fue de 782 mil 022 punto 2 personas. Es decir, si toda esa gente se pusiera de acuerdo para votar a un partido minoritario este gana la mayoría de puestos. ¿Por qué no lo hacen? Es más cómodo dejar la responsabilidad a los votos duros”, afirma.

La conversación finaliza y abandonamos el café en el que nos reunimos. En la entrada hay una pequeña barra donde hay un grupo de gente bebiendo café que se despide de Marchelly. “¿Son tus amigos?”, pregunté. “No”, contesta Marchelly, “los conozco porque vengo seguido aquí, pero la mayoría son de derechas”. La política está llena de paradojas.

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