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Soy salvadoreño, soy guanaco

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Soy salvadoreño, buy soy guanaco, soy invencible, cabrones, todos los días me peleo a muerte con perros jiotosos, chicungunyas azules, tigres verdes, tacuazines y dragones, los que, como si fuera su inexcusable encomienda, me roban a diario los tres tiempos de comida y me juegan la pírrica merienda. Soy salvadoreño, soy guanaco, soy un macho indomable, maricones, y para que lo sepan no le tengo miedo a la policía ni tampoco a los ladrones, porque desde hace más de siglo y medio que soy gobernado por estúpidos tricolores y hampones que me han dejado sin tierras, sin gallinas, sin huevos y sin pantalones; sin haber desayunado aceite ni tomado agua de menta con sangre de serpiente coralina, soy capaz de salir limpio de drogas en los exámenes de orina y mi carro camina sin ponerle gasolina. Soy salvadoreño, soy guanaco, soy invencible, hijos de puta, conozco desde los suburbios de Tokio, las cárceles de Siberia, las asambleas legislativas del otro mundo, los lupanares de Los Ángeles, las Cortes Supremas de Justicia de los botaderos y hasta las calles amarillas de Calcuta, conozco todo el mundo porque soy un indocumentado sin papeles ni rumbo y puedo preparar la comida más suculenta hasta en un cumbo. Para ganarme la vida soy capaz de caminar sin tambalearme sobre un alambre mohoso y cargo a diario miles de libras de cemento y boletas de empeño porque soy el más fuerte de los mozos.

Soy salvadoreño, soy guanaco, soy inconfundible, soy un exiliado, conozco todos los rincones de este mundo sin haber salido del país ni por un segundo; hago viajes a la luna en carros viejos sin necesidad de visa ni papeles, puedo hablar de todos los temas sin haber tocado jamás una tiza y puedo ser un genocida sin haber vivido en los cuarteles. He cruzado a pie todos los desiertos, fronteras, cerros y pantanos del planeta sin morir de sed y puedo dormir a placer hasta en una gélida cuneta; he tenido todas las enfermedades conocidas y extintas y jamás me incapacito, puedo morir todos los días de hambre porque al siguiente día resucito.

Soy salvadoreño, soy guanaco, soy imbatible, soy blindado, camaradas, puedo caminar en el asfalto hirviendo sin necesidad de usar calzado; soy el único ser humano anfibio, puedo respirar humo negro, engordar sin probar alimento y beber agua con mierda; puedo caminar a la derecha con los pies apuntando hacia la izquierda. Soy a prueba de balas, de misiles, de préstamos usureros, de diputados y de ladrones millonarios, soy inmune al fuego del infierno y a la miel del paraíso terrenal, un bote de pega es lo que me libra por las noches de todo mal y el filo del cuchillo se termina en el borde mi piel.

Soy salvadoreño, soy guanaco, soy un genio que duerme en las calles desoladas, compatriotas, mi inteligencia es más profunda que el mar tenebroso y puedo hacer de la miseria consuetudinaria un eterno gozo; puedo inventar mil excusas sin saber leer ni escribir, puedo morir estando vivo sólo para que todos hablen bien de mí. Puedo desactivar la alarma de un carro en un minuto y fabricar agua potable del río sucio en el que a diario me reflejo sin haber estudiado en la universidad, puedo dormir bajo las tormentas sin mojarme y hallar siempre a otro que sea más pendejo.

Soy salvadoreño, soy guanaco, soy ciudadano de todos lados y de ninguno, hermanos. Hablo en cualquier idioma con sólo oír tres frases y una puteada, tengo mi propio abecedario y también mi propio calendario. Puedo ver de noche sin usar una linterna; como piedras, basura, desperdicios tóxicos, ceniza y hasta semillas de paterna. Puedo caminar descalzo sobre el asfalto hirviendo sin quemarme ni quejarme, puedo soportar una fiebre de cuarenta sin tomar una aspirina, hablo de todo y hacer sugerencias hasta de lo que no entiendo. Soy inmune a la muerte porque en mi sangre en vez de glóbulos rojos circula penicilina. No necesito bendiciones ni escapularios para salir a la calle, soy capaz de mantener limpio mi nombre a pesar de las calumnias del rosario, puedo alejar una tormenta con solo soplar el cielo, puedo caminar sobre el agua y respirar bajo el hielo, mi aliento huele a menta sin lavarme los dientes porque soy un ser humano que lo puede hacer todo… todo menos castigar a quien le miente.

Soy salvadoreño, soy guanaco, soy un creyente cotidiano, pecadores, sigo yendo a la iglesia y dando el diezmo a pesar de sus fornicadores. Puedo atravesar un huracán sin despeinarme, puedo ser explotado todo el día sin cansarme, soy el primero en sacar el cuchillo para disimular que soy un cobarde; bebo orines de zorrillo por la tarde y rezo un padre nuestro antes de acostarme para dejar en manos de otro lo que por conciencia es mi responsabilidad, bailo en los funerales para fingir felicidad. Puedo batirme a muerte sin pensarlo para borrar los insultos a mi progenitora, cuido más a los animales que a los hijos que he engendrado, soy el único caso de súbdito inútil patentado, cada día mi rostro tiene algo nuevo y el tiempo me lo paso por los huevos para no envejecer antes de tiempo.

Soy salvadoreño, soy guanaco, soy invencible, puedo sobrevivir a la chicungunya, al dengue, a la diarrea, a los diputados y a la pobreza con solo que me hagan de cuando en cuando una promesa.

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