Sin un porqué 

Mauricio Vallejo Márquez 

Senza un perché, así se llama una canción de Nada que me encantó la primera vez que la escuché. Fue precisamente en la serie The Young Papa (El joven Papa) que me invitó a ver el poeta Wifredo Arriola. “Tenés que verla, es genial”, me dijo Arriola. Y yo con mi escepticismo me atreví a darme el tiempo. Y en efecto, me fascinó desde el principio. Ya tenía una excelente carta de recomendación sobre Paolo Sorrentino, tanto en sus libros como en sus películas, pero la actuación de Jude Law y los guiones de esta serie me cautivaron y me hicieron reflexionar acerca de la vida. Cada uno de los episodios resultaron joyas de enseñanzas y entretención. Una de las cosas que más me impresionó fue la forma en que el Papa resolvía las situaciones, por ejemplo su decisión de no exponerse mediáticamente que conlleva una mayor presencia a la espera de su exposición.

Sin embargo, en un episodio recibió la visita de la primer ministro de Nueva Zelanda, quien le llevó de obsequio un disco de acetato, de esos que ponía mi mamá cuando yo era niño. De aquel aparato emergió la voz aterciopelada de Nada interpretando Senza un Perché, que traducido al espalo es “Sin un porqué”. Su ritmo me estimulaba a escucharla una y otra vez, tanto que algunas personas a mí alrededor terminaron aburridos de la canción, sobre todo porque no comprendían su letra.

La canción escrita por Nada Malanima es sumamente profunda y existencial. Su traducción del italiano al castellano sería: “Ella nunca habla/ Nunca dice nada/ Necesita afecto/ Y él piensa que el mundo no es sólo eso/ No hay nada mejor que eso/ Qué permanecer quieto dentro de un espejo/ ¿Cómo es correcto que es/ Cuando su cabeza se cae/ Y toda la vida/ Resulta infinitamente sin un porqué/ Y todo viene de la nada/ Y nada queda sin ti/ Ella nunca habla/ Nunca dice nada/ No es tan extraño si pide perdón/ Y él no hizo nada/ No hay nada mejor que estar en silencio/ Y piensa en lo mejor/ Tiene un verano ligero que todavía no está aquí/ Y toda la vida/ Girar sin fin/ Sin un por qué/ Y todo viene de la nada/ Nada queda sin ti/ Y toda la vida se vuelve interminable/ Sin un por qué/ Y todo viene de la nada y nada queda sin ti/ Ella nunca habla/ Nunca dice nada”.

“Y él piensa que el mundo no es sólo eso”, es claro. El mundo en efecto no se basa en el afecto, incluso podemos decir con certeza que el mundo puede carecer de este para continuar moviéndose. El afecto está limitado a círculos pequeños y dependiendo de la cultura puede resultar escaso. 

“No hay nada mejor que estar en silencio”, también lo he pensado. Sin embargo, a veces considero que hablo demasiado y si lograra guardar más silencio la vida sería mejor, quizá hasta evaluaría de mejor forma mi camino y tomaría mejores decisiones, pero el ruido de mi interior y del mundo terminan ahogándome.

En fin. Les recomiendo escuchar esta canción con atención reflexionar su letra. Tengo tan presente la escena final de ese capítulo viendo al joven Papa reclinarse en su sillón y escuchar la canción. Luego cambia la escena y se ve la silueta de la primer ministro de Nueva Zelanda bailando al ritmo de la música mientras emergen los créditos y luego sólo queda el silencio. 

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