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Silvana Turner, integrante del “Equipo Argentino de Antropología Forense”, se encuentra en el país realizando una exhumación para la Asociación Pro-Búsqueda. Foto Diario Co Latino.

Silvana Turner: “La Antropología forense es un elemento de reparación a las víctimas”

@GloriaCoLatino

La antropóloga Silvana Turner, remedy   integrante del “Equipo Argentino de Antropología Forense”, order se encuentra en el país realizando una exhumación para la Asociación Pro-Búsqueda, luego viajará a Buenos Aires,  para prepararse a una segunda visita en marzo de este año y atender otros casos de  Tutela Legal “María Julia Hernández”.

“Nuestro equipo nació ante  la falta de especialistas  para investigar casos de desaparición forzada que ocurrieron durante la dictadura Cívico militar  en Argentina, entre 1976 al 1983,  que dejó un saldo, aproximadamente, de 10 mil víctimas de desaparición forzada”, comentó.

Junto a su equipo han estado en 50 países alrededor del mundo para investigar y  documentar científicamente estos casos, que de alguna manera consideró Turner “es un elemento de reparación a las víctimas”.

¿Cómo inició el Equipo Argentino de Antropología Forense?

-Esto fue ante el reclamo de familiares y organizaciones, y con la vuelta a la democracia el contexto jurídico y político permitió la investigación y la documentación científica de estos casos.

Hubo denuncia de estos  entierros clandestinos, entonces se recurrió al asesoramiento de especialistas en esta materia, nuestra organización se funda para suplir esta falta de especialistas para poder dar desde las instituciones del Estado una respuesta a los familiares y lo más importante, para los familiares de las víctimas no tiene ningún costo.

Mayoritariamente lo integran diversos profesionales en Arqueología, Antropología, Genética, Historiadores, Abogados, Informáticos, así como antropólogos sociales, antropólogos biólogos, criminalistas, y tenemos cooperaciones de otros peritos según las necesidades que demande la investigación, como expertos en balística, geología, de acuerdo al caso.   

¿Qué es la antropología?

-Es una ciencia social, es un campo basto del estudio del hombre, en la cual hay distintas ramas de desarrollo dentro de esta disciplina como la arqueología, la antropología biológica, la antropología social.

¿Cómo acciona la antropología forense?

-La antropología forense en particular, lo que hace es aplicar los conocimientos de estos desarrollos de la antropología, específicamente en investigaciones que se desarrollan en el campo de lo legal para el esclarecimiento -en nuestro caso-  de violaciones a derechos humanos,  o  en casos de violencia política.

Esas herramientas que las academias o  el trabajo antropológico clásico desarrollan, aplican en nuestro caso particular para la investigación, recuperación, el análisis y la identificación de restos óseos humanos.

*7 Forense en el Mozote

¿Cuál es la diferencia con los peritos de Medicina forense?

-Una diferencia entre un patólogo y un antropólogo forense es básicamente, que el  médico forense está habituado a recuperar y analizar cadáveres frescos o en estado de descomposición.

Y en los casos que nosotros investigamos, normalmente ha pasado un largo tiempo desde el momento que ocurrieron los hechos y que no pudieron ser investigados.

Es por eso que  utilizamos los conocimientos que tiene la arqueología para la excavación y recuperación de los restos; y los conocimientos que brinda la Antropología Biológica, para el análisis de restos óseos que permiten justamente, trabajar en esos contextos.

¿Cómo se entrelazan las diferentes disciplinas científicas?

-La Antropología Biológica que hace análisis de los restos, nos permite a través de métodos y técnicas establecer el perfil  biológico de ese individuo, si era hombre o mujer, su estatura y edad aproximada, son esos elementos más  individualizantes, es decir rasgos odontológicos o cualquier particularidad que esa persona pudiera tener por ocurrencias vividas o sufridas en su vida como fracturas o enfermedades que dejan un rasgo solo a nivel del hueso, entonces con la posibilidad se puede intentar la identificación y también el establecimiento de la causa y modo de muerte.

Básicamente nosotros dividimos el trabajo en varias etapas primero la documentación histórica del caso, es decir la investigación sobre lo  ocurrido con la víctima, tanto por el acceso a testimonios de sobrevivientes o familiares, así como por cualquier documentación que existiera sobre lo ocurrido.

Esa etapa la llamamos preliminar,  que apuntamos a definir en qué sitio pueden estar sepultadas, en tierra o fosas, determinado número de personas. Aquí nos interesa recuperar los restos para identificar y restituir, entonces la investigación nos lleva a lugares y víctimas de una vez.

Luego, con esa información que se reúne viene el trabajo de campo o arqueológico, que a veces se conoce lugar o tenemos que hacer búsquedas un poco más extensas hasta  dar con los sitios en donde pueden estar los restos de las víctimas, y todo ese proceso de búsqueda y excavación se lleva a cabo con las técnicas de la arqueología, para no destruir,  alterar o dañar  ese contexto y de cualquier otra evidencia que podría estar asociada a esos restos. Esto lo permite la  arqueología porque podemos  documentarlo.

¿Por qué ese extremo cuidado con el lugar?

-Porque hay que pensar que cuando se altera un lugar físico, la tierra removida no puede volver a reconstruirse y no pueden ponerse las cosas como estaban, no se puede cometer errores donde hay que documentar, se debe fotografiar y  registrar, porque es una etapa descriptiva del trabajo.

Lo que se hace mal… no se puede devolver para hacerlo de nuevo bien, por eso es importante trabajar con las técnicas de la arqueología, que nos permite recuperar toda esa evidencia de forma completa y documentada.

Después que la recolección de restos óseos y evidencias están listas, se trasladan a un laboratorio donde se hacen los estudios del área de antropología física o  biológica, para  análisis de la evidencia, y todo este trabajo concluye en un  informe pericial, que se entrega ante un juez o las autoridades que llevan adelante la investigación porque se convierte en evidencia.

Como particulares no podemos hacer este trabajo sin las  condiciones de seguridad y jurídicas que nos permitan investigar, y principalmente tenemos que contar con el aval de las familias de las víctimas.

¿Cuánta exactitud se logra con este tipo de investigaciones?

-Estos estudios nos permiten científicamente identificar los restos y brindar evidencia sobre la causa de muerte. Recientemente se suman otras técnicas que ayudan a la identificación, que es básicamente  una instancia de comparación entre la información que uno recupera del análisis de los restos y la información  que la familia tiene de su familiar.

Porque solo ellos conocen la identificación física de esa persona la edad, los rasgos particulares como fracturas,  corona o trabajos dentales, todo esa información es importante y esto es importante sobre todo en el contexto salvadoreño, donde hay poco registro médico.

En los casos de masacres, muchas veces los campesinos ni siquiera habían accedido a controles médicos que dejaran fichas o expedientes para  contar con información; aquí es la información de los familiares, quienes aportan si hay datos particulares de la persona para identificar.

Y cuando estos datos no son relevantes nos vamos al cotejo genético (herencia biológica) , ahí las técnicas nos permiten recuperar la información genética o sea, se toman muestras del ADN de los huesos de las víctimas, y otra muestra del ADN de los parientes más cercanos de las víctimas como padres, hermanos, hijos… con una muestra de sangre o saliva o fluidos, estas técnicas han mejorado mucho.

¿No hay espacio para la equivocación?

-No somos… digamos infalibles. Como cualquier disciplina científica o cualquier técnico, tiene sus limitaciones. A veces los restos están en malas condiciones, están contaminados o están degradados o  no hay familiares con quien comparar, porque, lamentablemente en los casos de masacres, muchas veces todo el grupo familiar muere en esas circunstancias.

¿Qué puede contaminar a los restos óseos ?

-Bueno,  los restos muchas veces están enterrados directamente en la tierra donde hay otra actividad biológica de otros organismos, que también poseen su ADN y  esa acción puede ser contaminante o lo pueden contaminar factores químicos o también la propia degradación del hueso por causantes naturales como el paso del tiempo o el clima de este país, subtropical.

No es lo mismo, un cuerpo enterrado en la montaña que puede preservarse como momias, a un cuerpo enterrado en el trópico, un pantano o un lugar húmedo con mucha actividad animal y demás. Entonces las condiciones en que se encuentran enterrados los cuerpos también hacen la mayor o menor preservación. La  contaminación no solo es el factor tiempo, pueden pasar miles de años  y encontrar una momia en los Andes o puede pasar solamente un año y encontrar un cuerpo totalmente degradado en un contexto tropical – húmedo, es por eso que las técnicas tienen sus limitaciones.

¿Cómo abordan el tema psicológico y las víctimas ?

-Justamente,  estos trabajos los hacemos pensados como un elemento de reparación a la víctima, algo que se hace porque -así lo decidió- el familiar y por supuesto, aportando elementos para que los familiares tengan un lugar donde enflorar y para que la persona sepa lo que ocurrió con su ser querido. Entendemos que es un aspecto reparador y como organización no gubernamental, tenemos la libertad de decidir en que caso nos involucramos con las investigaciones y básicamente, el primer requisito es el consentimiento informado de los familiares, que este sea un proceso en el cual no se pierda la centralidad de la familia, ese es el Norte de nuestra investigación en todo caso.

Sabemos que también hay elementos que tienen que ver con la historia, con la memoria de los pueblos, pero tenemos un familiar ahí, así que esta persona es la primera afectada a la cual, intentamos que estos procesos sean reparadores.

Lo principal es tener el consentimiento y acompañar al familiar antes, durante y después de los procesos de exhumación, prepararlos  para que conozcan y cuenten con  una instancia  para hacer preguntas, planteamientos,  dudas, necesidades.

Es justamente por eso, que nuestro proceso no comienza con la exhumación concreta en el terreno y  la recuperación de los restos óseos, sino que, comenzamos con esta etapa preliminar de investigación, de contacto, de generación de confianza con la familia; que tengan un claro conocimiento de cuales son los tiempos de investigación y cuáles son las posibilidades para no generar expectativas que luego no puedan satisfacerse, produciendo un mayor daño a estos familiares.

¿Cuál ha sido la experiencia en el país?

-La primera vez que venimos a El Salvador fue en el año 1991, previo a la firma de los Acuerdos de Paz (16 de enero 1992) y por pedido de la oficina de Tutela Legal del Arzobispado de San Salvador ,  María Julia Hernández nos contacta y fue ella  muy visionaria porque justamente y entendiendo que estas investigaciones deberían hacerse pero con las técnicas adecuadas y conociendo la experiencia del Equipo Antropológico de la Argentina desde el año 1985, nos contactó.

Se hizo una primera visita  de Tutela Legal y familiares de víctimas de la Masacre El Mozote, que presentaron ante el Juez el pedido de investigación para restituir los restos de las víctimas a sus familiares.

Así que nos convocan para hacer un proceso científico de investigación,  recuperación y análisis de esa masacre, y se concretó en el año de 1992 luego de la firma de los Acuerdos de Paz.

No tenemos un número preciso pero  el Caso de El Mozote implicó, en su  primer ciclo de exhumaciones a más de 150 personas… mayoritariamente niños menores de 10 años, que es básicamente el perfil de la mayoría de las masacres del período del conflicto además, de mujeres y ancianos.

En El Salvador hemos trabajado en la recuperación de alrededor de 500 víctimas, algunas no fue posible identificarlas por inconvenientes como la no sobrevivencia de familiares de las víctimas o no se pudieron recuperar de manera completa y por deterioro, pero siempre se ha tomado en cuenta el respeto por familiares y víctimas.

El informe de la Masacre de El Mozote fue presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ante el agotamiento de las instancias nacionales de justicia por parte de los familiares.

Este es un caso que  trascendió a la justicia internacional que  obtuvo un fallo a favor de los familiares desde hace unos años y el gobierno salvadoreño por fin, se ha responsabilizado en relación a estos crímenes… estos procesos son largos y lentos, así que este fue el primer caso en que intervenimos.

¿En cuáles otras han participado?

-A esto siguieron otras investigaciones allí mismo, en Morazán, como la Masacre del Barillo, La Quesera… en fin, ha sido una serie de casos y también hemos ido trabajando con diversas organizaciones e instancias como la Comisión Nacional de Búsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos; Pro Búsqueda  y Madeline Lagadec, instituciones que se ocupan de dar respuesta a los familiares en torno a la identificación de sus seres queridos. Hubo una interrupción entre el año 1992 a 1998, pero volvimos y estamos prácticamente trabajando todos los años visitando a El Salvador para realizar este tipo de trabajo.

¿Cuál consideran el más emblemático?

-Creo que ha sido El Mozote, porque en el contexto salvadoreño ha trascendido mucho  y por el trabajo hecho en torno a la investigación de las masacres, El Mozote es una masacre de la región centroamericana más documentada, más conocida. Hemos trabajado en Guatemala, que ha sufrido una realidad parecida con este tipo de violencias y masacres a poblaciones enteras, pero El Mozote fue reconocido internacionalmente, para nosotros ha sido un caso muy importante.

Y es el primer caso en que nuestra institución se involucró… en este tipo de violencia… porque en el Cono Sur y Argentina y otros países de la región la violencia fue otra y  más puntual.

La violencia aquí son masacres indiscriminadas en campesinos, pero en América del Sur han sido secuestros a determinadas personas  o sea, la metodología del secuestro a un centro de detención, la tortura, la ejecución y la desaparición del cuerpo en muchos casos fue la tónica.

¿Las experiencias que han dejado esos casos?

-Obviamente, la definición del fenómeno de violencia en la época del conflicto armado tiene una magnitud que por supuesto impacta… la gran mayoría de familiares de  las víctimas no han tenido la posibilidad de recuperar los restos, aún hay mucho trabajo por hacer, porque en muchos casos  los restos no fueron recuperados porque las víctimas  no fueron enterradas o bien fueron arrastrados por las corrientes de los ríos.

En estas situaciones de masacres  hubo oportunidades porque los familiares retornaron a los lugares, a las áreas del hecho, para enterrarlos. En otras ocasiones, lamentablemente por el contexto de violencia, no era posible regresar, pero en los casos que hemos trabajado ha sido posible restituir y documentar la verdad, porque además, el conocimiento de la historia, implica la posibilidad de restituir a la familia  para que tengan un lugar  donde puedan realizar sus prácticas religiosas, así también conocer, explorar y decidir por ellos, como una instancia reparatoria.

¿Qué implica esta instancia reparatoria?

-Justamente, que se reconozca que lo ocurrido no fue un enfrentamiento con un movimiento insurgente,  sino que fueron niños, niñas, mujeres y ancianos masacrados, que estaban desarmados.

Esto también tiene un alcance reparador en el reconocimiento de la propia sociedad, de lo ocurrido en términos -digamos- de acceso a justicia, que es siempre la gran postergada y que estos procesos también aportan.

Y eso genera también responsabilidad y conocimiento de la verdad, la restitución de los restos óseos y el acceso a la justicia, que serían las tres grandes aristas de estos procesos.

¿Qué compromisos adquiere este tipo de trabajos -digamos- científicos, pero en esencia relacionados con derechos humanos?

–Nuestra institución ha trabajado en más de 50 países en distintas regiones del mundo y los casos tienen sus diferencias por los distintos contextos históricos, políticos, religiosos y sociales, pero ahí tienen sus puntos de contacto que básicamente es el “sufrimiento de la gente”,  la ignorancia de lo ocurrido, el descreimiento por parte de una sociedad y el no reconocimiento  del Estado y de la justicia.

Estos elementos son el común denominador en la mayoría de las situaciones de violencia en donde muchas veces, es el mismo Estado o grupos irregulares los que se apropian de los que ejercen la violencia contra los sectores sociales más desprotegidos.

¿El país cuenta con profesionales capacitados?

-Justamente, hay mucho trabajo por hacer y es así, que  nos comprometimos para aportar una capacitación mínima con los profesionales locales, gente que pueda seguir esa tarea. Somos una organización pequeña y para la dimensión del trabajo por hacer, aquí sería imposible abarcarlo todo.

Desde esa exhumación en 1992, han participado  médicos del Instituto de Medicina Legal de San Salvador y las departamentales, se ha logrado avances en la capacitación de un equipo que está en la  Unidad de Antropología y que tienen ya conocimientos para la excavación y análisis de restos. Esto debe hacerse de manera constante para formar recursos locales, porque el trabajo por hacer aún es mucho.

¿Cuáles casos tienen pendientes en el país?

-En los últimos años hemos hecho dos visitas tratando de responder las solicitudes de Tutela Legal María Julia Hernández, del Instituto de Medicina Legal,  de Pro Búsqueda y de la Comisión Nacional de Niños y Niñas Desaparecidos, así que tenemos pensado trabajos para este año (2016)  y dar continuidad  a los trabajos, mientras estas instancias sigan solicitándolo para documentar los casos de masacres.

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