Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
El pasado 24 y por segunda vez, el sistema judicial falló a favor de 8 ex guerrilleros a los que el gobierno acusó de haber asesinado a una persona en 1981, demostrándose de nuevo que no existe evidencia que respalde su implicación en esa muerte.
En el mismo periodo, el ejército, persiguiendo a la guerrilla, asesinó a más de mil hombres, mujeres y niños, con una saña y salvajismo que justificó por supuestamente apoyar a esta, sobre lo que debemos destacar que, a pesar de conocerse los pormenores, participantes, responsables y circunstancias, sencillamente sigue impune.
Porque la justicia en el país, como diría aquel policía de la motorizada que en 1979 persiguiera y detuviera a aquel niño de papi, allá en la entonces carretera al puerto, que asesinara por atropello a una decena de vendedores humildes, y que quedara libre el mismo día, siguiendo impune al día de hoy, afirmara por ello, “…es una perra que solo muerde al descalzo…”.
Entre los 8 procesados están los 5 de la Santa Marta, sus líderes comunitarios actuales, que fuera además, una de las comunidades golpeadas por el ejército en aquellos días, crímenes que también siguen en la impunidad y a pesar de conocerse también a sus responsables en uniforme, que ahora siguen siendo por estar organizada, asediada y hostigada permanentemente por el régimen, mediando el ejército, que es de nuevo el autor material de ese hostigamiento, junto a la pnc, y el sj cooptado partidariamente por el régimen.
Porque no es independiente, sino apenas una extensión despersonalizada del ilegal ejecutivo que nos mal gobierna, que solo atiende los intereses que representa, que no son otros que los de las élites financieras.
Ahora bien, la acusación hecha contra estas personas responde a los mismos criterios que se ha seguido en todos los casos del régimen contra la población civil organizada opuesta a los proyectos de muerte que adelanta, como lo son por ejemplo el de privatizar el agua, o el de la minería.
Y es esta última la cuestión tras este proceso, pues está dirigida a quebrar la resistencia a ese proyecto.
Recordemos la masiva campaña falaz que el régimen adelantó en el ánimo de que la población favorezca esto, procurando convencernos de que el yacimiento de oro bajo nuestros pies es tal, que nos bañaremos con él.
Incluso, una de sus luminarias en la bancada oficialista, con su particular enciclopédico conocimiento que la distingue, alegó, recordemos, “…pero mi gente, si nos enfermamos tendremos oro para atendernos con el médico que queramos…”.
Con semejante contrasentido, quien se anima.
Así, la tal acusación es una construcción interesada en el fin referido arriba, que instrumentaliza a esos inocentes como ejemplo para domar la resistencia de la población, lo que nos dice hasta dónde llegará el régimen.
La experiencia con el régimen nos enseña, que el régimen no está motivado por el interés público, sino por su solo beneficio.
Algo más hará para lograrlo.
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