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¿Por qué hay actos de corrupción?

Salvador Valdivieso

Colaborador

 

Entregar o aceptar regalos o dinero para obtener algún beneficio, fraudes, nepotismo, extorsiones, tráfico de influencias, uso indebido de información privilegiada, aprovecharse de un puesto o cargo para lograr alguna utilidad; la doble facturación, impuestos no declarados, las evasiones y elusiones fiscales, las estafas, el lavado de dinero; hacer no lo que está normado o instituido, sino lo que a la persona se le ocurra, etc. Todos estos son actos de corrupción que los ejecutan no sólo los funcionarios públicos, como a veces se trata de dar a entender, sino, por todo tipo de personas. La corrupción constituye, pues, un grave problema que hay que tratar de erradicar, ya que, tal como lo ha planteado la ONU, amenaza la seguridad y estabilidad del país, mina su desarrollo, debilita el estado de derecho y permite que florezca la delincuencia organizada.

Si la corrupción es tan dañina para un país, por qué está tan generalizada? Será, como lo dijo un alto político de los años ochenta, que la llevamos en la sangre, o porque nuestras instituciones están, adrede, sumamente debilitadas? A fuerza de no ser exhaustivos, se plantean tres razones por las que las personas cometen actos de corrupción:

La primera y la más evidente, es porque los corruptos están íntimamente convencidos que no van a ser descubiertos. Ya que si existiera la más mínima sospecha que pueden ser detectados y, por consiguiente, sancionados, no se atreverían a incurrir en esos actos, a no ser que fuesen completamente anormales. Esta razón también es aplicable para el cometimiento de otras ilegalidades, como asesinatos, robos, etc. Ahora bien, de dónde proviene ese convencimiento? La respuesta no es tan simple, puesto que hay que penetrar en la mente del corrupto, quien puede razonar de diversas maneras: “soy tan listo (arrogancia), que nadie se dará cuenta; tengo amigos (igualmente corruptos) que me encubrirán; si otros lo han hecho (imitación), por qué yo no”. Desde luego, su fundamento está en la falta de integridad de la persona, ya que el probo, ni siquiera lo piensa.

La segunda razón deviene de la anterior. Los corruptos están también muy convencidos, que si son descubiertos, no les va a pasar nada, que no pueden ser sancionados y que siempre gozarán de una buena imagen pública. Y es aquí donde se entra al terreno de la impunidad, que está referida a la ausencia de castigo por una falta cometida. La impunidad es, pues, debida a una debilidad institucional, principalmente del poder judicial, ya que, en estas condiciones, los corruptos tendrían la posibilidad de ejercer influencia en los juzgadores. Y si existe la certeza que pueden quedar impunes, se tiene el terreno fértil para que también se cometan otros delitos.

Ahora bien, cuando en una institución, comunidad o país, hay corrupción e impunidad, otros tendrán la tentación de hacer lo mismo. Por ello, hay que combatirlas con firmeza.

La tercera razón, no resulta ser tan obvia como las anteriores: los corruptos son también prepotentes, ya que se sienten superiores a los demás y tratan de imponer su poder o autoridad. Dentro de esta categoría, puede estar el profesor de clases, el supervisor o jefe de trabajadores, el que tiene más dinero, el funcionario público, el religioso de una comunidad, el dueño de una empresa, los que irrespetan las leyes, los que se aprovechan de los más débiles (niños, mujeres o ancianos), etc. Por la posición que ocupan dentro de un colectivo determinado, consideran que nadie puede poner en duda su honorabilidad y que, por tanto, no pueden ser objeto de sanción alguna.

Finalmente, es necesario mencionar, que como toda actividad humana, hay dos caras en el proceso de corrupción, corruptos y corruptores, que son igualmente nocivos para la seguridad y estabilidad del país, aunque, en general, se mencionan más a los primeros que a los segundos. Por lo que resulta oportuno parafrasear a Sor Juana Inés de la Cruz, con la interrogante siguiente: ¿A quién habrá más de culpar, al que peca por la paga (corrupto) o al que paga por pecar (corruptor)?

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.