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Poemas de Margarita Drago

Margarita Drago es catedrática, poeta y narradora  argentina  radicada en Estados Unidos desde que salió de la cárcel.  Como ex prisionera política y escritora ha participado en congresos, coloquios, ferias del libro y festivales de poesía en los Estados Unidos, en diferentes países de América Latina y el Caribe, en Canadá y España.  Es autora de Fragmentos de la memoria: Recuerdos de una experiencia carcelaria (1975-1980), recientemente declarado de interés nacional por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina; de los poemarios: “Con la memoria al ras de la garganta”; “Quedó la puerta abierta”; “Hijas de los vuelos”; “Un gato de ojos grandes me mira fijamente” y “Heme aquí”; es coautora, con Juana M. Ramos de Tomamos la palabra: mujeres en la guerra civil de El Salvador (1980-1992).  Sus poemas,  relatos y ensayos han aparecido en  antologías y publicaciones literarias, de educación y derechos humanos de  Estados Unidos,  América Latina y España.

Poemas de su libro “Con la memoria al ras de la garganta”

 

Equilibrista

Equilibrista en el tiempo soy,

camino sobre arenas movedizas,

busco un cielo donde anclar,

levantar casas

sin puertas ni ventanas

abiertas a soles y estrellas.

 

Con la memoria al ras de la garganta

Es difícil reconstruir lo que pasó,

la verdad de la memoria lucha

contra la memoria de la verdad.

Juan Gelman.

Hoy me levanté con la memoria

descompuesta,

con unas ganas

de desentrañar gritos

desenterrar las piedras atadas

a los pies de mis hermanos.

Hoy me levante con la memoria

al ras de la garganta,

a punto de estallar.

Que se propague la estampida.

Sea la onda un canto

que amalgame las voces acalladas.

Que sea la memoria roca,

piedra fundamental

de nuestra casa.

 

Sed de justicia

Con pasaporte expedido en la prisión

y un arsenal de denuncias

pertrechado en la vagina

marchaste a tierra no deseada.

Los pies, cansados de guerra,

la boca, presta al grito,

la memoria hirviendo en la garganta,

proyectil apuntando al objetivo,

ávido de justicia.

En la tierra prometida

Las jaulas devoraban pájaros.

 

Sueño

Su sombra se pasea por mi cuerpo

aletea

me roza con sus alas de mariposa

deposita dos gotas de néctar en mi ombligo

me mira con ojos de miel

me arropa con su aliento

me susurra un canto al oído

y se desvanece.

 

En esta cama

En esta cama

comulgan nuestros sueños,

entretejemos historias

de impensados personajes

descubrimos horizontes

tras el velo de los besos.

En esta cama lloro ausencias,

reniego y me reconcilio

con mi madre,

recorro mi país

desde su punta gélida,

fragmentada en islotes y canales

hasta la zona tórrida.

Atravieso ríos y cañadas,

planicies y montañas,

hurgo la tierra

que me liga a mis ancestros.

En esta cama

contemplo mi cuerpo

y celebro las huellas tempranas

del tiempo.

En esta cama

me escarbo me confronto

me cuestiono me castigo

me arrepiento

espanto demonios

invoco a las diosas de todos los credos

y me desvanezco en el sueño.

 

Regreso a la piedra

Tres veces recorrí el camino de la piedra.

En el peregrinaje fui roca, piedra volcánica,

y muchas veces, piedra del camino.

Tres veces anduve la ruta del árbol.

Fui pino, araucaria y ginko bilova,

del que heredé la obsesiva costumbre

de recordar lo que muchos olvidan.

Tres veces habité el paraíso de los pájaros

y remonté vuelo con alas de águila,

paloma, colibrí, jilguero.

Del jilguero aprendí a vivir entre los hombres,

esquivarlos, refugiarme en las ramas,

soñar y contemplar estrellas.

¿Y del águila?

Del águila olvidé cómo atravesar los cielos.

¿Será que atrapada en cuerpo de mujer

Perdí o me negaron el poder de hacerlo?

Regresaré al centro de la piedra.

Me hundiré en las entrañas del volcán.

Recuperaré la fuerza de su lava.

Atravesaré el corazón del árbol.

Beberé su savia hasta saciarme.

Descansaré en su copa.

Emprenderé el vuelo.

 

Olvido

De tanto afanar

sujeta a relojes, horarios,

fechas de entrega,

de tanto precipitar las mañanas,

de empujar el calendario

hasta el límite irremediable

de la nada,

de tanto correr

en dirección opuesta,

me olvidé que tengo

un tiempo exacto,

un alba y un ocaso,

un tiempo

de siembra, de siega, de cosecha,

un tiempo para gestar

y dar a luz

la vida.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.