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Paremos las campañas de desprestigio

Los que han vivido de la política y quienes están dedicados a desprestigiar a los funcionarios deberían analizar, hasta que punto esto es positivo y considerar el efecto boomerang que se está llevando de encuentro a todos los políticos, de cualquier color que sea o ideología que pinte.

A la larga, el constante desprestigio al que han sido sometidos todos los funcionarios ya golpeó al imaginario colectivo, al punto que los órganos ejecutivo y legislativo son elegidos por menos de la mitad del electorado. De seguir esta clase de campañas, lo mas probable es que nuestra juventud académica lo pensará dos veces cuando le propongan participación.

Cuando salen a la palestra personajes como el exalcalde de San Miguel, el señor Will Salgado, quien se considera parte de un clan político hasta la comparación con el clan norteamericano de la familia Kennedy, muchos salvadoreños y principalmente los jóvenes definen la política como ridícula y absurda, al grado de avergonzarse y de no sentirse atraídos a ostentar un cargo público.

Lo más grave, por supuesto, es cuando de pronto comienzan las campañas de desprestigio con increíbles mentiras que solamente penetran en las mentes de los que viven engañados a propósito, por conveniencia o por ingenuidad, creyendo las sandeces sin conocer los derechos de respuesta o las demandas que las contrapartes interponen por calumnias o difamación.

Ya es tiempo de que se valore la negatividad de esta clase de campañas de desprestigio que por años fueron alejando al electorado, tanto de unos como de otros, y al mismo tiempo terminan con la esperanza de que el Estado sea un ente serio dentro de la constitucionalidad y que instituya para todo un país el respeto a su dignidad que merece.

Por hoy, la campaña es en contra de quienes conforman el actual gobierno de izquierda y probablemente buscan, con mentiras y especulaciones basadas principalmente en rumores ese desprestigio. Los brazaletes de los reos en fase de confianza, motivo por el cual, fue atacado el ministro de seguridad pública Mauricio Landaverde, es parte de los ataques.

El funcionario ya interpuso la demanda respectiva y así continuará una nueva etapa distractora para muchos y deprimente para una gran mayoría, que el día de las elecciones ya sean legislativas y municipales o presidenciales, prefieren ausentarse e irse a la playa, o anular su voto manchando las papeletas o formando parte de la abstención. Deberíamos parar estas campañas por el bien de la política.

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