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No más campañas antagónicas

Licda. C. Marchelly Funes
Metodóloga y Comunicadora

Hace unos días el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio el banderillazo de salida para la campaña de legislaturas y municipalidades 2018-2021.

En los espacios públicos no solo vemos caras de candidatos y colores partidarios —que dicho sea de paso no comparto la contaminación visual— sino que también se escuchan los indeseables comentarios de las fanaticadas extremas (atentas a descalificar a cualquier candidato que no pertenezca a las filas ideológicas). Para nadie es desconocido escuchar los calificativos “terengo” o “champero”, términos que se convierten en un título peyorativo para referirse a simpatizantes de izquierda y derecha extrema. Esto aunque lo vean como una palabra sin valor y contenido en gran medida afecta las ya deterioradas relaciones humanas. Por ejemplo, es común que en territorios en los que una de las grandes maquinarias políticas tiene más simpatizantes, al ver a sus opositores estos salgan recriminados y etiquetados con los términos con que he iniciado esta columna.

No sé si los profesionales que estudian el comportamiento del ser humano de manera individual y en colectivo se han preguntado con seriedad ¿a qué se debe este fenómeno? Porque me parece que valdría la pena estudiarlo para comprender por qué en El Salvador nos hemos vuelto bipartidistas y polarizados. Quisiera dar respuesta desde mi experiencia como profesional de las comunicaciones.

La realidad siempre es mucho más compleja de lo que se ve a simple vista, pero esos grandes embrollos ayudan a orientarse, aunque las cosas no se den 100% apegadas a la realidad misma.

Iniciemos la discusión con dos valores: La virtud y la solidaridad. La primera es la que nos permite comprender, aceptar las dificultades que enfrentamos y en la necesidad de esforzarse más para salir adelante. La solidaridad es algo que todos tenemos claro, aunque de tanto que lo pensamos y decimos, queda vacío de contenido, de trasfondo, de verdad.

Hay que ser solidario. Una frase sencilla que encierra un universo muy difícil de abarcar. ¿Con quiénes? ¿Cómo? ¿De qué modo? Aquí aparecen las excusas, las frases que todos hemos oído o dicho alguna vez para escondernos y escudarnos de realidades que vivimos a diario. Realidades como ceder el paso a los transeúntes, pensar en quienes se verán afectados con mis decisiones. Si los correligionarios extremistas ven a sus opositores como distintos y no como hermanos salvadoreños que somos, la campaña proselitista podría convertirse en un verdadero campo de batalla, en el que primen el irrespeto, la intolerancia y las desacreditaciones para quienes piensen de manera distinta a la de ellos, profundizando cada vez más las ya deterioradas relaciones humanas y dando muerte súbita a cualquier opción distinta a las extremas.

Con la caracterización de esos dos valores se puede ir diagramando un diseño a dos tintas. Es decir, los valores terminan siendo para la derecha extrema un medio para conseguir sus privilegios y para la izquierda radical sus más fervientes deseos.

Me parece importante hacer una breve caracterización de las extremas en mención: ARENA no cree en la libertad, sin embargo, la pregona a los cuatro vientos, lo que no nos dice es que la reclaman para sus propios intereses. El FMLN cree en la libertad y se ampara en ella; pero la destroza con el accionar de algunos de sus correligionarios.

Los discursos de buenos y malos, de blancos y negros, de amigos y enemigos nos deben recordar que la época de la guerra fría ya pasó, que debemos pasar la página y realizar campañas de altura en las que el respeto y la tolerancia sean los estandartes de cada instituto político, fomentando la sana convivencia y la paz social. Hay que evitar a toda costa la violencia entre hermanos, hijos de una misma patria.

Nos han acostumbrado a confrontar, denigrar y descalificar a quien no piensa como nosotros que no nos damos cuenta que entre más divididos estemos como sociedad más difícil será construir acuerdos de nación que hagan frente a los problemas raíz; pero eso parece no importarle a esa ARENA que dice en su primer mitin: “Hoy sí la cachimbeada no se la quitan” y “tenemos que frenar el daño que nos está haciendo el FMLN para corregir el rumbo de nuestro país”, un discurso carente de propuestas culpando a otros, pero sin ser ellos parte de la solución de la dinámica actual. En el otro extremo, tampoco vemos un FMLN como auténtico promotor del bienestar social, con propuestas para mejorar las condiciones en las que vivimos, por el contrario vemos un discurso no muy lejano al de ARENA: “La derecha y otras instancias del poder han tratado de bloquear el trabajo del gobierno central, han tratado de afectar el trabajo de nuestro grupo parlamentario, han tratado de echar al suelo todo el esfuerzo de cambios y transformaciones”. En ambas extremas prima el antagonismo político.

Ante este duro dilema, finalizo diciendo que urge buscar opciones políticas de “centro”, pero no cualquier centro, sino uno que tenga como principio ser una opción preferencial para los pobres, que sea propositivo, que vea en los otros, no un opositor, sino un aliado potencial con el que se dé respuesta a las necesidades más apremiantes de la gente y que no estimule las divisiones que tanto daño le hacen al país.

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