Alma Vilches
@AlmaCoLatino
Si el Estado considera que gobierna nada más para sus seguidores, monseñor Romero le estará repitiendo y hablando al oído a esa autoridad, porque la persona es lo más importante de todo el quehacer del Estado, si este le falla a la persona sin importar que sean unos pocos, le está fallando a la dignidad humana, así lo afirmó el presbítero Arturo Escalante.
En este momento el mensaje de Monseñor Romero sería el mismo que transmitió y está plasmado en sus homilías, la invitación más actual del obispo mártir es tomar en cuenta a la población, es decir, “todo con el pueblo, nada sin él”, pero si todo el pueblo no está en el proyecto del gobierno, quiere decir que no es un gobierno para todos.
Monseñor Romero vivió y luchó por la dignidad humana, sin embargo, hay personas que todavía rechazan el mensaje del obispo mártir y lo ven como un resentido social, o una persona que inyectó violencia; pero él tenía un compromiso y no se quedaría con los brazos cruzados ante una realidad marcada por la violencia, muerte, desplazamiento de familias desde el campo a la ciudad y exilios.
A criterio de Escalante, esta misma situación está viviéndose hoy en día, aunque no lo quiera reconocer el gobierno y todos sus seguidores, quienes obviamente actúan desde su fanatismo, al final están ciegos y sordos.
El modo de gobernar son las críticas hacia los anteriores gobiernos y, sobre todo, de la izquierda, de quien se esperaba algo totalmente diferente, que llevara al pueblo a crear las condiciones necesarias para un cambio, el cual no se dio por medio de las armas, pero podría a través de las acciones políticas.
“Los gobiernos del FMLN le quedaron a deber al pueblo porque se enfocaron en ellos mismos, cuando las autoridades se enfocan en sí mismo pierden la perspectiva del pueblo, y aunque se les haga ver muchas cosas están ciegos, muchas veces se quedan cortos a la hora de dar una respuesta a las exigencias de las gentes”, expresó.
Asimismo, señaló que con el actual gobierno hay actitudes mucho más graves que con los gobiernos de izquierda, por ejemplo, el irrespeto a los Derechos Humanos, aunque sea un delincuente deben respetarle la vida y su dignidad, es sabido que han causado dolor intenso, dejando familias devastadas por la violencia.
Muchos también han tenido que irse del país a raíz de estas acciones promovidas por las pandillas, pero esa razón no es suficiente para querer actuar con injusticia, porque un mal no se puede curar con otro mal, el fuego no apague el fuego, sino al contrario lo enciende aún más.
El sacerdote externo que el gobierno podrá hacer buenas y excelentes acciones de limpieza en las zonas más críticas, pero eso no garantiza que el Ejército y la policía estarán siempre ahí, cuando las autoridades desaparezcan quizás volverán aquellos que se han perdido u ocultado. En los juicios sumarios con más de 70 personas condenadas por un mismo delito, nadie garantiza que el total sean mareros o delincuentes, habrá más de algunos que no, lo cual las organizaciones ven como violación a los Derechos Humanos de esa persona inocente.
“De las medidas del actual gobierno la que más daño ha hecho al país, es la de tomar como moneda de curso legal el bitcoin, ya que la mayoría del pueblo lo ha rechazado, me parece una medida bastante apresurada e irresponsable con la economía del país”, manifestó el presbítero.
Asimismo, consideró que al principio de la pandemia muchas medidas tomadas por el gobierno fueron acertadas, pero desde que quiso imponer el encierro completo y detener en bartolinas a quienes no lo cumplían la orden, fue cuando comenzó el malestar de parte del gobierno y también de la población, este es un pueblo combativo y con el tiempo seguirán más protestas, por lo tanto, el gobierno no la tendrá tan fácil a no ser que cambie cuando pacifique al país.
El religioso dijo que el país ha vivido bastantes etapas de su historia política, económica y cultural, San Romero no buscó ni actuó adrede, sino los acontecimientos se fueron presentando, él respondió desde la fe y experiencia de pastor en su caminar. En los años 70 San Romero tenía una visión distinta producto de formación, fiel a la iglesia, con alguna orientación conservadora.
En la medida que vio a la luz de la palabra los hechos ocurridos, el pueblo empieza a vivir un proceso de represión, primero selectiva, luego contra las organizaciones, hasta llegar a todo el pueblo, lo observa y como un auténtico profeta ilumina con la palabra y lo propuesto por el Concilio Vaticano II y Medellín.
Cuando toma una actitud profética y auténticamente cristiana de responder a las circunstancias, vienen los señalamientos en su contra, actitudes que van marcando la violencia, pero San Romero actúa con una radicalidad a la luz del evangelio, de su compromiso y vida consagrada como sacerdote, con la responsabilidad de cargar en sus hombros una Arquidiócesis.
Para Escalante, los cristianos deben tener un papel crítico no puede ser apolítico, y tomar la postura que ilumina la palabra de Dios, en el caso de la iglesia católica fundamental en los tres principios, la sagrada escritura, la tradición y el magisterio.