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La llamada perdida XI

Caralvá

Intimissimun

 

Fabio y Charly en investigación de Campo

Fabio inspeccionó las pistas de los homicidios en los últimos años, trató de establecer puntos con referencias, pistas materiales, cotejó estudios de dactilografía; buscaba algo que les condujera a los potenciales asesinos. No existía un elemento vinculante que se repitiera en forma constante. Examinó las fotografías de la policía forense, muestras de campo, esos hechos parecían crímenes perfectos, pero sabía que los asesinos en su prisa por deshacerse de las víctimas no planifican los acontecimientos en los mínimos detalles, solo ejecutan sus crímenes con la prisa del que sabe que su tiempo se agota.

Revisó los casos de barriles uno por uno, las estadísticas parecían no tener ningún sentido, observó las edades, sexo, grado de educación, todo era dispar, la única coincidencia era el uso frecuente de barriles plásticos, además la tortura y ataduras en las víctimas, el morbo empleado en cada caso y los demenciales procedimientos eran de psicópatas. El cúmulo de evidencias más las fotografías parecían un rompecabezas insoluble.

-¿Jefe Fabio? –necesita un café- dijo el Charly

-Si mi Charly, estos casos me marean. Tengo cientos de fotografías que no tienen ningún sentido –afirmó Fabio-

– A la orden mi Jefe –El Charly salió disparado hacia la cafetería de la policía- en el lugar se encontró con otros oficiales de investigaciones, sus colegas siempre hablan de diversos temas, tópicos más políticos que policiales, platican de todo menos de trabajo, sus olfatos los llevan a cierta reserva de los casos donde se involucran porque en “la policía todos son policías”. Existen sitios inofensivos de charlas entre amigos, son las cafeterías internas, hay mucho silencio sospechoso en cada taza de café servida durante el día. En ese sitio Charly compró el café y por su iniciativa unas “alemanas”, “queiquitos” y un sándwich, todos con sus respectivas bolsas plásticas.

Salió cargado de aquella merienda caliente de carbohidratos, realizó equilibrios con los niveles de café entre las gradas y la oficialidad de los pasillos, encontró a su Jefe Fabio sumido en el escritorio con muchas fotografías dispersas, aquello parecía un estudio experimental de agencia de publicidad o una isla de producción visual de revistas forenses, con muchas imágenes y retratos grotescos.

-Jefe le traigo el café, panecillos y una pequeña merienda- dijo Charly aliviado por el difícil arte equilibrista: mesero, investigador y velocista.

-Gracias mi Charly-

-Si mi jefe a la orden –afirmó Charly con cierto orgullo profesional- Y agregó: todo está en su bolsa plástica…

– ¡¿Cómo  dice Charly?!  – Gruño Fabio –

– Bolsa plástica – dijo Charly tímidamente –

– ¡Repita eso más fuerte! – Le encaró amenazante-

– ¡BOLSA PLÁSTICA! MI JEFE- Mientas el Charly en posición de firme y atención, asumió haber cometido una falta disciplinaria.

– Eso es mi Charly, eso es, existe en los diversos homicidios unas extrañas bolsas plásticas en todos los casos, mire las fotos, mire los informes forenses, en el rito de los homicidios siempre coinciden esas bolsas plásticas… Descanse y disculpe… puede retirarse… antes regrese a brevedad con todas las fotografías ampliadas que le entrego y sin ellas no ponga un pie en este lugar.

– A la orden mi jefe. amazon.com/author/csarcaralv

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