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La jauría salvadoreña

Eugenio J. Ríos

La jauría en este país revienta cohetes y hace fiestas por el golpe de Estado contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, soñando con algo similar aquí por ese proceso de desestabilización y ataques despiadados contra el gobierno presidido por el profesor Salvador Sánchez Cerén.
La mandataria destituida (fue elegida por más de 54 millones de votos de los brasileños), tras denunciar la consumación del golpe de Estado, convocó a una “enérgica, determinada y firme oposición a los golpistas”, cuenta con el respaldo de miles de simpatizantes y militantes del Partido de los Trabajadores.
El Salvador viene de tiempos aciagos cuando una dictadura militar inaugurada en 1931, pero con antecedentes de gobiernos monárquicos y autocráticos, se mantuvo en el poder por espacio de 60 años, haciendo los mandados a una voraz oligarquía terrateniente evolucionando posteriormente con fuertes inversiones a la industria y la banca.
Los salvadoreños sabemos de dictaduras, represión y golpes de Estado, pues en esos años los “problemas” de contradicciones internas del gran capital, de políticos sin escrúpulos, pero tantas veces por la organización y movilización de la población, se resolvían con la intervención de los militares.
En Brasil, la presidenta Rousseff, enfrentó el primer Golpe de Estado dirigido por los militares en 1964, era entonces una estudiante y joven militante, el segundo ha sido el golpe parlamentario organizado desde “fuera de las fronteras”, contando con el apoyo de las fuerzas más reaccionarias del país.
La mandataria lo ha descrito muy bien al decir “…El Senado tomó una decisión que entra a la historia de las grandes injusticias: escogieron rasgar la Constitución; decidieron interrumpir el mandato de una presidente que no cometió ningún crimen; condenaron a una inocente y consumaron un golpe parlamentario”.
Las leyes y la Constitución siempre fueron violentadas en nuestro país, cuando servían a sus intereses bastardos eran buenas para la oligarquía, cuando los constitucionalistas invocaban artículos como “todos somos iguales ante la ley” o “La propiedad privada en función social”, entonces no servía para nada.
La Comisión Política del FMLN en un acto solidario condenó el golpe de Estado, porque “eso es, al asumir el Congreso y el Senado una decisión que sólo le compete al pueblo brasileño que votó por ella”. Es “la mujer más votada de la historia de Brasil y de todo el mundo”, aseguró la diputada Nidia Díaz.
Los retardatarios y fascistas de este país no han visto con buenos ojos la posición del FMLN, desde luego muy poco entienden de solidaridad militante con gobiernos surgidos de la voluntad popular, como en su momento ocurrió con el presidente Hugo Rafael Chávez, en Brasil, Rafael Correa, en Ecuador y Evo Morales, en Bolivia.
La situación política en Brasil es complicada, no todo termina con la destitución de la presidente Dilma Rousseff, vendrán largas jornadas de resistencia y más temprano que tarde la verdad y la justicia resplandecerán en ese país que apenas comenzaba a eliminar la extrema pobreza y lograr su independencia política y económica.
Los “samaritanos” que ahora se hacen cargo del gobierno, son políticos acusados de corrupción, quienes “buscan huir de la justicia tras haber sido derrotados en las últimas cuatro elecciones presidenciales”, realizadas en Brasil, los militantes del Partido de los Trabajadores, han anunciado movilizaciones y protestas en todo el país.
Por eso reiteramos que la última palabra no está dicha y los cohetes y las fiestas ahora realizadas en este país por las fuerzas más oscurantistas se les revertirán porque los pueblos no pueden soportar por siempre, la imposición, el autoritarismo y la injusticia social, de ello sabemos mucho los salvadoreño.

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