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La defensa del Valle El Ángel a la luz de la encíclica Laudato Sí

Lucio Reyes

Abogado y defensor de los derechos humanos

El Valle El Ángel está ubicado en la zona norte de San Salvador, ubicado entre los municipios de Nejapa y Apopa; esta área se caracteriza por ser una zona de recarga hídrica, con una un rico ecosistema en la cual Y habitan diferentes especies animales y vegetales. Las sociedades propietarias de esta zona son controladas por la familia Dueñas, quienes han usufructuado desde el siglo XX, los recursos naturales de nuestro país, y en muchas ocasiones, destruidos ecosistemas, sin que respondan ante la justicia por el daño que han causado a la casa común.

En el 2015, el papa Francisco publicó la Encíclica Laudato Sí, que es una encíclica social que se refiere al cuido y defensa de la casa común; en donde  invita a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a que escuchemos el grito de la tierra que gime por la destrucción que se le está causando, grito que es también el de los pobres.

En el primer capítulo, el papa invita a ver lo que le está pasando a nuestra casa común, en la cual destaca tres graves heridas: el cambio climático, la crisis hídrica y la pérdida de la biodiversidad. El cambio climático se debe -principalmente- a los diferentes factores de contaminación atmosférica, sobre todo a la concentración de gases de efecto invernadero, contaminación de los suelos y el agua.

La crisis hídrica se manifiesta en el agotamiento de las fuentes de agua, agravada por la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, causadas principalmente por las actividades de las industrias extractivas, agrícolas, industriales y los desechos residuales de las urbanizaciones. Pero además, por el modelo mercantilista que se ha impuesto con el capitalismo global, que ve el agua como una mercancía, por lo que debe ser controlada y distribuida en beneficio de los sectores de poder, causando una injusticia hídrica para los sectores en condición de vulnerabilidad. En el número 30 de la encíclica el papa manifiesta: “Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, por que determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”.

En ese sentido, no reconocer, ni garantizar este derecho humano por parte del Estado, indica que prevalece la visión mercantilista y los funcionarios públicos, responden a los intereses de los sectores de poder, que en muchos casos reciben favores de estos sectores, como el financiamiento de las campañas electorales, para no cumplir con las obligaciones internas e internacionales para con la población sobre todo los pobres, que está bajo su jurisdicción.

La otra gran herida que está viviendo la casa común es la perdida de la biodiversidad, en cuanto que se están destruyendo los distintos ecosistemas donde habitan las diferentes formas de vida. Los efectos de la degradación ambiental, impactan en el deterioro de la calidad de vida humana y social. Estas tres amenazas, cambio climático, crisis hídrica y pérdida de la biodiversidad, se concretarían con la construcción de los proyectos urbanísticos en la zona del Valle El Ángel, impactando gravemente en las comunidades aledañas en su calidad de vida.

En el capítulo tercero, el papa Francisco aborda sobre la causa o raíz humana de la crisis ecológica que estamos viviendo y que se manifiesta en la destrucción de la casa común. El papa advierte que la humanidad ha ingresado a la era del “poder tecnológico”, si bien es cierto que la ciencia y la tecnología han ayudado al desarrollo de la humanidad, el problema que surge es en manos de quien está ese poder tecnológico, y cómo se está utilizando, si para mejorar la calidad de vida de la población o para dominar y controlarla.   

En consonancia con la idea anterior, Jhon Perkins, exejecutivo que trabajaba para las grandes corporaciones internacionales, que constituyen el imperio capitalista global, manifiesta la lógica del sistema económico dominante:

Justificar los grandes créditos internacionales cuyo dinero regresaría a las compañías estadunidenses en pago de grandes proyectos de ingeniería y construcción. Segundo, debía conseguir la quiebra de los países que hubiesen recibido esos créditos, a fin de dejarlos prisioneros para siempre de sus acreedores. Y así serían receptivos cuando les pidiéramos favores como bases militares, sus votos en Naciones Unidas o el acceso a sus recursos naturales, como el petróleo y otros (Perkins, 2009, pág. 24).

En este sentido, el poder tecnológico, es utilizado para la acumulación de poder económico, la apropiación de los recursos de los países subdesarrollados, la quiebra y la dependencia de los países que controlan el capitalismo global. El sistema económico dominante ha construido y vendido el mito del crecimiento económico, como el mejor camino para el desarrollo, no importando que este desarrollo vaya destruyendo la casa común, las culturas de los pueblos originarios y la vida de los pobres.

Por todo ello el nos exhorta a cambiar la visión antropocéntrica actual, donde el ser humano se considera el dominador de la casa común, a la cual puede explotar y lucrarse. Es urgente cambiar este modelo de industrias contaminantes, autovías atascadas, ciudades superpobladas etc. y construir nuevos estilos de vida basados en el respeto a la tierra y en los principios de sostenibilidad, bien común, igualdad, justicia intergeneracional, etc. Estos cambios se deben iniciar desde dentro del ser humano, a través de procesos educativos, que no se limiten a informar y concientizar; más bien, se necesita de una educación crítica que sea capaz de desmontar los mitos de la modernidad y del capitalismo global, y se atreva a formar una nueva humanidad, con profundas convicciones y motivaciones para crear nuevos hábitos de vida que respeten y defiendan la casa común.

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