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La defensa de los criminales

José M. Tojeira

En un sector de la población se ha extendido la idea de que defender derechos equivale a defender criminales. Aunque la idea es perversa y totalmente equivocada en un Estado de Derecho, merece la pena reflexionar sobre ella dada la especial actividad de los sectores que acusan a los defensores de derechos humanos, especialmente en las redes. Y para empezar nada mejor que un ejemplo. El 2 de marzo apareció un “tuit” del presidente en el que se ordenaba una emergencia carcelaria generalizada y se insistía en un”encierro total”, así como la eliminación de visitas, incomunicación, cierre de tiendas internas y “ni un rayo de sol para nadie”. La causa fue el asesinato de un soldado, totalmente condenable al igual que todos los asesinatos. Se afirmaba que la orden de asesinarlo provenía de una cárcel, aunque no se determinaba de cual, y por ello el castigo iba para todas y todos sus habitantes.

En pedagogía se suelen criticar los castigos generales a los alumnos cuando se hacen a causa de una infracción de las normas cometida por un solo alumno o por un pequeño grupo. Porque en efecto los castigos generales dañan siempre más a los inocentes que a los culpables. En el caso de las cárceles es impensable que los casi 40.000 detenidos hubieran sido los que dieron la orden criminal de asesinar a un soldado. Ni siquiera podemos pensar que hayan sido 100 presos los que dieron la orden o estuvieron involucrados en su ejecución. Castigar a todos, cuya gran mayoría no tiene nada que ver con los asesinatos, no es la mejor manera de cumplir con los fines constitucionales que la cárcel tiene en El Salvador. En efecto, en el artículo 27 de la Constitución actual dice lo siguiente: “El Estado organizará los centros penitenciarios con objeto de corregir a los delincuentes, educarlos y formarles hábitos de trabajo, procurando su readaptación y la prevención de los delitos”. Defender a los presos, por delincuentes que sean, es necesario cuando no se cumple con lo que la Constitución dice de las cárceles.

El texto constitucional deja muy clara la calidad de castigo correctivo que significa el estar detenido en la prisión, pero añade otros elementos. Educar es uno de ellos, lo mismo que buscar la readaptación de los presos. Si el castigo general no es educativo, poner ese tipo de castigo incumple la Constitución. Los psicólogos suelen decir que la visita familiar suele generalmente apoyar los procesos de readaptación. Con lo que estaríamos dificultando la readaptación al prohibir la visita familiar. Y más allá de cualquier otra consideración, es injusto y cruel privar de sol a gente que vive hacinada, con enfermedades fruto del hacinamiento y de las malas condiciones de los centros penitenciarios Y además sin que hayan tenido más responsabilidad que la del delito que los llevó a la cárcel. Los presos son seres humanos. Si algunos dentro de la cárcel continúan cometiendo delitos se les debe castigar. Pero quienes dentro de la cárcel tratan de cumplir su condena sin meterse con nadie deben ser bien tratados. Lo contrario es darles a entender que viven en una sociedad que los odia. Y eso no lleva nunca a la readaptación. En el Evangelio de San Mateo hay una descripción del juicio final en la que se recibe en el Reino de Dios a quienes han dado de comer al hambriento, de beber al sediento, han dado vestido al desnudo y han visitado a los enfermos en su lecho de dolor, así como a los encarcelados. Los presos son seres humanos. Están detenidos por un tiempo a causa de sus delitos y sufren por ello. Pierden el derecho a la libertad de movimientos, porque no ha sabido utilizar humanamente su libertad. Pero no pierden su calidad de personas humanas a las que debemos ayudar para que se corrijan.

Quienes dicen que los derechos humanos defienden a los criminales ignoran siempre dos cosas. La primera es que los delincuentes conservan derechos básicos, aunque se les restrinja el derecho a la libertad por los daños causados a la sociedad. Y lo segundo es que quienes quieren poner castigos duros que superen las leyes establecidas, como son los castigos generalizados, se convierten siempre en criminales en potencia. Al insultar a quienes defienden derechos de las personas incitan al odio y a la violencia. Porque solo el respeto a los derechos de humanidad pueden llevar a una paz auténtica, construida sobre la justicia social y la equidad.

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