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Hno. Julio Gaitán Camarena

Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso

En la historia de Santa Tecla se recuerda con aprecio la noble labor de un ciudadano panameño, que asumió el rol de padre y consejero de niños y jóvenes de escasos recursos en el municipio. En tal sentido es imposible no reconocer su enorme legado, como enviado de Dios para estas tierras, el hermano salesiano Julio César Gaitán Camarena (+).

El hermano Julio adoptó a El Salvador como su segunda patria, ejerció su labor pastoral hasta su último día de vida en el Oratorio Festivo Salesiano San Luis Gonzaga hoy San Artémides Zatti, donde realizó un invaluable trabajo en pro de niños y jóvenes de la localidad.

Fue originario de Dolega Panamá, que en el idioma de las tribus doraces, significa: “Lugar del Colibrí”, nació un 12 de agosto de 1920, hijo de José María Gaitán (+), y Catalina Camarena de Gaitán (+).

En su juventud, fue el párroco de su pueblo natal quien lo motivó a descubrir su vocación de servicio; por lo que, atendió el llamado de los padres Salesianos en Ciudad de Panamá, ingresó a la orden el 3 de mayo de 1936, bajo el cuido del padre Martelli SDB, quien le asignó el rol de acólito; aprendió el oficio de sastre. Años más tarde es enviado a Costa Rica y luego a El Salvador, ingresó a la casa salesiana de Ayagualo a los 17 años.

Inició su noviciado el 15 de diciembre de 1940: en 1941 profesó como coadjutor salesiano, desempeñó el cargo de asistente de artesanos, así como el de coadjutores. El 6 de febrero de 1944 es enviado a la ciudad de Cartago, República de Costa Rica, donde desempeñó diversas tareas. En 1949 regresó a Santa Tecla para dedicarse a labores varias junto al padre Amadeo Sugliani SDB, en la extinta tenería durante 29 años. Viajó a Italia en 1965, donde visitó la tumba de Don Bosco, en la Basílica de María Auxiliadora, en Turín.

De acuerdo con las memorias de Luís Castillo y Roberto Morán, se le recuerda entrañablemente, ya que, un 6 de febrero de 1950 inició su infatigable misión con los niños y jóvenes de zonas pobres de la ciudad, donde fue visto como un padre; desde entonces se convirtió en el amigo, consejero y protector de los desamparados.

Fue aficionado a las anonas, la semita con horchata; admirador del Himno Nacional de El Salvador, sin olvidar su misión pastoral encomendada por su padre y maestro San Juan Bosco, de acuerdo con las reminiscencias de Luis Castillo y Roberto Morán, quienes fueron sus más cercanos colaboradores.

Fallece en Santa Tecla el 17 de agosto de 2006, a sus 86 años, donde fue llamado a reunirse con San Juan Bosco y María Auxiliadora, dejando un enorme legado en el corazón de los tecleños. A 19 años de su partida a la Casa del Padre, reciba un sencillo homenaje póstumo a su memoria y labor en vida ¡Descanse en paz!

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