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Encubrimientos y manipulación plagaron investigación de caso jesuitas

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

La quinta sesión en la Audiencia Nacional de España, este jueves 9 de julio, dio espacio a uno de los testimonios más importantes en el proceso penal de los militares implicados en el asesinato de los sacerdotes Jesuitas y sus colaboradoras, en noviembre de 1989, en el contexto del conflicto armado en la década de los años ochenta en El Salvador.

El padre jesuita José María Tojeira, director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA) ofreció un testimonio rico en datos históricos y estremecedores sobre el asesinato y el manejo investigativo que se realizó en torno a estos hechos violentos contra la sociedad civil.

En el contexto de violencia que iba acrecentando, el padre Tojeira relató que el 13 de noviembre de 1989, la casa de habitación de los jesuitas en la UCA fue cateada por miembros del Ejército y que pidieron el nombre de cada uno de los sacerdotes. Así como, las diversas expresiones de rechazo de militares salvadoreños que criticaban del padre Ignacio Ellacuría su propuesta de una “solución negociada” del conflicto armado civil.

Otros datos importantes del escenario político de ese momento, aportados por el padre Tojeira, es la salida del padre Ellacuría por un año, en 1981, luego de que un militar de alto rango le informó que era el “número 1” en una lista de personas que querían matar en ese momento. Y que se utilizó a la radio Cuscatlán para mantener mensajes de odio hacia los padres jesuitas y la oposición política.

Asimismo, Tojeira, siendo en ese tiempo el provincial de los jesuitas en Centroamérica, comentó que supieron del asesinato luego de que el esposo de Elba llegó a decirles que habían matado a su esposa, hija y a los sacerdotes jesuitas.

“Vi a los padres asesinados, a las dos mujeres y los destrozos dentro del edificio. A ellos (los dejaron) en el modo habitual al tirarse boca abajo y ellos estaban en esa posición, apoyando la cabeza en el brazo. Y tenían disparos en cabeza y espalda, solamente Ignacio Martín Baró tenía un disparo en la parte posterior de su cabeza; excepto el salvadoreño padre López y López, quien estaba boca arriba, que según nos contaron quienes participaron en el asesinato, él se escondió en un cuarto y al salir le dispararon directamente de frente”, mencionó.

Uno de los relatos más estremecedores fue sobre Elba y Celina; el padre Tojeira relató que “ellas estaban de frente, Elba estaba destrozada como si hubieran querido partirla a la mitad a balazos, porque tenía toda la cara hundida, el pecho y estaba sobre su hija Celina, daba la impresión de que hubiera intentado cubrir a su hija. Y Celina estaba de medio lado, debajo de la madre”.

En cuanto a Lucía de Cerna, la testigo que estaba dentro de la UCA el día de la masacre, el padre Tojeira recordó que, aunque no se encargó de ella en ese momento, le aconsejó no hablar con nadie hasta después del entierro de sus compañeros y fue hasta el lunes que la escuchó en su oficina.

Los esposos Cerna tuvieron que vivir un vertiginoso cambio en sus vidas, que inició ese lunes, cuando ingresaron a la embajada de España, que por temor de no contar con seguridad pasaron a la Embajada de Francia, y culminaron en manos de Richard Chidester, de la Embajada de los Estados Unidos, que se ofreció a llevar a su país, pero terminaron bajo la custodia del FBI, que los sometió a interrogatorios y acoso, reveló Tojeira, así como la intervención del teniente coronel Rivas Mejía, quien sometió a los esposos Cerna al polígrafo.

“A las once de la mañana, el nuncio apostólico -de ese entonces- nos consigue una cita con el expresidente (Alfredo) Cristiani; el arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera y Damas; el obispo auxiliar, Gregorio Rosa Chávez, y yo. Allí le dijimos que el Ejército había asesinado a los jesuitas; el presidente Cristiani, acompañado del ministro de la Presidencia, quien era un militar retirado al que no le gustó lo que le dije y nos discutimos. El presidente Cristiani nos calmó y prometió investigar el caso y que se iba a enjuiciar a los culpables”, manifestó.

Sobre el abogado Rodolfo Parker, Tojeira indicó que, cuando lo acusó de haber encubierto el hecho, este se hizo presente en su oficina y negó las acciones de encubrimiento a los militares y le dio otra versión, a lo que el padre Tojeira respondió: “Por qué no contó esa versión al juez”.

Otro de los datos relevantes que compartió el padre Tojeira fue que, durante el asesinato la madrugada de ese 16 de noviembre de 1989, después de un tiroteo de 20 minutos, toque de queda y uno de los cercos más nutridos en ese momento de la ofensiva, algunos militares que estaban en las cercanías afirmaron que no escucharon nada, ni se hicieron presentes en el lugar.

“Nuestra conclusión es que, porque fueron ellos, lo sabían. Un poco antes de hablar con la Comisión de Hechos Delictivos tuve una reunión con los coroneles Ponce y Zepeda; en aquel momento, les dije: hay gente del Estado Mayor que ha colaborado y participado en este asesinato y me dijeron que no, eso lo recuerdo”, afirmó.

Asimismo, en el testimonial, Tojeira señaló que la Comisión de la Verdad fue la compilación de 22 mil denuncias, de las cuales el 85 % apuntaban a los cometidos por Fuerza Armada y un 5 % a la guerrilla en ese entonces.

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