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A escala mundial se han dado diversas manifestaciones de protesta en contra el bloqueo a Cuba de parte de los Estados Unidos, que no afecta directamente al Gobierno, sino al pueblo cubano que se ve limitado de obtener materias primas hasta para elaborar medicamentos. Las movilizaciones comenzaron, justamente, a inicio de este mes de abril, lo que ha llevado a realizar concentraciones, caminatas, bicicleteadas, caravanas, y cualquier forma de expresión ciudadana como muestra de apoyo al pueblo cubano, y por ende el rechazo al bloqueo.
El bloqueo económico contra Cuba inició en los años 60, tras el triunfo de la revolución cubana, una agresión criminal de los Estados Unidos, con la intención de hacer fracasar la revolución, pero, al final, solo ha servido para hacer sufrir al pueblo cubano, pues, las limitaciones por la falta de acceso hasta de producto alimenticio ha sido el principal efecto, pues la revolución se consolidó al enraizarse en el pueblo de José Martí y de Fidel Castro.
En octubre de 2020 hubo otra movilización de protesta en espacios públicos en los cinco continentes para exigir el fin del cerco económico, comercial y financiero a Cuba.
El bloqueo durante la anterior administración en la Casa Blanca, encabezada por Donald Trump, se endureció, y afectó, en gran medida, el desarrollo del país caribeño, pero no ha logrado doblegarlo, ni lo logrará. Prueba de esto es que pese a las grandes limitaciones, la ciencia de Cuba está por lanzar sus primeras dos de cuatro vacunas contra el coronavirus.
El Gobierno de Biden debería escuchar el clamor popular mundial de rechazo al bloqueo a Cuba, dado que el más afectado es el pueblo, y todos los pueblos tienen derecho a su libre determinación, así lo reconoce las Naciones Unidas (ONU).
El gobierno cubano estima que el impacto total del embargo en la economía de la isla es de 90.000 millones de dólares, incluyendo la pérdida de ganancias por exportaciones, los mayores costes de importaciones, las limitaciones en el crecimiento de la economía, y los daños sociales.
Lo anterior implica que si Estados Unidos suspende el boicot, Cuba estaría lista para desarrollarse a la par de cualquier país desarrollado del mundo, dado que gracias a la revolución, el pueblo de la isla tiene lo más preciado de todo pueblo civilizado: la educación.
Y es que un pueblo educado es capaz de salir avante de una forma rápida, y ha sido gracias a los ingentes esfuerzos del gobierno cubano por llevar la educación a todos los rincones de la isla, que le ha permitido alcanzar los niveles de desarrollo que en estos momentos tiene, pese al bloqueo. El desarrollo de la ciencia, por ejemplo, es envidiable para los países subdesarrollados latinoamericanos y en otros continentes.
La administración Biden no solo debería emular al expresidente Barak Obama, quien flexibilizó el boicot a Cuba, lo cual Biden conoce perfectamente, pues fue su vicepresidente, además debería tomar la iniciativa para que el congreso derogue la criminal ley en la que se sustenta el embargo a Cuba.
Cuba y la revolución socialista cubana no son una amenaza para los Estados Unidos, sino contra la ignorancia, la dignidad y la solidaridad humana.
Si Estados Unidos quita el bloqueo a Cuba, este digno país no solo sacará a su pueblo de la pobreza, sino que contribuirá, gracias a su solidaridad militante, a que otros países salgan del subdesarrollo, colaborando en la educación y la salud.
Esperemos, pues, que la administración Biden haga una lectura correcta de estas manifestaciones mundiales de apoyo a Cuba y contra el bloque, y más temprano que tarde, ordene el fin del bloqueo a Cuba.
