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Santiago Leiva
@DiarioCoLatino
El empate a cero entre Alianza y el Monterrey, de México, no da para hacer carnaval, pero si para reventar “cohetes de vara”. La orquesta blanca, que dio un alucinante concierto de puntualidad a la cita con el balón, dejó a la pandilla rayada en silencio y tapó muchísimas bocas del “malinchismo” salvadoreño.
Terminar tablas con el equipo regiomontano, la noche del miércoles en el estadio Cuscatlán, no da ventaja a los elefantes para el partido de vuelta, de los octavos de final de la Liga de Campeones CONCACAF, pero les permite llegar respirando por cuenta propia a suelo azteca. Y es que al Alianza únicamente le faltó gol, le faltó pegada, porque sin lugar a dudas protagonizó ante los rayados el partido más completo y alucinante para los hinchas propios y extraños.
Jorge “Zarco” Rodríguez no inventó nada novedoso y paró su acostumbrado 4-4-1-1, pero pocas veces se había visto a su equipo tan puntual y motivado -como “novia de pueblo”- para llegar a la cita con balón y pasarlo con tanta precisión y descaro.
Atrás, en la zaga central, Iván Mancía y Henry Romero fueron guardias imperiales, que desarrollaron su labor con tanta rigurosidad, que al portero Víctor Rafael García solo le incomodaron un par de centros que tuvo que salir a cortar al área.
Por la banda izquierda, Jonathan Jiménez se gastó un partidazo para enmarcar: estuvo impenetrable atrás y consiguió desbordarle a Dorlan Pabón y al veterano Miguel Layún. Por esa misma zona Óscar Cerén causó revuelo con su velocidad, pero a instantes trató de lucirse individualmente.
Por la derecha, Rubén el “Polaco” Marroquín y Diego Benítez hicieron un trabajo más reservado, tuvieron algunas dificultades con Rodolfo Pizarro, pero su trabajo y disciplina no dejaron de ser buenas.
Tampoco fue deslucida la labor de marca ejercida por Naciso Orellana e Isaac Portillo, en la tómbola central. En esta ocasión, “el Zarco” dio en el clavo al colocar dos contenciones y renunciar a un volante mixto.
“Chicho” y “el Clavito” minaron y cercaron la zona ancha y eso le cortó circuito a los hombres de Marco Alonso que, ante la marca asfixiante, jamás consiguieron tomarle las medidas a la cancha y dieron muchos pases errados.
A ese marcaje lo oxigenaba Herbert Sosa con sus regates, en labor de enlace para el colombiano Bladimir Díaz.
Eso si, ante los rayados el cafetero no pudo marcar gol, pero por si solo complicó a la zaga regiomontana. Sacó un par de remates tibios, pero lo que mejor mostró fue su voluntad de ayudar al equipo mientras estuvo en la cancha.
Empate con buen sabor
Al final, el 0-0 supo a gloria para los hinchas del Alianza y dejó sin argumentos a los comentaristas mexicanos de la cadena que transmitió el partido.
Y es que los relatores culparon a la cancha del poco poderío que mostró Monterrey. Mientras que un medio azteca vende incidencias no convincentes.
“Durante la primera mitad, la Pandilla propuso juego vertical. Las llegadas eran constantes en el área rival y en varias ocasiones tuvo que intervenir el portero Rafael García para evitar la caída de su arco”, se lee en la nota periodística de Record. García en ningún momento tuvo que volar para evitar gol.
El partido de vuelta se jugará el miércoles 27 de febrero y podría ser diferente, pero esa es otra historia. Por ahora, queda alucinar con la hazaña del empate.
