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Ágora Cuscatleca: Moda de “Autoproclamarse”

Carlos Girón S.

“Señores, amigos míos, aquí los de esta congregación, les tengo preparado algo de lo que parece que quieren que fuera una moda”. –Fue lo primero con lo que saludó Ruperto, el vendedor de sorbetes de carretón, a los parroquianos ya presentes en la Plaza Libertad, mejor conocida como el Ágora Cuscatleca.

-¡Qué saludo el que se trae este señor sorbetero! aparece siempre con palabras enigmáticas para sorprender a la gente y ponerla a cavilar, dijo Tomás, el fontanero, agregando: ¿qué es lo que se trae preparado y qué quiere poner o imponer como una moda, se puede saber?

-Sí, eso veo yo también, salió al paso María la pupusera del loroco y encurtido chiloso. No se sabe, pues modas hay bastantes, todos los días aparecen, la de los teléfonos androides, por ejemplo, todos quieren tenerlo; los chambres de esas redes sociales que mencionan; la de esos que se roban los dineros del pueblo; la de los feminicidios, la de los magistrados pedófilos, y para qué les cuento más.

-Pero, oigan, ya le quitaron la guitarra a Ruperto no dejándolo hablar y dar a conocer su enigma, acotó el taxista de la acera, Wenceslao. Pasémosle pues la guitarra.

-Gracias, Wences… Por su amabilidad.  Y, miren todos, desde hace ratos, días, meses nos reunimos en esta Ágora formando toda una asamblea, y como vienen amigos de muchas partes del país, perfectamente podemos decir que es una asamblea nacional. ¿Verdad que sí…?

-Siiiii, fue la respuesta general de los presentes.

-Pues, tomando en cuenta las condiciones y circunstancias en que se desenvuelven nuestras vidas en este país, donde reinan el desorden, las arbitrariedades,  y si ustedes ven, no hay suficiente comida para el pueblo ni tampoco medicinas en los centros de salud y…

-Un momento, usted parece que está hablando disparates no apegados a la realidad –declaró Fidelina, la vendedora de canasto con bisuterías.

-Si, está inventando cosas quién sabe con qué propósitos escondidos y mejor es que estemos preparados, no nos vaya a sorprender con alguna jugada turbia, añadió Julia, la señora de los mercados.

-Déjenlo, dejénlo que vomite, que escupa la piedra que esconde, agregó Julián, el de los hotdogs, al 2 por 1, o sea  pagando la mitad de precio si lleva el segundo.

-Hable, Ruperto, hable, lo animo Wenceslao.

-En estos momentos, ante ustedes que son la asamblea nacional, yo me autoproclamo Presidente de la República para sustituir al usurpador que está ahora en el poder.

Gestos de asombro y miradas de incredulidad se desataron entre la concurrencia, visiblemente anonadada, sin alcanzar a comprender lo que habían oído decir.

-Nuestro país sufre de miseria y no goza de sus libertades, ya que es víctima de una feroz dictadura que nos oprime a todos, siguió diciendo el sorbetero.

La concurrencia seguía estupefacta y silenciosa.

-Sepan que como gobierno interino, de inmediato he recibido la aprobación de muchos países, desde el Norte del Continente, hacia abajo, y asimismo otros del Viejo Continente.

Aunque todos se veian indiferentes a la sarta de locuras que decía el aGuaido, el no paraba: ya han visto también que, desde el primer momento, todos los medios grandes y fuertes, internos y externos, impresos y televisivos me reconocen como “presidente interino” y destacan mi figura con grandes desplegados noticiosos alabando mi gesta, que consideran “histórica”.   

La concurrencia aguardaba paciente a que el autoproclamado “presidente interino” siguiera desembuchando sus disparates.

-Les anuncio que pronto iré a reunirme con los miembros del Grupo de Mandarina –a quienes quieren tildar de “Asnos de Troya”-, lo mismo que con el jamelgo Luis Amargo, para ver juntos cómo le ayudamos a “mi pueblo”, que me da todo su apoyo. Y, ¡oigan! Lo primero que haré es buscar que recauden por allá cosas, como “ayuda humanitaria” (y en medio, como subterfugio otra cositas) para introducirla, por las buenas o por las malas, al territorio nacional.

El Ágora Cuscatleca seguía impávida y sin siquiera murmurar nada.

-Mi gesta es histórica y por eso le hago un llamado, uno a uno, a los integrantes de las Fuerzas Armadas, para que abandonen al usurpador que detenta el poder y se unan a mí.

Y siguió despotricando: ¡y oigase bien! Pongo como fecha invariable para la entrega de esa “ayuda humanitaria” el 23 de… Bueno, pongan ustedes el día exacto para que se cumpla este mi decreto, porque si no se cumple el mundo se carcajeara de mi.

…No esperes a que lo haga el mundo, nosotros lo hacemos aquí y desde este momento… Ja, ja, ja, ja, jaaaaa, rieron todos en coro y a todo pulmón por las gracejadas que acababa de decir el AGuaido…

   Y carcajeándose asi, aquella congregación de ciudadanos -que no era  ninguna asamblea nacional-, se disperso con el eco de las risotadas de todos volando por los aires…

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