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Cese al fuego bilateral, nudo del proceso de paz con FARC en Colombia

Por Alina Dieste

Bogotá/AFP

El cese al fuego bilateral entre la guerrilla FARC y el gobierno en Colombia apareció nuevamente el martes como el nudo del proceso de paz que ambas partes sostienen, sovaldi sin una tregua en el terreno, para poner fin a un conflicto armado de más de cinco décadas.

El flamante ministro de Defensa, Carlos Villegas, anunció que el fin de las hostilidades sólo se hará efectivo cuando haya un acuerdo definitivo entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno, pese a los llamados a un alto al fuego por parte de la guerrilla comunista, pero también de observadores internacionales, como las Naciones Unidas.

«Recomiendo una tregua por dos semanas o un mes para bajar la intensidad en este momento, porque lograr un cese bilateral es más complejo, ya que implica acuerdos y monitoreos de cómo se va a lograr», dijo a periodistas el representante de la ONU para los Derechos Humanos en Colombia, Todd Howland.

En La Habana, donde desde noviembre de 2012 avanzan las conversaciones de paz entre el principal y más antiguo grupo rebelde del continente y el gobierno de Juan Manuel Santos, el jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, pidió «una vez más» un cese bilateral en las hostilidades.

«Es hora de parar la guerra para no dañar el proceso de paz», dijo Márquez dirigiéndose a Santos y a Villegas.

Sin embargo, en su primera rueda de prensa este martes, Villegas afirmó que se debe mantener «la doble vía» impulsada por Santos, que propugna la negociación en La Habana en medio del conflicto armado en Colombia.

«El cese al fuego bilateral acordado en la agenda inicial será acordado cuando sea definitivo, cuando sea el final de la negociación, cuando tengamos toda la capacidad para verificarlo, hacerlo seguro y que todo el mundo tenga la certeza de que vamos hacia el desarme y la desmovilización y de ahí a la reintegración de los combatientes», señaló.

Y agregó: «Si la guerrilla quiere decretar unilateralmente otra vez desescalamiento del conflicto eso será bienvenido».

Las FARC, con unos 8.000 combatientes según el gobierno, mantuvieron una tregua unilateral desde diciembre hasta finales de mayo, cuando la levantaron tras la muerte de 26 guerrilleros en un bombardeo gubernamental.

La ofensiva militar aérea, suspendida por poco más de un mes, se reinició luego de que una emboscada guerrillera dejara 11 uniformados muertos.

Nubes grises

Mientras las negociaciones avanzan lentamente, centradas en la justicia y la reparación a las víctimas, las hostilidades han recrudecido en Colombia, con bajas en ambos bandos, y sucesivos atentados de la guerrilla contra la infraestructura energética y petrolera, que han levantado nubes grises sobre el proceso de paz.

«Esa máxima de negociar en medio del conflicto es en gran parte lo que tiene en crisis el proceso de negociación», dijo a la AFP Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para Análisis de Conflictos (Cerac).

El analista coincidió con las FARC y la ONU en que el cese al fuego bilateral debe ser «prioridad» en la negociación, pero descartó que deba llegar producto de la violencia.

Según la estatal Defensoría del Pueblo, desde el fin de la tregua unilateral de las FARC, se registraron 38 acciones violentas contra civiles por parte de ese grupo armado, surgido en 1964 de una insurrección campesina, acciones en «claras infracciones al Derecho Internacional Humanitario».

Para Ariel Ávila, especialista en el conflicto de la Fundación Paz y Reconciliación, una tregua bilateral «es lo mejor».

«Generaría confianza en la población, que no entiende por qué hay confrontación en medio de la negociación. Daría tranquilidad a las partes y generaría el ambiente para un posible referendo sobre el acuerdo final», señaló Ávila a la AFP.

«Pero todos saben también que el costo político de hacerlo es muy alto. El gobierno quedaría sindicado por la oposición de estar fortaleciendo a las FARC», agregó, aunque estimó que antes de octubre debería darse «porque es muy difícil llegar a elecciones locales con esa intensidad del conflicto».

Al menos 220.000 muertos deja ya el conflicto armado colombiano, que además de guerrillas ha involucrado a paramilitares y agentes del Estado.

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