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«EN SANTIAGO DE MARÍA ME TOPÉ CON LA MISERIA»

Dos años de la Vida de Mons. Romero (1975-1976)

¿Años del Cambio?

Era la primera noticia que me llegaba después de casi tres horas de espera. Desde entonces ya sabía a qué atenerme: había que esperar; tenía esperanza que todo se arreglara, por parte del embajador.

Efectivamente, veo que llega un carro con el canciller de la Embajada española, el Sr. Manuel de la Helguera; le saludo y le abordo a bocajarro: “¿Crees que se podrá hacer algo?”. “¿Qué?”, me dice. No sabía nada. El venía a esperar -pura casualidad- al embajador de España en Managua que venía a pasar el fin de semana y que es amigo suyo.

Le explico lo sucedido; y me dice: el embajador de España no está en la capital, me consta que está, este fin de semana, en el mar con el nuevo secretario; no lo localizarán… veamos a ver si puedo hacer algo.

-10.45 a.m.: el canciller intenta entrar dentro, en las salas de viajeros y de migración para pedir explicaciones. No se le dejaba entrar; presentó el pasaporte y papeles diplomáticos y después de chequearle tres veces la policía, le dejaron pasar adelante. A los cinco minutos estaba de vuelta. Me dijo: “No he visto a Juan, pero me han dicho que está en el avión, y se quedará en San José de Costa Rica. Ante mis interrogantes todos me contestaron: son órdenes superiores”.

-11.15 a.m.: el avión se pone en movimiento para despegar. Está rodeado de guardias y soldados como si llevara un montón de malhechores. Salió con más de hora y media de retraso. ¿Por Juan? Creo que sí. Remontado ya el avión en el aire se esfumaron las esperanzas.

-12.45 a.m.: llego al convento de San Salvador. Telefoneo a Mons. Romero dándole la noticia; me dice que hasta el lunes no se puede hacer nada. También comunico la noticia a Jiquilisco. A las 6 p.m. ya estaba de vuelta en Jiquilisco para ayudar en las misas del domingo 17.

(18 de agosto, lunes)

-6 a.m.: salgo de Jiquilisco para San Salvador.

-8 a.m.: estoy en la Embajada de España, me dicen que haga una “petición oficial” de indagación y reclamación sobre el ciudadano español Juan Macho, que tenía que estar en el país según las leyes internacionales…; y por qué no se le dejó entrar…

Vuelvo al convento de San Salvador y juntamente con el P. Ramiro escribimos la carta reclamatoria; se la presento al embajador, la completamos un poco con algunos detalles más y firmada por él y apoyada con nuestro reclamo, es enviada de una manera “oficial” al Ministerio del Interior, pidiendo explicaciones de su expulsión. (Porque en realidad era expulsión, ya que tenía carnet de RESIDENTE hasta los primeros meses del año 1976, y según las leyes internacionales tiene derecho de entrar, si no existen causas graves. Es distinto una simple negación de entrada, lo cual puede hacerse más fácilmente; así me explicó el embajador).

El contenido de la carta del embajador, era este, más o menos: “Me llama poderosamente la atención por qué el ciudadano español Juan Macho Merino, religioso pasionista, más de 12 años residente en este país, y trabajando… Viniendo de vacacionar 45 días desde España, de casa de sus padres…, ajeno totalmente a los sucesos que hace unas semanas pasó el país… (estaba haciendo alusión implícita a la masacre del 31 de julio en San Salvador, a todas las protestas y a la toma de catedral…), se le impidió la permanencia en el país…; por lo cual, como responsable de todos los españoles aquí residentes, exijo una explicación y el por qué de su expulsión…”. Se pasó un día, una semana, un mes, dos meses… y aún estamos esperando la respuesta.

(19 de agosto, martes)

En este día, el periódico LA PRENSA GRÁFICA de San Salvador daba la noticia en una de las páginas interiores con este título: IMPIDEN INGRESO DE PÁRROCO DE JIQUILISCO EN AEROPUERTO. Explicaba las incidencias en el aeropuerto, especialmente lo relacionado con el canciller de la Embajada; que fue el que mandó publicar la noticia.65

Desde este momento la noticia se hizo nacional, y empezamos a recibir comunicaciones y visitas que se interesaban por el asunto, especialmente la gente conocida y cristianos comprometidos”.66

Continúa la narración del Cronista:

2.2.- Relación del P. Juan

“Queridos compañeros: veni, vidi y…; y aquí me tenéis otra vez en España a donde llegué “empaquetado” en el avión de regreso hasta Madrid: total 33 horas de vuelo en redondo. Así sucedió: salí de Madrid con los padres de Leopoldo, feliz de llegar nuevamente a compartir con vosotros las comunes inquietudes y afanes de esa comunidad que, al fin, se perfilaba llena de ilusiones y esperanzas.

Llegó el avión y descendí feliz, saludé con la mano en alto a Leo y entré impaciente a comenzar los trámites migratorios y de aduana con el ansia de daros el abrazo de saludo. Me puse en una cola en la que ocupaba el tercer puesto, detrás de mí los padres de Leopoldo. Presenté el pasaporte, la señorita lo cogió, leyó el nombre, llamó a un señor que andaba por ahí y le dijo: “Aquí lo tiene”; le entregó mi pasaporte y el señor me cogió del brazo y me dijo: “Acompáñeme”. Me llevó a la oficina del oficial de Migración que escuetamente me dijo: “Ud. no puede entrar”. Le dije: ”Bueno, ¿y eso?”. Contestó: “Vamos, acompáñeme”. Hizo señas a dos policías que se pusieron a mi lado, me cogió del brazo y salimos hacia el avión; por el trayecto le dije: “Eso tiene que tener alguna explicación”; y me dijo: “Mire, Ud. tiene demasiados problemas en Jiquilisco; y no pregunte más; es compromiso para mí que Ud. esté en tierra. La orden es que no bajara del avión, pero como Uds. vienen así, es imposible reconocerles”. Me puso en la escalerilla del avión. Habló con el comandante de la nave. Dejó a un policía junto a la escalerilla y se fue. Ya no pude ver a nadie, tampoco me permitieron despedirme de los padres de Leopoldo. ¡Qué llegada! Se presentó el de Iberia todo apenado para arreglar el pasaje de regreso ($636), le dije que si hablaba con los de la casa le podían pagar allí; no le permitieron hacer contacto, y tuve que venir a “porte debido”. Como podéis suponer llegué molido y desecho…”.67

Hasta aquí la versión de Juan que es bien significativa y realista. Pueden sacarse conclusiones.

2.3.- Reacción del obispo, Mons. Romero

A continuación ponemos la reacción de Mons. Romero, obispo de Santiago de María, diócesis donde está enclavada la parroquia de Jiquilisco: el día 18, lunes, manda una carta al Presidente, contándole el hecho y pidiéndole reconsideración de la determinación contra el P. Juan Macho. Al día siguiente tiene una entrevista personal con el Sr. Presidente de la República en la que le pide motivaciones o el por qué de la expulsión. La respuesta del Sr. Presidente: “Hubo una equivocación, el padre puede volver a entrar”. (Así no más, sin más explicaciones).

Carta al Señor Presidente:

Señor Presidente:

Nuevamente circunstancias conflictivas entre el Gobierno civil y la Iglesia -que, como Ud. bien sabe, me causan mucha pena-, me obligan a molestar su atención para suplicarle atenta y encarecidamente su decisiva intervención para resolver favorablemente el siguiente problema que afecta grandemente a mi Diócesis.

El sábado recién pasado (16 de agosto), no se permitió el ingreso al país al padre Juan Macho Merino, que regresaba por avión de unas breves vacaciones en España, a la parroquia de Jiquilisco donde presta, desde hace varios años, sus servicios sacerdotales a esta Diócesis. Comprendo, Señor Presidente, las preocupaciones de su Gobierno que pudieron inspirar esta determinación; pero tengo la satisfacción de asegurarle, con la sinceridad que caracteriza mis relaciones de amistad con Ud., que el sacerdote mencionado es merecedor de mi confianza en cuanto a su ideología y sus actuaciones sacerdotales; la promoción humana y cristiana en las que él trabaja están conforme al sentir del Evangelio y de la Iglesia.

Por lo que, atenta y encarecidamente, suplico a Ud. que se reconsidere la determinación tomada contra el P. Juan Macho Merino y que se le permita entrar al país para seguir trabajando en su parroquia. Ud. ya sabe que tengo la diócesis más necesitada de sacerdotes y uno sólo que me falte compromete seriamente mis proyectos pastorales. Si Ud. tuviera alguna queja justa contra él, le agradecería indicármela y le prometo advertírsela con la seguridad de encontrar en él la rectitud y buena voluntad de un verdadero seguidor del Evangelio de Nuestro Señor. Para aclarar mejor mi pensamiento al respecto, mucho agradecería a Ud. darme la oportunidad de una audiencia dentro de la urgencia que para mí significa este problema.


65. «La Prensa Gráfica», martes 19 de agosto 1975, pág. 22.

66. A.C.P.: BSF. nº 61, diciembre 1975, págs. 127-129.

67. A.C.P.: BSF. nº 61, diciembre 1975, pág. 130: Carta del P. Juan Macho a Zacarías Díez y Pedro Ferradas del 19 de agosto de 1975, pág. 1.

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