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Por Pedro García Hernández
Corresponsal jefe/Damasco
La Habana/PL
Tras la vigencia de cuatro zonas de distensión, los avances exitosos del Ejército y la consecuente aplicación de una política de reconciliación nacional, Siria avanza en el camino de la derrota del terrorismo y la atenuación de una guerra impuesta.
Los recientes acuerdos en Astaná, capital de Kazajastán, conciliados entre 28 grupos opositores sirios y Rusia, Turquía e Irán como países garantes, permitieron poner en práctica zonas de distensión en regiones de las provincias de Idleb, Hama, Homs y el sur de la de Damasco.
Casi simultáneamente, las Fuerzas Armadas y milicias aliadas retomaron posiciones en el norte, centro y sur del país y arrebataron territorios a grupos extremistas armados del Estado Islámico, Daesh por su acrónimo en árabe y de la llamada Junta para la Liberación del Levante, otrora Al Nusra.
Tan difíciles y complejas las negociaciones internacionales para poner coto a la crisis son las que se efectúan internamente, las cuales alcanzaron ceses del fuego en el amplio arco geográfico que rodea la capital por los cuatro puntos cardinales.
A Zabadani y Madaya, cercanas a Damasco, se unieron las retiradas de grupos extremistas de suburbios capitalinos como Barzeh, Qabum y el antiguo campamento palestino de Yarmuk, además de continuas conversaciones en otras áreas donde la distensión ha funcionado con relativa continuidad.
Alcanzar este escenario en medio de una guerra impuesta que ha costado más de 500 000 muertos, heridos y mutilados y pérdidas por más de 200 000 millones de dólares, solo es posible por la sensatez del Gobierno sirio, Rusia e Irán y la firmeza en el terreno de combate demostrada por el Ejército y milicias aliadas como las del movimiento de resistencia libanés Hezbolá.
Sin embargo, los peligros siguen latentes ante la presencia de tropas turcas y fuerzas militares de Estado Unidos en la región norte de Siria y el continuo movimiento de efectivos de es último país y Jordania, en la zonas sureñas.
Más allá el dramático escenario interno de esta nación del Levante, persisten los continuados ataques mediáticos y logísticos desde Arabia Saudí, Qatar e Israel, incluso con la elaboración de presuntos ataques químicos para culpar al Gobierno de Bashar Al Assad.
El impávido silencio de la Liga Árabe, cuya última reunión en Ammán , capital jordana no logró consensos de ningún tipo para buscar caminos hacia la paz , si dejó abiertas las puertas a la desidia, la falta de solidaridad y unión y por tanto, del desvanecimiento práctico del mundo árabe por encima de bases confesionales.
Aunque Siria logró detener como nunca antes la política del espanto y el terror que promueve la denominada Primavera Árabe, sigue amenazada por los centros de poder en Occidente y de quienes con abundantes petrodólares colocan por encima de creencias confesionales, las ambiciones económicas.
(Tomado de Semanario Orbe)
