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La vida y el testimonio de Rutilio Grande, semillas de justicia y de esperanza… (Parte II)

German Rosa, s.j.

En la vida te encuentras con personas que te estremecen como un terremoto. Rutilio Grande es una de ellas. Su trabajo removió las vidas de muchas personas en Aguilares y El Paisnal, pero también impactó en todo el país. Rutilio tuvo una incidencia nacional, sin buscarlo ni pretenderlo, y precisamente porque fue un hombre de Dios fue capaz de hacer lo que hizo. El contexto histórico en el que realizó su servicio apostólico pastoral, lo fue conduciendo poco a poco al día de su martirio.

Rutilio Grande fue consciente que la fidelidad a su vocación como religioso jesuita y sacerdote, lo podría conducir al martirio. Sin embargo, como un auténtico cristiano fue fiel en el seguimiento de su maestro Jesucristo, que dijo explícitamente en el sermón de la montaña: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados ustedes cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes” (Mt 5,10-12).

Vamos a recordar el contexto histórico en el que vivió su vocación cristiana como religioso jesuita y sacerdote Rutilio Grande, y las situaciones que lo condujeron a su martirio.

1) Rutilio, bienaventurado por amar a los pobres, tener un corazón limpio y ser misericordioso

En los primeros meses del año de 1974 la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), que había sido fundada en 1969 con el objeto de defender los derechos campesinos, organizó grupos en el municipio de Aguilares. La organización era un derecho de los campesinos y FECCAS recogió los frutos del proceso de la evangelización (Cfr. http://www.uca.edu.sv/publica/eca/588com1.html).

La organización cobró fuerzas porque los campesinos sufrían directamente el alto costo de la vida. Además, la fluctuación de los precios de los abonos químicos llevó al fracaso a las cooperativas agrícolas causando la ruptura de los ciclos productivos, y se extendieron las protestas en contra del alto costo de la vida constituyendo a FECCAS en una organización de carácter nacional por su rápido crecimiento. Sin embargo, Rutilio Grande fue considerado responsable de toda esta situación, porque muchos campesinos cristianos Delegados de la Palabra eran miembros afiliados de FECCAS. No obstante, había una clara separación organizativa, de horarios y actividades de la Parroquia con la organización de FECCAS.

El equipo de la Parroquia de Aguilares dialogó y pidió a la policía y al mismo comandante que dejara de propagar la idea y las difamaciones en contra de los sacerdotes acusándolos de comunistas y alborotadores. Incluso Rutilio escribió a la Casa Presidencial para informar del caso. La Casa Presidencial contestó escuetamente que se daba por enterada.

El mismo Rutilio Grande estuvo el 5 de febrero de 1975 con el Coronel Arturo A. Molina, en ese entonces Presidente de la República. En ese encuentro Rutilio defendió el trabajo pastoral del equipo y pretendía evitar una posible represión contra la parroquia y el pueblo.

No obstante las iniciativas de aclarar el tema del trabajo pastoral, continuaron las acusaciones. Se difundían hojas volantes acusando a Rutilio y los sacerdotes de la Parroquia de comunistas. Esta iniciativa era promovida por grupos católicos conservadores. Rutilio respondía a estos grupos: “Se levantan pensando en el nombre todopoderoso del Dios dinero aunque sigan mugrientos, escuálidos, anémicos y pobres millares de campesinos”. Rutilio desenmascaró su hipocresía pero al mismo tiempo les expresaba: “Les amo tanto y les perdono sus ofensas gratuitas e infundadas que estoy dispuesto a perder mi vida para que ustedes se conviertan y salven, reconociendo sus injusticias para bien de este país” (Varios. 1978. Rutilio Grande. San Salvador, El Salvador, C.A.: UCA EDITORES, p.  86).

La polarización social fue aumentando en el país y ocurrió una terrible masacre de estudiantes por las fuerzas del gobierno el 30 de julio de 1975. El hecho culminó con la toma de la Catedral Metropolitana y el nacimiento del Bloque Popular Revolucionario (BPR) al cual se integró FECCAS junto con la organización campesina la Unión de Trabajadores del Campo (UTC). En todas estas alianzas políticas tanto Rutilio Grande como su equipo estuvieron ausentes. Tampoco tuvieron parte en la toma de Catedral.

La organización FECCAS organizó su primera manifestación pública en Aguilares, el 21 de diciembre de 1975. Solicitaron una misa al P. Rutilio fuera de los horarios normales. Rutilio y su equipo propusieron celebrar una “Navidad Campesina” para todos a la hora normal. En la homilía Rutilio dijo lo siguiente: “no podemos casarnos con agrupaciones políticas de ninguna clase, pero no podemos permanecer indiferentes ante la política del bien común de las grandes mayorías, del pueblo…de eso no podemos desentendernos ni hoy ni nunca” (Varios. 1978. Rutilio Grande, p. 87).

La Presidencia de la República acusó al P. Rutilio ante el Arzobispado. El 7 de enero de 1976 Rutilio dijo al Arzobispo que la organización FECCAS, entraba en el ámbito de las organizaciones intermedias según los documentos papales, de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín y las cartas pastorales del mismo Arzobispo. La organización es un derecho humano innegable, así como la sindicalización y la defensa de los derechos laborales. Rutilio también tuvo que explicar esta situación diciendo lo mismo en la Nunciatura donde el Presidente también había pedido una aclaración. Durante el año de 1976 Rutilio dudó si era el más indicado para párroco de Aguilares y en varias ocasiones planteó su salida.

En ese contexto Rutilio y el equipo de jesuitas dejaron bien claro la diferencia entre la misión parroquial, la comunidad y la organización campesina. La Iglesia no se identifica con ninguna organización política aunque ésta reciba de aquella su impulso o inspiración.

Rutilio tenía claro que la evangelización era algo más amplio que un determinado proyecto político. La misión de la Parroquia no pretendía ninguna clase de poder, aunque la praxis pastoral incluyera a diversos grupos que lo buscaran legítimamente, desde la perspectiva del servicio y con el horizonte de lograr mejores proyectos históricos realizables. La fuerza moral de la Parroquia era el Evangelio. La identificación de la Parroquia con la organización campesina fue una de las debilidades de quienes atacaban a Rutilio. No obstante, Rutilio tenía muy claro e insistía que la Parroquia y la organización política eran instituciones independientes.

2) Rutilio Grande, bienaventurado por practicar la justicia y caminar humildemente con Dios y con tu pueblo

El crecimiento de la Parroquia y también de la organización política fue una evolución natural en esa coyuntura en el país.

La Parroquia se fortaleció en la formación, la preparación y la práctica de los sacramentos, la celebración de la palabra, el estudio serio de la Sagrada Escritura. Defendía las organizaciones de los campesinos. En las Eucaristías durante la oración de los fieles pedían tener una mejor organización en orden a exigir una justa reforma de la tierra, para no desfallecer en las luchas por mejorar en todo sentido, para vivir la verdad sin miedo, para tener valor para comprometerse con hechos, para que el campesino unido exigiera lo que se le debía como un derecho y para que tuviera fuerza para organizarse.

R

utilio formó parte del senado presbiteral de la arquidiócesis. Desde esa instancia fue testigo del Evangelio como un sacerdote al servicio del pueblo de Dios en Aguilares. Su presencia fue fecunda porque irradió en el clero y los seglares las líneas de acción esenciales de Medellín. En la semana pastoral del 6 al 11 de enero de 1976, Rutilio fue una pieza clave. Se preparó el documento de trabajo de esta semana tratando los temas siguientes: la formación de los agentes de pastoral, la urgente evangelización teniendo como núcleo central el Evangelio, la organización de comunidades vivas y operantes que fuesen semilleros de cristianos comprometidos, todo esto desde un balance crítico de la realidad nacional y de las debilidades de la misma Iglesia. Estas situaciones deberían ser contrastadas con la persona de Jesucristo (Cristología) y con la comunidad de los seguidores (Eclesiología).

Después de la semana se echó a andar el proceso de constitución de los consejos pastorales, incluyendo a los seglares que habían participado en la semana pastoral, en las parroquias de la arquidiócesis.

El gobierno del Coronel Molina inició un plan de transformación agraria, que sería un proyecto a largo plazo en beneficio de la oligarquía salvadoreña. El proyecto consistía en lo siguiente: “una expropiación de tierras en una determinada región y su re-venta a 12.000 familias campesinas. Los propietarios serían reembolsados y se les daría un incentivo para re-invertir en industrias” (Varios. 1978. Rutilio Grande, p. 91). El mismo gobierno expresó que el proyecto sería una especie de seguro de vida para sus hijos.

La oligarquía desató una campaña en los diarios del país, creando una controversia con el gobierno que finalmente logró que el Coronel Molina se rindiera a las presiones de la oligarquía. La transformación agraria se redujo finalmente a una propuesta para que los terratenientes vendieran la tierra que ellos desearan a los precios de mercado.

El proyecto hidroeléctrico de la Presa del Cerrón Grande estaba ya inundando las tierras de la parroquia de Aguilares. Los propietarios habían vendido aquellas tierras al gobierno y éste no se sentía obligado a ayudar a los campesinos en su reubicación. Unos 250 campesinos realizaron una manifestación para pedir una entrevista con Francisco Orellana, uno de los propietarios. Se dispararon tiros y el hermano de Francisco resultó muerto. Las organizaciones de los latifundistas y la de los hombres de negocios empezaron una campaña en los periódicos, expresándose de los campesinos como hordas asesinas de campesinos y atacaron a los sacerdotes de Aguilares acusándolos de incitar a los campesinos a la violencia. Diciendo que eran comunistas y predicadores de odio. Monseñor Chávez salió públicamente en defensa de su clero y de la misión de la Iglesia.

El gobierno comenzó una campaña en contra de algunos sacerdotes. Después fueron expulsados del país tres sacerdotes: Mario Bernal, colombiano y párroco de Apopa; Guillermo Denaux, Belga, y Bernando Survil, norteamericano.

Después de la expulsión del párroco de Apopa Mario Bernal, la Vicaría de Quetzaltepeque organizó una manifestación de fe en protesta, la cual concluyó con una Eucaristía en Apopa, el 13 de febrero de 1977. Rutilio Grande y otros sacerdotes de la Vicaría celebraron esta misa para reflexionar sobre este acontecimiento. En ese lugar Rutilio dijo la famosa homilía de Apopa en la que denunció el pecado social de la injusticia distributiva en el país y propuso como antídoto el amor contra el anti-amor, contra el pecado, la injusticia, la dominación de los hombres y la destrucción de la fraternidad. Subrayó que somos profetas para anunciar y hacer posible el reino de Dios en este mundo. La injusticia se enfrenta con la palabra de Dios en la mano (Cfr. Varios 1978. Rutilio Grande, pp. 106-107).

Rutilio se expresaba así en la homilía: “De manera que si Jesús cruza la frontera cerca de Chalatenango, no lo dejarán entrar. Le acusarían al Hombre-Dios… de agitador, de forastero judío, que confunde al pueblo con ideas exóticas y foráneas, ideas contra la democracia, esto es, contra las minorías. Ideas contra Dios, porque es un clan de Caínes. Hermanos, no hay duda que lo volverían a crucificar” (http://radioevangelizacion.org/noticia/biografia-rutilio-grande).

Otros seis sacerdotes que estaban trabajando en El Salvador y que estaban fuera del país por períodos cortos, no pudieron regresar porque las autoridades les negaron el permiso, otros habían sido amenazados de muerte y se refugiaron en el seminario, otro fue secuestrado y maltratado por los cuerpos de seguridad, etc.

3) Rutilio Grande, bienaventurado porque amaste a Jesucristo y tomaste la cruz al igual que tu maestro hasta el martirio

En esta realidad difícil y compleja ocurrió el cambio de Arzobispo de San Salvador. Siendo Mons. Oscar Arnulfo Romero y Galdámez el sucesor de Mons. Luis Chávez y González.

Mons. Romero tomó posesión de la arquidiócesis en privado, en la capilla del seminario, el 22 de febrero de 1977. Los obispos comenzaron a movilizarse como Conferencia Episcopal para publicar una protesta ante tantos atropellos.

En el contexto del nombramiento de Mons. Oscar Arnulfo Romero, ocurrió el triunfo electoral del General Carlos Humberto Romero el 20 de febrero de 1977, candidato oficial por el Partido de Conciliación Nacional. El General Romero se hizo con el poder siendo acusado de fraude electoral por la oposición. El General Romero reprimió a las fuerzas de oposición que pedían un recuento de votos. Los líderes opositores, a través de la mediación del Arzobispado, lograron asilo en embajadas y salieron del país posteriormente. El gobierno declaró en ese contexto estado de sitio.

Durante los últimos meses de 1976 y primeros de 1977 se intensificó el conflicto con el Estado, por esta razón el senado de la arquidiócesis se dedicó a tratar de resolver la situación.

Un mes después de pronunciar aquella homilía profética en Apopa, ocurrió el martirio de Rutilio Grande, acompañado por dos amigos suyos: “El sábado por la tarde, 12 de Marzo, a un mes escaso de la manifestación de fe en Apopa, Rutilio también pasó a engrosar la lista de los Mártires de América Latina. Esa tarde Rutilio salió a presidir la Eucaristía en El Paisnal donde estaba celebrando la novena como preparación a las fiestas patronales. En aquel último viaje lo acompañaron Manuel Solórzano, 72 años, Nelson Rutilio Lemus, 16 años, y unos dos o tres niños. Mientras atravesaban unos campos de caña fueron emboscados y brutalmente ametrallados” (Varios 1978. Rutilio Grande, p. 109).

Al recibir los impactos de bala, Rutilio perdió el control del vehículo, volcándose hacia el lado derecho. Se encontró con los cadáveres ensangrentados, con el motor encendido y las ruedas dando vueltas. Los niños lograron escapar. La noticia se transmitió a la Catedral y al Provincial de la Compañía de Jesús. Se procedió al reconocimiento de los cadáveres por parte del juez de paz de Aguilares, e hizo conducir el vehículo a la Alcaldía. Los cadáveres fueron entregados a la parroquia donde fue velado. Se hizo presente el Provincial de los jesuitas, el Arzobispo Mons. Oscar A. Romero y su obispo auxiliar, Mons. Arturo Rivera y Damas. Los campesinos lo lloraron y también sacerdotes con quienes convivió y trabajó en la Arquidiócesis. Los cuerpos fueron trasladados a la Catedral de San Salvador, para tener una misa concelebrada por el Nuncio, con los obispos y más de cien sacerdotes. Se distribuyó la homilía que Rutilio dijo en Apopa un mes antes del martirio, en la que expresó: “en el cristianismo había que estar dispuesto a dar la vida en servicio por un orden justo y por los valores del Evangelio”. El traslado de los féretros hacia el templo del Paisnal fue acompañado por un río de gente. Los campesinos acompañaron con sus cantos, y sonó una canción ranchera compuesta por ellos mismos en memoria de Rutilio. Nunca se esclareció quienes mataron a Rutilio, pero sin lugar a dudas fue víctima de las injusticias y la violencia institucionalizada en el país: “Quienes pretendieron acallar su voz con las balas no han hecho sino amplificarla. Su vida y su palabra permanecen para siempre. Rutilio es hoy testigo del Evangelio y de la justicia” (Varios 1978. Rutilio Grande, p. 117).    

Rutilio Grande fue verdaderamente un bienaventurado. Vivió a fondo su vocación cristiana como religioso jesuita y sacerdote, y siguió a Jesucristo hasta las últimas consecuencias. Hombres como Rutilio Grande hacen que arda nuestro corazón, nos fortalecen en el largo camino de construir un mundo justo y fraterno, pero también nos llenan de esperanza y mucha consolación.

¡¡¡VIVA RUTILIO GRANDE!!! ¡¡¡VIVA POR SIEMPRE!!! ¡¡¡AMÉN!!! Y, QUE ASÍ SEA…

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