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Varicela

Cont. Síntomas

Tras el contacto con el virus, el periodo de incubación de la varicela suele durar dos semanas aproximadamente. Pasado este tiempo aparecen sus síntomas característicos: fiebre moderada durante dos o tres días, cansancio, dolor de cabeza y falta de apetito. Todo esto seguido de la aparición de manchas rojizas y planas, que van adquiriendo relieve hasta convertirse en ampollas o vesículas. Las lesiones al inicio suelen ser provocar un intenso picor.

Cada ampolla pasa por una serie de fases: mácula, pápula, vesícula, pústula y costra. Cada una de las ampollas se encontrará en una fase independientemente de en qué fase se encuentre el resto. Las manchas comienzan a aparecer en el tórax, y se van extendiendo por todo el cuerpo, incluyendo boca, párpados, recto, vagina y vías respiratorias.

En los niños sanos se desarrollan unas 500 vesículas aproximadamente. Se trata de ampollas que causan mucho picor y que se rompen con facilidad. Las costras que forman se desprenden y desaparecen en unas dos semanas.

Los adultos susceptibles a la infección en forma de varicela suele presentar mayor número de lesiones y complicaciones asociadas como la neumonía. De hecho su incidencia en adultos es aproximadamente del 5%, pero si aparecen complicaciones graves, el 50% de las muertes se producen en adultos.

El 80–90% de las personas que convivan con pacientes y sean susceptibles van a contraer la varicela y, además, al tener una mayor exposición al virus, van a desarrollar un cuadro más grave.

Existen una serie de colectivos en los que la varicela puede causar complicaciones:

Niños con problemas de piel como dermatitis o quemadura de sol reciente (pueden llegar a tener más de 1.500 ampollas).

Niños prematuros o menores de un año.

Recién nacidos cuyas madres han sufrido varicela antes o durante el parto.

Personas inmunosuprimidas.

Diagnóstico de la varicela

La aparición de las ampollas y los demás síntomas son suficientemente característicos para reconocerlos y llegar a un diagnóstico de varicela. En caso de duda se puede analizar el líquido de las vesículas pudiendo someter a cultivo o a detección de antígenos mediante la PCR. Rara vez hay que recurrir a la detección de anticuerpos mediante serologías, salvo en casos de lesiones atípicas o en algunos adultos.

En casos de dudas diagnósticas, el médico se plantea diferenciar esta enfermedad de otras con similares características como algunas formas de sarampión, u otras enfermedades víricas que producen lesiones parecidas como el Coxsackie. La diferencia estriba en que éstas últimas suelen presentar agrupación de las vesículas y suelen ser hemorrágicas.

En otras ocasiones, otros tipos de herpes, como el herpes simple, puede diseminarse al tronco o a la cara pareciéndose en cierto modo a la varicela.

En el caso de infecciones por Rickettsia, como la fiebre botonosa, las lesiones que aparecen suelen estar precedidas de una lesión inicial negruzca, tras la picadura del insecto causante.

La varicela en situaciones especiales

Varicela en el embarazo

Es poco frecuente que las mujeres desarrollen la varicela durante el embarazo, ya que el 90% de los adultos están inmunizados contra el virus (bien porque han tenido ya la enfermedad, o bien porque han sido vacunados). Aunque, si ocurre, dependiendo de en qué momento se infecte la madre, los riesgos para el feto o el recién nacido son diferentes:

Varicela congénita. Cuando la mujer embarazada se infecta por primera vez con el virus en las primeras 20 semanas puede ocasionar graves malformaciones en el bebé, con importantes repercusiones sensoriales, motoras y psíquicas.

Varicela perinatal. Se asocia a la varicela materna ocurrida en las últimas semanas del embarazo.

Si la madre desarrolla la enfermedad entre 5 días antes y 2 días después del parto la varicela, que aparece en el recién nacido entre los días 5 y 10, es una de las formas más graves, y puede llegar a ser mortal.

Si la madre desarrolla la enfermedad antes de los 5 días previos al parto, el recién nacido desarrolla la varicela antes, en los primeros 4 días de vida, sin embargo, no es grave.

En el caso de que la madre desarrolle la varicela en el segundo o tercer trimestre, las consecuencias serán cicatrices en la piel del lactante y el desarrollo de herpes zoster.

Varicela en inmunodeprimidos

La varicela que afecta a las personas cuyo sistema inmunológico es débil es una de las infecciones más graves que pueden sufrir (sobre todo los pacientes con cáncer). Se desarrolla una varicela progresiva en la que se repiten las erupciones varicelosas, y en la que el virus se disemina por el cuerpo produciendo un fallo sistémico.

Posibles complicaciones en estos colectivos

Infección bacteriana de las lesiones cutáneas que pueden producir neumonía, entre otras complicaciones. Más frecuente en los niños inmunodeficientes.

Afectación del sistema nervioso central en forma de ataxia cerebelosa (un caso de cada 4.000).

Encefalitis varicelosa (un caso cada 100.000).

Varicela hemorrágica. Se producen hemorragias en las lesiones cutáneas. No significa un peor pronóstico.

Síndrome de Reye. Daño cerebral asociado frecuentemente al uso del ácido acetilsalicílico como tratamiento antitérmico en la varicela.

Artritis poliarticulares.

Síndrome de Guillain-Barré. Es un trastorno neurológico.

Otitis media aguda.

Neumonía: frecuente en la varicela de adultos, en la primera semana de infección.

Tratamiento de la varicela

En el caso de una varicela en un niño sano, el propio cuerpo es capaz de combatir la enfermedad. Tan solo se requiere tratamiento para aliviar los síntomas. Se pueden emplear analgésicos, antihistamínicos, y cremas o lociones que alivien el picor. Es importante no suministrar aspirina (ácido acetilsalicílico), ya que se asocia con el desarrollo del síndrome de Reye. En su lugar se puede usar paracetamol.

La mayoría de las ampollas desaparecerán sin dejar cicatrices, excepto aquellas que resulten infectadas por bacterias a causa del rascado. Es conveniente aplicar compresas húmedas, y los baños tibios para limpiar las heridas originadas por el rascado y prevenir la aparición de infecciones.

En caso de infección bacteriana se deben administrar antibióticos.

Para tratar la varicela también se utilizan medicamentos antivirales como el aciclovir (ACV) y valaciclovir en una serie de casos:

Para las varicelas generales no se utiliza. Sí en caso de adultos y adolescentes con afecciones cutáneas, pulmonares, o aquellos que han tomado esteroides recientemente.

En ocasiones también se prescriben a las personas que han contraído la enfermedad al convivir con pacientes, ya que experimentan una varicela más grave.

Para que sea efectivo se debe de administrar en las primeras 24 horas de la erupción. Bien aplicado contribuirá a disminuir el número y la duración de las lesiones vesiculosas.

Hasta que todas las ampollas hayan formado costra o se hayan secado, hay que evitar el contacto del paciente con otras personas, puesto que puede transmitir la enfermedad. Especialmente importante este aislamiento en casos de contacto con embarazadas que desconozcan si han padecido la varicela en su infancia.

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