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UNA PAZ DE UTILERIA

Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador

El actual momento en el que la población goza de cierta seguridad es presentado por el régimen como el mayor logro de su gestión.

Ahora, el grueso de la población puede desplazarse con relativa libertad por todo el territorio, sin las dificultades que todos recordamos, que iban desde no poder ingresar a ciertas áreas, acoso, inseguridad, chantaje que desaconsejó cualquier emprendimiento porque implicó de regular exponerse a amenazas y violencia, secuestro y asesinatos, la mayoría de los cuales siguen a la fecha impunes.

Ciertamente un logro.

Sin embargo, al no atacar sus causales, ese logro es simplemente insostenible en el tiempo.

Los defensores del modelo represivo del régimen sostienen para defenderlo, que la sola pacificación social basta por sí sola, llevando al régimen a alegar haber vencido a las estructuras pandilleriles responsables de los hechos arriba apuntados.

Lo que sin embargo no se refleja superando el estado de excepción.

Tan grave fue el accionar de esas estructuras que ocuparon el nicho dejado por el estado durante las privatizaciones adelantadas en los decenios de los 90´s y 10´s, que articularon genuinos para gobiernos que se impusieron por la fuerza a las comunidades que ocuparon.

Ahí podemos distinguir dos aspectos no resueltos en el escenario que ha sobrevenido al estado de excepción: primero, fue el estado el que abandonó sus obligaciones constitucionales para favorecer al mercado, dejando a la población a su suerte, mientras por lo mismo las condiciones de desigualdad previas se agravaron profundizandose, degenerando en mayor inequidad social, lo que rápidamente se tradujo en las condiciones que derivaron en el país más violento del hemisferio.

Mientras las élites se enriquecieron explotando esas condiciones, luego de apropiarse la riqueza pública.

Es decir, no se pueden entender las condicionantes que sufrimos sin entender esos antecedentes, que vemos ahora mismo replicase al suprimir en apariencia a las pandillas, sacándolas de las calles, sin atacar las causas estructurales que dieron lugar a su existencia, la inequidad y la exclusión social.

Porque la riqueza de las élites no es producto de trabajo real, sino de instrumentalizar al estado y sus recursos para favorecerse, supeditado al estamento militar, político y jurídico a sus intereses, expoliando sin restricciones a la población, validado por la amplia evidencia sobre ello, como por sendos estudios que lo corroboran, y que para el caso, apreciamos en el papel impuesto a la diáspora, orillándola a sustentar al modelo económico que padecemos, enriqueciendo más a esas mismas élites rapaces, con las remesas, mientras se deprimió más a la población.

Es decir; si bien nos encontramos con relativa paz en el país, ello no supone un logro real de frente al tiempo, porque sencillamente las causales estructurales que dan lugar a esa violencia ¡NO HAN SIDO SUPRIMIDAS!, sino profundizadas y agravadas por el régimen.

Así, sin empleo, más pobreza rampante, sin legalidad, sin seguridad social, con violencia desmedida ejercida por el propio estado, y una paz suscrita a pactos con mafias, no hay logros reales.

Solo una paz de utilería.

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