Trayectos de vida

Rafael Lara-Martínez

Tecnológico de Nuevo México

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Desde Comala siempre…

Dejo abiertas las puertas al salir /  Y regreso tarde con la brisa polvosa que inunda la sala /  La humedad macera el barro frío que me espera sin temple / Hay que dormir a la sombra de los helechos /  Sus esporas alimentan sueños de extravío entre potreros ariscos y ladridos exhaustos a la luna menguante /  Sólo el silencio abultado resuena ante el fragor del anhelo /  Casas vecinas vacías /  Lotes baldíos en la paz del antaño /  Acarrean los gemidos de maletas listas al viaje /  Nunca habrá regreso /  Ramas caídas esparcen hojas en almohada /  Ruido de otoño suspendido entre la llovizna /  Rumores de fogatas lejanas entre el lamento vigilante /  Los ojos de la noche a la deriva por el dolor que ignora mi huida /  Todos relegan mi retorno a ese hogar, ahora marchito por el cieno.

 

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Canto en el abismo / A nado emergente /  Maleable, hermosa, en desacuerdo a la hojarasca del otoño /  Recubro el musgo en flor /  Floto al temple de las aves /  La trenza me descubre la faz /  Vuelo sin rizos en la risa loca del vivir fugaz /  Reticente simple, huraña, sólo espero florear /  En el placer de cumplir /  Sin disfrute, me deleita el fruto del cieno en la piedra húmeda /  Vegeto a la sombra constante /  Trenza, obra del río /  Sesgo que advierte el juego de quien me toque /  Soy pálida Sihua al asedio del infiel /  Desafío la andanza lúgubre /  De lo antaño emerge /  Río en espuma, bienestar de alga /  Revuelve la memoria /  La mirada vuelta tacto /  En el “bosque madura” / Vos “quemadura” en la piel /  Ardor del alma /  Huella perenne de lo prohibido /  En el mudez de alzar la utopía /  Nunca seré palabra ante lo absurdo de rozar vivencias ajenas /  Fluviales o terrestres siempre quedan entre el viento y la marea /  Limo oscuro entre la espuma de mis días.

 

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Quiénes conocen el tiempo que no han vivido /  Te acusan: no eres objetivo al recolectar los despojos /  Sólo el pensar racional lo asume /  Hace obvia la existencia /  No todo lo explica la usanza entre ciénagas a la sombra de los manglares /  Los esteros guardan el fango de tu lecho /  La belleza encerrada en la concha prosigue su apertura a lo salino /  No hay nostalgia de lo dulce entre vidas obsoletas en la trama /  El talento del claustro prematuro por la hora que marca tu rastro en la arena magnética ya sin luz /  El libro del agua, hueca en su avidez, reparte cintos anudados a las lámparas / Adormecidas consignan el error de las letras que pronostican la edad prematura sin avance /  Cuando la nube exhala ardores en la penumbra insolente /  Rasa neblina fundida en espuma /  Navegas por las olas /  Inscribes tu presencia ardiente de alga en estría /  Tu testimonio, los peces difuntos / Alimento de la risa, a flote de piedras entre el moho /  Ahí leve te disipas en la canoa que peina  surcos hacia altamar /  Donde el mordisco te hunde en la llanura honda /  Tu madrugada tibia de dolores sin ahogo.

 

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Vive épocas ajenas aunque no habite en ellas /  No proviene de los lugares que reconoce en lo profundo de las llanuras pobladas de matorrales solteros /  Lo arropa el perfume en fulgor secreto /  Envuelto de saltos bruscos que lo transportan de la cueva al celaje hacia la escalera de bruma /  Labra la piedra zonta, sin el sabor ardiente del tasajo /  Escultor de nubes al horizonte /  A capa caída se apresura a sondear los ríos /  Los torrentes proscriben toda barca al quebranto de su voluntad /  Diestro en el empeño /  Arrastra fragmentos de estrellas que siembra bajo los esteros / Al abrigo de sus raíces en laberinto curvo /  Busca lo húmedo que jamás marchita la espera / Proviene del lugar de lo añejo donde las puertas cancelan el hambre /  Construye ruedas que aran el bosque sin escollo /  Sin temer la llanura a casa abierta /  A falta de ventanas, ya que las veredas se le agotan entre las yemas /  En la uña solitaria truncada al ras /  Ramo de flores a la brisa lo remoja /  Se extiende en racimo de voces que calcan idiomas antiguos /  Prescritos antes de nacer, en el balbuceo de grutas y arroyos /  Ya nadie recuerda a los notarios de la luz /  Las maravillas transparentes hacen de la sangre señuelo del esquivo /  De qué le sirve irse lejos o regresar /  Un giro idéntico guía sus pasos /  Desaparece taimado al horizonte y luego vuelve sin reconocer la afrenta de la distancia /  Ya es la agonía del sueño /  La utopía que desmaya /  Cuando nadie lo espera ni recuerda /  Tampoco atienden su legado /  Su memoria de muerto en vida /  Su recuerdo la inicia la Muerte, pues aquí nunca pudo otorgar consejo.

 

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Aún indagamos el tiempo que vivimos antes de venir a este mundo /  Quizás provenimos del agua /  Nos arraigamos en un país tan oscuro que ya nadie lo recuerda /  Desperdigados entre el barro encontramos rasgos comunes que sólo nos revela la identidad en la tragedia /  Los temblores y deslaves nos sacan a flote /  Exhumamos piedras de moler, voces trituradas entre vasijas rotas / Huesos en empeine, ruidos de bocas acalladas /  Palabras incomprensibles esculpidas en la roca /  Sombras distantes vestidas de collares según la época de la vigilia / Nos mecen al atisbo musical del subsuelo /  La vista nos resulta tibia /  Brota de la lluvia en temporal de pretéritos hundidos /  Nadie entiende los desechos de memoria /  Espantados huyen entre las curvas /  Indescifrables siempre se pierden en el olvido de nuestra razón.

 

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Llegasteis de viaje /  Antes de salir a recolectar mentiras /  Esos dichos que anularon el silencio de los paisajes y de los sueños /  Conversaciones que poblaron los vacíos /  Emociones del reencuentro entre los vapores que zarpaban a islas sin nombre /  Hurgasteis rincones asediados por el polvo arisco /  Único rastro de la ausencia /  Al observar la huella, descifrasteis las sílabas y letra de la huida intempestiva / Anhelos sin asidero; palabras sin sonido /  Confundidos al emigrar hacia la frontera de la verdad y el embuste /  Jamás osé denunciaros / Ahora que ya creasteis la utopía en la palabra.

 

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Buscan diminutos rincones atrapados por la lluvia /  Gotean el sabor de la nuez al cruzar la plaza entre el gentío /  Indagan sucesos marchitos que disipan en ecos cavernosos / Más grave que lo acontecido, escuchan voces que nunca entendieron /  Palpan lo jamás ocurrido salvo en la nostalgia /  Restituyen la melancolía sorda que transcribe palabras nunca dichas /  Pensamientos inéditos en recovecos les circulan las sienes /  Navegan ríos de ternura en veleros sin la brisa del error / Puros en el agua rompen los sellos del silencio /  Contemplan veredas que se repiten de bosques nórdicos a selvas tropicales /  El mismo aroma les inunda el pasado y la utopía /  Ya no les importa el sitio ni la fecha al teñir el pretérito de ilusión; el porvenir, de añoranza /  Saben que las cosas las envuelve la palabra sin la aspereza del atardecer ceñido de lo oscuro /  De esa penumbra transeúnte surge su legado /  Las estaciones se confunden en su ceño /  La belleza del encargo en la pausa del verano /  El musgo del tiempo dilapidado en la fortuna invernal.

 

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Buscan raíces e identidad en la superficie del Mundo /  Como si aquí permanecieran siempre /  Rechazo del instante fugaz /  Se rajan montañas /  Las mareas limpian la arena /  Instante efímero, encanto de caracola en su vida breve /  A la deriva de la ola /  Su sino lo escribe la espuma /

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.