Pensar Duele

Mauricio Vallejo Márquez

Escritor y Editor

suplemento Tres mil

 

Pensar no es fácil, afirman. Sin embargo, todos lo hacemos. Lo complicado es pensar de forma adecuada. Verbo que no siempre lo ejercemos de forma crítica ni aplicamos la acción de forma individual. Mucho depende de cómo se ha educado el pensamiento o embrutecido e incluso amaestrado. El pensar es algo que la gran mayoría de seres humanos podemos hacer si nos lo proponemos, porque depende de la voluntad de cada uno. Aunque no siempre nuestra elección irá de la mano con nuestra condición. Las oportunidades para el desarrollo del pensamiento también dependen de la sociedad en la que vivimos, el país y la condición social.

La acción de pensar es mucho más amplia que  el hecho de decidir o separar como lo demuestra la palabra latina Pensare, de donde se deriva pensamiento en castellano. Así como depende del tiempo en que se vive y el lugar donde se ha nacido o desarrollado el individuo. Estamos sujetos a tantas cosas que pueden alimentar o evitar  el pensamiento. Muchas veces dirigidos por los medios de comunicación, la música que escuchamos, nuestras amistades, los lugares que visitamos, y un inmenso etcétera que podríamos enumerar hasta el infinito.

Existen distintos tipos de pensamiento: deductivo, inductivo, analítico, lateral o creativo, suave, duro, divergente, convergente, mágico, entre otras clasificaciones.  Y si no lo hemos leído o alguien no nos lo ha compartido, no tenemos idea de cómo pensamos.

La gran mayoría se acomoda a ser una pluma llevada por el viento como se ve en la película Forrest Gump, en la que su protagonismo logra todo lo que se considera éxito por la cultura occidental por encajar y obedecer, dejando que la corriente lo lleve a donde sea. Así funciona la masa, es parte del pensamiento colectivo o de un sector de ella y no utilizan su potencial, se dedican a ser seguidores.

Y así sucede con pensamiento egocéntrico que es tan común, por que emitimos juicios sin tener noción o propósito creyéndonos dueños de la razón, sin tener datos y mucho menos podemos llegar a desarrollar los ocho elementos del pensamiento: propósito del pensamiento, pregunta en cuestión, información, interpretaciones e inferencia, conceptos, supuestos, implicaciones y consecuencias y puntos de vista (Richard Paul, 2003).

El pensamiento crítico es el modo de pensar, de buscar mejorar la calidad del pensamiento sometiéndolo a estándares intelectuales para buscar respuestas más allá de las aparentes, es decir que no se ven hipnotizadas por la imagen o la apariencia, porque estas engañan como los políticos en tiempos de campaña para ganar elecciones.

Para ejercer el pensamiento critico es fundamental utilizar y buscar con conciencia los estándares intelectuales universales: claridad, Exactitud, profundidad e importancia. Y ahí el pensamiento se convierte en algo que genera propuestas, gesta una nueva forma de ver la vida. Y hacer eso duele, como duele a la madre en el momento de parir a su hijo.

No es lo mismo creer que conocer. Muchas veces las creencias nos impiden descubrir cosas porque nos limitan, sobre todo cuando no hemos sido capaces de cuestionarlas y verificar si son ciertas o no. La fe puede soportarse en mentiras.

Cuando pensamos llegamos a reflexionar de forma objetiva y  nuestras creencias pueden caerse, nuestros héroes se difuminan y las ideologías se convierten en espejismos. Pensar críticamente evita que nos engañen con tanta facilidad, como lo hemos sido por los siglos de los siglos.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.