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PARA EL POBRE DESALOJADO DE SU PUESTO DE TRABAJO, LA DEROGACIÓN DEL CODIGO ELECTORAL PASÓ DESAPERCIBIDA

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Las imágenes de televisión muestran a vendedores y vendedoras de los alrededores del mercado Sagrado Corazón desarmando sus puestos por orden de la alcaldía de San Salvador.

A estas personas, quienes aseguran que crecieron allí, vendiendo ropa, pupusas, tomates y más, les dieron tres días para desalojar. Es difícil que esta ciudadanía con derechos electorales y a definir con sus votos el futuro de nuestro país, puedan pensar y preocuparse para encontrar un espacio de tiempo para ver una plenaria legislativa y enterarse que los diputados derogaron el Código Electoral por derogar un artículo que prohibía reformas un año antes de las elecciones.

Los trabajadores de la Corte Suprema de Justicia, preocupados porque no les lleguen los gusanos que salen del cuarto frío en los que Medicina Legal debe almacenar cadáveres a los que se les practica autopsias, estarán con su mente en este problema electoral que sin embargo nos atañe a todos. Moscas y gusanos en el órgano máximo de la justicia salvadoreña expresan el deterioro institucional al que hemos llegado.

Y por allá, en la zona rural, un campesino se queja por la falta de apoyo a la agricultura, reclama al presidente apoyo para sembrar y cosechar lo que comemos la mayoría, tortillas y frijoles; nos reta a poner sobre la computadora un billete de veinte dólares a ver si con eso podemos alimentarnos, para mostrar la importancia de la agricultura.

Ni decir de los familiares de las víctimas del régimen de excepción, buscando cómo llevar el dinero para la comida de sus parientes encarcelados, muchos sin justificación, sin haber cometido delitos, o peor, recordándolos porque siguen muriendo en las cárceles.

Mientras estas y otras cosas dramáticas pasan y conmueven a miles de compatriotas, los representantes del pueblo hacen gala de su poder, y aún sabedores, por las encuestas, de que tienen apoyo popular para supuestamente reelegirse el próximo año, insultan y se dan el lujo de anunciar la refundación del estado con las nuevas reformas electorales que tienen en mente.

Razón tiene un editorialista que analiza la crisis financiera internacional y sus repercusiones en el país, al afirmar que ese problema le quitará liquidez al gobierno y tendrá que gastar unos mil millones menos en el año, cuestión, afirma él, que ningún troll puede cambiar.

Si, se afirma en las noticias y por los debates, que con 15 votos en contra y 67 a favor votaron por un dictamen que derogaría el artículo 291-A que establece la prohibición de reformar las reglas electorales un año antes de la fecha en que se celebrarán las elecciones.  Sin embargo, la seguridad de refundar la nación es tanta, que en vez de derogar ese artículo derogan el decreto en el que se aprobó el Código Electoral en 2013. Eso lo afirma una diputada.

¿Qué quieren cambiar antes de la llegada de las elecciones en 2014? Solo ellos lo saben.

Si especulamos por los temas que el oficialismo divulga en redes sociales, podrían tener en mente reducir el número de diputados, reducir el número de municipios, cambiar el sistema de asignación de votos para elegir diputados, derogar la prohibición del transfuguismo, cambiar los organismos electorales temporales y a lo mejor hasta el sistema de voto residencial… todo pueden.

Pero la necesidad de los vendedores de ganar el sustento, de los campesinos de producir maíz y frijol, la indignación de empleados judiciales por verse entre moscas y gusanos. El sufrimiento de madres y familiares por sus parientes fallecidos o encarcelados, muchos de ellos sin haber cometido delito, eso  no lo pueden cambiar por decreto los diputados oficialistas.

Tampoco pueden evitar, como lo afirma un editorialista, los efectos de la crisis financiera que llevará en todo el mundo a elevar las tasas de interés de los préstamos y, en consecuencia, a que muchos pierdan bienes y capacidad de trabajo; bien lo señala, esa realidad obligará al gobierno a darse cuenta que le faltará dinero para derrochar y eso, como otros problemas, no se pueden tapar con propaganda.

El problema está en que con sus decisiones legislativas y municipales crean la tragedia, se presentan luego como los portadores de soluciones, vale decir “ilusiones”, y las personas frustradas porque han visto lo que son capaces de hacer los funcionarios de turno con el poder que les dio el voto;  todavía no caen en cuenta que son ellos, y solo ellos, los que pueden evitar que esa tragedia se siga extendiendo.

¿Y si se dan cuenta los ciudadanos tan afectados por tanta mala decisión de los gobernantes de turno, que no deben dar nuevamente su respaldo?  Las cosas cambiarían.

Es común la frase si no trabajo no como, pero ahora decisiones de malos gobernantes impiden trabajar a miles y miles. Es hora de darnos cuenta de cómo esas dos cosas se relacionan y tomar con libertad y sin miedo la decisión que mejor convenga.

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