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NUESTROS HERMANOS ANIMALES

(No. 2 y último)

Ralph M. Lewis

(Pasado Imperator de la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis, online AMORC)

Al final de la primera parte de este trabajo se decía que, buy viagra gradualmente, shop las sociedades humanas han sido organizadas a través del mundo para la protección de animales en contra de la brutalidad humana y la indiferencia hacia ellos.

Se continúa hoy diciendo que todos los hombres no están así influidos por  tales altas emociones. Las reglas puestas para la protección de los animales son desatendidas donde quiera que pueda ser evadido su cumplimiento. Estos hombres continúan abusando de los animales por positiva o por una negativa de desprecio.  Los animalitos domesticados –perritos y gatitos—son a menudo abandonados en caminos vecinales para que mueran de hambre o en carreteras para que los mate el tránsito de los vehículos.

Los animalitos domesticados son adquiridos por los niños sin preocupación por el abuso descuidado que el niño puede imponer en ellos. El niño pequeño a menudo es negligentemente obligado a asumir una responsabilidad total sobre el pequeño animal. Debido a ello, el animal puede carecer de agua y estar expuesto al calor del Sol. Puede estar atado a un árbol por horas, la cuerda tan atada a su rededor que el animal no puede siquiera moverse. Los animales no apropiadamente custodiados se dedican a vagabundear y quedar expuestos a ser atropellados al descarriarse hacia la corriente4 de tránsito que hay en las carreteras.

Animales domesticados

Estos animales son seres vivientes. Ellos están en la misma básica motivación de la fuerza de vida del hombre. Ellos son organismos, como es el hombre, con sentimientos de dolor y de placer. Sus instintos y sus hábitos naturales de buscar alimentos para ellos mismos han sido entorpecidos por el hombre, que los ha hecho dependientes de sí por toda la vida.

  Particularmente, los animales domesticados son incapaces de escapar de los mecanismos y aparatos que la inteligencia del hombre ha inventado. Ellos son indefensos dependientes en los más elevados aspectos de la naturaleza del hombre, o ser dejados para convertirse en víctimas de una brutalidad que disminuye al hombre más debajo de ellos.

El hombre es de dos naturalezas.  Orgánica y biológicamente es justamente otro animal. Es también un ser capaz de alcanzar un exaltado estado de consciencia; es una criatura que puede, por sus pensamientos y acciones, convertirse en algo más que un animal regido solamente por el instinto. El verdadero hombre  es uno que ha aspirado a una personalidad, una consciencia del ser, y la creación de un ideal que está dentro de él y trasciende su naturaleza animal. Podemos usar la instintiva naturaleza  animal de sí mismo como una cualidad física subordinada para servir el elemento  psíquico de su ser.

El descuido y el abuso de los animales, tan común hoy en día, indica que los individuos responsables de eso jamás han alcanzado supremacía psíquica. Ellos son todavía o inhumanos o todo animal. Verdaderamente, en algunos respectos, algunos humanos no son en mucho mejores que un chimpancé entrenado que ha  aprendido e  truco de conformarse a las conveniencias y costumbres de la sociedad.

El individuo que a sí mismo se considera una persona moral, reconocerá su común lazo con todos los fenómenos naturales.  Verá su relación con cada cosa viviente, ya sea planta o animal. Al grado de su habilidad y tiempo querrá aprender de  ellos a través de la ciencia.

Realizará que aunque es superior en facultades intelectuales y logros, la fuerza vital que lo anima no es de mayor contenido espiritual que aquel en la flor que él arranca o en su perro que le mira con una expresión mezclada de amor y admiración.

   Del perro podemos decir lo que  sigue, parafraseando una fuente que ya he olvidado:

            Él es leal sin esperar recompensa.

            Es corajudo sin arrogancia.

            Es hermoso sin vanidad.

            Busca agradar sólo por amor.

            No pide nada más grande que

            Nuestra amistad.

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