Mecánica

Mauricio Vallejo Márquez

 

Muchas personas tienen un vehículo con el que pueden desplazarse, pero pocas de esas personas saben cómo repararlos. Mucho menos mantenerlos en óptimo estado.

Así el tiempo va pasando y los problemas se hacen más grandes, igual que en la vida, y los mecánicos aprovechados terminan ayudando a que eso pase, es decir se hacen parte del problema (y cómo no, si somos un país corrupto en todos sus niveles). A veces la fortuna se nos escapa para encontrar mecánicos honestos y responsables que nos ayuden a salir de los inconvenientes, porque son como los diamantes: complicados de encontrar. Total, como dice Flavio Arriola: «las experiencias son compradas».

El primer vehículo que tuve fue un Subaru año 1983 que mi mamá me obsequió antes de cumplir los veinte años. No era un vehículo en óptimo estado, pero era funcional, además de aguantador. Primero fue  de color rojo (como algunos políticos que hoy se visten de un color diferente), pero el sol lo hizo verse camuflageado de blanco y por esa razón pasó de ser “el tomate” a ser “el jiotoso”. Parecía un perrito con jiote corriendo en la carretera.

No tenía idea de lo que se necesitaba para cuidarlo, apenas sabía que se le ponía gasolina. Tanto que al faltarle el módulo de la chispa terminé dejándolo perder y lamentablemente un gañán se apropió de él cuando mi mamá se le ocurrió venderlo mientras yo vivía en México (el tipo jamás pagó). Y hasta la fecha sigo sin tener conocimientos básicos de mecánica que no pasen de datos tan simples, lo cual me ha complicado la administración de los otros dos carros que he tenido. Claro que sé que se le debe poner gasolina, aceite y agua, y que tiene períodos para hacer sus respectivos cambios, pero la anatomía del carro aún es un misterio. Sin embargo, no sé cambiar ampolletas ni desmontar un motor o tener los conocimientos suficientes para que un mecánico inescrupuloso no se logré hacer de algunos cientos de dólares producto de mi ignorancia.

Uno de estos domingos, mi tío Luis Manuel, me dio una clase de mecánica. Comenzó con refrescarme a cuántos grados hierve el agua: a cien grados. Luego a cuántos se congela: a cero grados. Así, poco a poco me abrió los ojos a buscar en www.youtube.com u otros sitios información al respecto.

Definitivamente, sería valioso que además de aprender a conducir y a conocer las leyes de Tránsito, fuera fundamental aprender a reparar un carro, darle mantenimiento, saber cuidarlo. Y eso fuera parte de los requisitos para hacernos de una licencia de conducir.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.