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Marx en contra del feminicidio

Luis Francisco López*

Los obreros fabriles en Francia llaman
a la prostitución de sus hijas y
esposas la enésima hora de trabajo, lo cual
es literalmente cierto.

Marx: Manuscritos Económicos y Filosóficos.
Tercer Manuscrito

Se ha dicho que la violencia machista se ejerce mediante acción u omisión, en el marco de relaciones desiguales de poder, que directa o indirectamente afecta la vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, por el hecho de ser o sentirte mujer. Lo que no se ha dicho (pero Karl Marx se encargó de hacerlo), es que dicha violencia es connatural de la sociedad capitalista.
Hacia 1848 Marx publicó su traducción y adaptación de: Sobre el suicidio, obra perteneciente a Jacques Peuchet, un archivista de la Prefectura de Policía de París con dotes de escritor. No se trata de un escrito económico, histórico o filosófico, son relatos de vidas reales seguidas de algunos comentarios, los cuales Marx hace suyos reescribiéndolos para quitar lo religioso y sentimental del texto original y acentuar el carácter estructural en el que se suceden los hechos, es decir, suicidio al interior de la sociedad burguesa.
La selección de casos de Peuchet interesan a Marx porque encuentra en ellos un argumento extraído de la propia realidad (burguesa-capitalista) para hacer frente a cualquier abstracción que pretenda presentarnos esa sociedad como símbolo del máximo progreso civilizatorio, pero también para fundamentar que la crítica filosófica debe constituirse en crítica social, lo que conlleva a que la crítica social debe constituirse en crítica filosófica al sistema opresor.
Para Michael Löwy este artículo es una de las condenas más poderosas de la opresión de las mujeres suscritas por Marx,(1) y en efecto es una denuncia al poder patriarcal absoluto de los hombres sobre sus hijas y esposas, pero no de «celos» degenerativos de lo que fue un «amor puro», sino como la propia consecuencia de un sistema social basado en la «propiedad privada» y en una falsa moral que les veta su derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Patriarcado y capitalismo se funden para dar al «hombre» el poder de cosificar a las mujeres, no por su condición de clase sino por su género.
Si Marx a mediados del siglo XIX expuso el suicidio de mujeres como evidencia social en contra del capitalismo, ahora en pleno siglo XXI el feminicidio constituye la actualización más visceral de esa evidencia en contra del mismo sistema. La mujer (res mobilis) es propiedad de un «macho» que la exhibe y utiliza cual prenda «desechable». Ello es, una crisis de civilización occidental (capitalista, patriarcal y hegemónica).
En El Salvador diversos movimientos e instituciones gubernamentales muestran preocupación ante el alza en casos de feminicidio. Sin embargo, si de verdad se quiere eliminar de raíz el problema, ha de apostarse por la real liberación de la mujer, expulsando la sexualidad y su imaginario de las relaciones de dominio patriarcal y mercantilización capitalista, ello implica (desde luego) respetar su derecho a decidir sobre la interrupción voluntaria del embarazo.
No es una lucha solo del movimiento de mujeres o del Gobierno, los tribunales especializados y las clínicas de salud son solo la respuesta al fenómeno, más no su resolución; la solución al feminicidio requiere una lucha de todos por una civilización anti y poscapitalista. Lucha a la que Marx en su cumpleaños número doscientos, nos sigue invitando.

* Abogado Constitucional, salubrista
y ambiental.
(1). Löwy: Un Marx inhabituel. Trad. del francés Miguel Vedda. Herramienta web 22.

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