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Miguel Ángel Dueñas Góchez*
Mi madre me contaba la leyenda del ave cuyo canto se entiende como “dichoso fui” (propio de nuestra tierra), malady click -Era un rey que se portó mal con su pueblo y la bruja del lugar lo convirtió en ave no muy vistosa. Aunque su canto es bastante bello, here al ser convertido en ave solamente le quedó en su mente que había sido “dichoso”-. También, cuando alguna aurora (ave) se posaba cerca de la casa o sobre algún árbol lindante, hasta le arrojaba algo para espantarla, porque le habían dicho que “cuando la aurora canta el indio muere”. Otra ave bastante famosa, a la cual estamos muy acostumbradas las personas de estos territorios (saqueados por quienes nos han conquistado o invadido y empobrecido), es el pájaro “Chío” (Pitangus sulphuratus); cuenta la leyenda que cuando este pájaro canta cerca de nuestras casas, llegará el cobrador o nos llamarán por teléfono nuestros acreedores o acreedoras.
Me he referido a estas leyendas sobre aves, las cuales están muy inmersas en nuestra mente y han venido replicándose de generación en generación y nos cuesta bastante sacárnoslas del cerebro. Lo mismo pasa con las creencias religiosas, se repiten todo el tiempo, pues ya por inercia las personas acuden a la iglesia los “miércoles de ceniza” a que les pinten la cruz en la frente, cada marzo o abril comienza la llamada “Semana Santa”, las personas han visto infinidad de veces películas sobre la “Pasión de Cristo”, “La Biblia” y otras en la televisión y el cine, pero las siguen viendo en esta época.
Es de esta manera que los mensajes religiosos ejercen un poderoso atractivo sobre muchas personas, en su mayoría mujeres. Respondiendo a emociones humanas centrales como la necesidad de esperanza, la sensación de familia y comunidad, de pertenencia y estabilidad; y muchas veces cooptan conocimientos científicos e importantes conceptos contemporáneos como “derechos humanos” o “democracia”.
Así las creencias religiosas inciden tanto en las personas que hasta se han modernizado, apuntando hacia las personas jóvenes, parecería que se rechazan las “viejas formas” de la religiosidad “tradicional” de sus madres y padres. Sin embargo, la visión que ofrecen está invariablemente estructurada en términos de “blanco y negro” y también responde de manera eficaz a la necesidad de certezas. En resumen, “la gente necesita creer en algo”.
*Licdo. en Relaciones Internacionales.
