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¿Havia dónde va el hombre?

EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA.

 

 

¿HACIA ADONDE VA EL HOMBRE? EL CASO DE EL SALVADOR.

 

Eduardo Badía Serra,

Director de la Academia Salvadoreña de la Lengua.

 

 

La ciencia avanza, y en sus avances va advirtiendo sus pronósticos de cambio futuro del hombre. El Doctor Helmer, utilizando la técnica de Delfos, pronosticó por ejemplo muchos desarrollos que ya se han cumplido o están por cumplirse. Predijo que entre 1970 y 1985 se tendría un control efectivo y real sobre la fecundidad, cosa que efectivamente ya se ha dado; asimismo, que entre 1965 y 1985 se tendrían muchos nuevos órganos mediante trasplantes o prótesis, lo cual también ya se ha dado; que entre 1975 y 1990, órganos artificiales de plástico y componentes electrónicos serían implantados, lo que ya se ha dado; que entre 1980 y  el final del siglo podrían administrarse drogas no narcóticas para cambiar la personalidad, cosa que ya ha sucedido; que en el mismo período se podría disponer de vida artificial primitiva en forma de autoduplicación de moléculas, también esto ha ocurrido. Según el Doctor Helmer, para el año 2020, la ingeniería genética controlaría algunos defectos artificiales; para el año 2025 habrá ya interacción electromecánica directa entre un cerebro y una computadora; para el mismo año, productos bioquímicos estarían disponibles para estimular el crecimiento de nuevos órganos y miembros, nuevas drogas se tendrían para estimular la inteligencia; y para el año 2030 sería posible controlar químicamente el envejecimiento para prolongar la vida, cuestiones estas que están en proceso.

 

La tecnología, tan vieja como el hombre mismo, hace avanzar a este hacia estados evolutivos que no podemos por ahora imaginar en su dimensión y en su profundidad. El hombre cada vez más es el “hombre modificado”. Pero es triste que estos avances tecnológicos se interpreten en una forma tan equivocada, tan superficial, de forma tal que nos lleven a confundir el progreso humano con la civilización del “tener” y la producción de cosas inútiles y banales, que lo llevan siempre a una vida de miseria. Es la famosa, rechazable, pero real, realidad del “tienes…..eres”. El hombre “es” si “tiene”, y más aún, si tiene aquello que no le es esencial y que al contrario le subsume en un ser perentorio y fugaz. Es lo que venimos repitiendo neciamente, la lamentable inversión de los valores, que lleva inequívocamente a la inversión de las necesidades.

 

Stephen Hawking advertía esto expresándolo en una forma diferente. Convencido de que los avances tecnológicos llevarían al hombre a provocar una crisis natural, advertía sobre la necesidad de que este se modificara genéticamente de tal manera que pudiera llegar a ser capaz de abandonar la Tierra cuando fuera necesario, buscando otros universos en los que pudiera continuar su vida. Ya a partir del 2001 comenzó a manifestarse a favor de la biotecnología y de la urgencia de los viajes espaciales fuera del sistema solar. En declaraciones al periódico británico Daily Telegraph y a la revista alemana Focus, afirmaba que, y quisiera subrayar esto, “la humanidad estaba condenada a desaparecer antes de que finalice el milenio por los efectos de un virus (natural o artificial) devastador o de catástrofes ecológicas, si es que la inteligencia artificial no la suplantaba antes, a menos que los hombres colonizaran el espacio y se rediseñaran genéticamente”. ¡Veamos la enorme dosis de realidad de la predicción de este importante y especial científico británico! ¡Y veamos también hacia adonde él dirige el desarrollo del hombre en un uso correcto e inteligente de la tecnología y de la ciencia!

 

Efectivamente, pues, la ciencia y la tecnología pueden producir un verdadero Armagedón, que amenace con autodestruir la civilización humana, y Hawking apunta que esto no se encuentra tan lejos. Un virus natural o artificial, la destrucción de la capa de ozono, o una guerra nuclear o química podrían ser las armas, y la única solución que el científico británico advierte es que el hombre se altere genéticamente para que pueda resistir los efectos de tales sucesos. Hawking propone, pues, ir hacia el “homo geneticus” que sustituya al “homo atomicus”. Y no sólo él habla de tales cuestiones. Su colega también británico Paul Davies lo hace también hablando de una “civilización tecnológica de un billón o más años”, en la que todo pasa por la necesidad de modificar el ADN humano, complejando la ordenación de sus bases. La NASA, un poco sobre tales afirmaciones, estima que la colonización espacial del hombre podría comenzar dentro de unos cincuenta o sesenta años.

 

¿A qué viene todo esto? ¿Porqué digo todo esto? Bien. Para que veamos hacia adonde apunta el desarrollo humano sobre la base del desarrollo de la ciencia y de la tecnología. No es una dirección inventada por mentes febriles o desocupadas; más bien, es el producto del hacer de los más prestigiosos científicos del mundo actual, por supuesto, sostenidos sobre los hombros de los grandes precursores de la ciencia universal. Ya lo decía, por ejemplo, Giordano Bruno en “Sobre el infinito universo y los mundos”, en 1584: “….¿porqué repugna que el infinito, implicado en el simplicísimo e indiviso primer principio, llegue a desplegarse en esta imagen suya infinita y sin límites, muy capaz de contener innumerables mundos?…”.  Premonitoria la afirmación de Bruno, hoy comprobada por la realidad. La flecha del desarrollo humano tiende claramente hacia eso, hacia una civilización poshumana, hacia el hombre geneticus, el hombre modificado, orientado hacia su posible abandono de la Tierra para ir a colonizar otros mundos, otros universos, sean estos, burbujas antrópicas, burbujas rugosas, agujeros de gusano, mundos membrana, o lo que sea. Ello para liberarnos de la llegada del virus natural o artificial, del momento de la destrucción total de la capa de ozono, de la posibilidad de una nueva guerra nuclear o química producto de la mente enferma de algún dirigente mundial, o simplemente del hambre universal.

 

Pero, ¿Cómo lo vemos nosotros? ¿Cuál es nuestra visión? Bien, ya tenemos un buen ejemplo. El virus llegó, anunciándonos que nos preparemos. Es sólo un ejemplo, la naturaleza no corre prisas ni tuerce sus pasos, y nos va entregando sus mensajes preventivos suavemente. Este virus es sólo un pequeño ejemplo, pero lo es. Y entonces nosotros reaccionamos colocándonos una máscara que nos cubre la boca y las fosas nasales, y allí anda el “homo atomicus” enmascarado, respirando el mismo CO2 que va produciendo, y además, con unos enormes lentes en los ojos, encarcelado entre las cuatro paredes de su habitación, alejándose temerosamente del vecino, sin poder darle un buen saludo, sin poder compartir una conversación con él, etc., etc., etc. ¡Qué triste es la reacción de este hombre que ha venido predicando que “todo lo real es racional y todo lo racional es real”, y que ahora proyecta una fantástica figura que ha llamado “nueva normalidad” montándose sobre la vieja normalidad de la sociedad del consumo, la sociedad del tener sobre el ser!

 

Claro, debemos protegernos contra el virus, eso no se objeta, pero a la vez proyectar el pensamiento un poco más allá. Probablemente nosotros, nuestra generación, no sufra el Armagedón que anuncia Hawking, pero podríamos alejarlo un poco si modificamos nuestro comportamiento, nos acercamos más a la naturaleza, privilegiamos el ser sobre el tener, recuperamos nuestros valores vitales, ponemos en orden nuestras necesidades, y destilamos amor, sobre todo esto último, con lo cual el mundo será más justo y más armónico, más duradero y más amigable que este en el que ahora vamos depositando los residuos de nuestro “ser-arrojado-ahí”, de nuestro “ser-para-la-muerte”, de nuestra “pasión inútil”.

 

De otra manera, no nos preocupemos mucho, porque en el universo, (quince mil millones de años de existencia, y apenas hemos recorrido ahora sólo los primeros dos tercios de la expansión, es decir, nos falta el último tercio de esta expansión y los tres de la compresión, esto es, unos 30 mil millones más de años antes de que se dé el big crunch), hay suficientes espacios “3-brana”, suficientes “membranas-burbuja”, suficientes “universos de gusano”, y otros muchos que solidariamente podrían recoger nuestros despojos cuando llegue el momento.

 

 

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.