Murales renuevan rostro del mercado
Iván Escobar
Colaborador
A poca distancia de la “majestuosidad remozada” del Centro Histórico, el Mercado Tinetti se erige como una trinchera de la cultura viva salvadoreña, un espacio que por más de tres décadas ha visto pasar generaciones de familias, turistas, y ciudadanos que guardan de él muchas historias.
Este mercado es más que un simple centro de abasto, el recinto celebró sus 32 años recientemente, es un guardián de tradiciones culinarias y un testimonio de la resiliencia de la gente trabajadora.
El Tinetti es reconocido por ser el epicentro de la auténtica sopa de mondongo y sus famosas tostadas de plátano, yuca o papa, que hoy por hoy se encuentran en cada rincón de la ciudad o del país, pero este lugar se consolida como el epicentro de sabores y variedades culinarias.
Sin embargo, la ubicación y la necesidad de mejorar sus condiciones para atraer a la clientela, hacen que la vitalidad del lugar dependa de la innovación y el espíritu emprendedor de sus ocupantes, aseguran tanto comerciantes como usuarios y turísticas que llegan hasta el lugar, al oriente del centro histórico, para saborear la sopa de patas, uno de los principales platillos del lugar.
Hoy, la transformación en el Tinetti no viene de una gran obra de infraestructura, sino del pincel de un artista, quien, en coordinación con los vendedores interesados en darle un rostro renovado al inmueble y hacerlo atractivo a la ciudadanía, ha priorizado la voz y la mirada de los más pequeños para rediseñar la fachada del histórico mercado.
El Tinetti y su espíritu luchador
El Mercado Tinetti se ubica estratégicamente entre la Calle Delgado y la 18ª. Avenida Sur, en la zona de la Plaza Zurita. Es un centro de comercio, pero también un refugio y un punto de partida de expresiones culturales en el corazón de San Salvador. Tras los procesos de reordenamiento en el centro de la capital, el Tinetti ha pasado a ser el destino de muchos comerciantes informales que fueron reubicados del predio de la Ex-Biblioteca Municipal, un proceso que les permitió un espacio un tanto formal y seguro, y un desafío para la afluencia de clientes, valoran los comerciantes.
Un mural con enfoque social
El motor de la renovación visual es Luis Rafael Moreira Flores, estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad Nueva San Salvador (UNSSA), artista de amplia trayectoria y quien, en cada color, en cada diseño, en cada pincelada busca exponer a la ciudad la voz del Tinetti, principalmente de sus habitantes. En el cumplimiento de sus horas sociales, desde julio, Moreira fusiona su formación académica con su pasión como artista gráfico y gestor cultural, llevando a cabo un proyecto de muralismo “que va mucho más allá de la simple decoración”, comenta. El proyecto se fue ejecutado en coordinación con la Asociación y el Sindicato de vendedores del Mercado Tinetti y Ex Biblioteca.
El trabajo de Moreira se estructuró en tres líneas de acción “con un fuerte componente de investigación social”. Estas líneas de acción son: “Grupos focales con niñez y adolescencias: esta fue la base de la propuesta. La idea central era que los niños y adolescentes que viven o pasan su día a día en el mercado se refirieran a su entorno”, resaltó.
Otro elemento fue la ejecución artística con colores dinámicos, “los murales se diseñaron con base a una paleta de colores que buscan profundizar la alegría, el dinamismo y el espíritu emprendedor de la gente que labora allí”, explica.
“La tercera línea de acción convierte los murales en un aula de historia visual, rindiendo tributo a las raíces culturales de los platillos que dan fama al mercado”, manifiesta el artista, ya que el fin es rescatar la herencia ancestral y originaria del espacio.
De juegos a caricaturas
Los encuentros con la niñez y adolescencia se realizaron mediante programas lúdicos. Para los participantes, el mercado no era un simple lugar de trabajo, sino un “universo” donde convivían con amigos, un mundo “casi caricaturesco” lleno de ocurrencias que terminaban en juegos al aire libre, donde una simple cuerda era suficiente para impulsar la fuerza y destreza de estas generaciones, comparte el artista a modo de reflexión e inspiración para consolidar este trabajo.
“Este diagnóstico social, obtenido a través de la metodología académica, fue clave. Se definió que el estilo de los murales sería con base a caricaturas, utilizando colores vibrantes inspirados en la naturaleza”, apunta. Y añade que “la academia nos enseña a hacer este tipo de estudios y canalizar los grupos focales en resultados tangibles”, afirma Moreira.
El sabor y la herencia afrodescendiente
Uno de los aspectos más profundos del proyecto es su labor de educación histórica. El muralismo de Moreira no solo embellece, sino que instruye, y él como gestor cultural y artista lo sabe, y ha querido dejarlo plasmado en su obra.
En las caricaturas pintadas sobre la fachada se encuentran palabras claves como “Sopa de Mondongo”, acompañadas por la figura de una mujer negra preparando la delicia. “Esta representación es un homenaje explícito a las primeras mujeres que elaboraron sopas tradicionales de res y vísceras, como la sopa de mondongo, de puya, de patas o de toalla, que son parte fundamental de la herencia afrodescendiente en El Salvador y de la gastronomía de las Américas”, indica. Cabe destacar que el artista ha sido un estudioso y promotor de la afrodescendencia en el país, por ello, asevera que destaca este elemento histórico que todos saboreamos, pero que desconocemos. Es decir, hace cierta práctica de la antropología urbana el artista, a la hora de ejercer su función social y artística.

Foto Diario Co Latino/Cortesía.
“La gastronomía del Tinetti, con su enfoque en caldos energéticos a base de vísceras y patas de res (platos que en sus orígenes pudieron ser humildes, pero hoy son un legado cultural), así como las tostadas (frituras a base de yuca o plátano, también con fuertes raíces en las recetas culinarias afrodescendientes), se convierte en un símbolo pintado de la riqueza multicultural del país. La cercanía a la zona de Fenadesal (la antigua estación de trenes), no hace raro que este platillo sea el tradicional en la zona”, añade.
Moreira enfatiza sobre la importancia de la investigación: “En el país hay diferentes organizaciones que investigan la Afrodescendencia como la REAC, AFROES, AZO, entre otras, de ahí tomamos estos datos”. Este acto de pintar la herencia en la calle es una forma de visibilizar y validar una parte de la identidad salvadoreña a menudo minimizada, dijo.
Un esfuerzo sectorial y académico
El proyecto de muralismo del Tinetti es un ejemplo palpable de la sinergia entre la academia, el servicio ciudadano y la comunidad. Para el artista, este tipo de acciones deben profundizarse, llevando el conocimiento adquirido en las aulas directamente al territorio y conectándolo con los habitantes. “Podemos divertirnos y hacer lo que nos gusta, a través de nuestras horas sociales. Es decir, llevar el estudio al territorio, de la mano con la gente,” concluye.
El Tinetti no solo se renueva con pintura, se reafirma como un espacio de sabor, historia y futuro, impulsado por la visión de una nueva generación y la fuerza inagotable de sus vendedores. La nueva fachada, vibrante y llena de historias, invita a todos a redescubrir la vitalidad y el sabor de este mercado emblemático de San Salvador.
Es un espacio histórico, un espacio para los capitalinos y una ventana al turista tanto local como extranjero de los orígenes de esta ciudad que guarda tanta historia, y que muchos siguen despreciando, ocultando o negando, pero San Salvador en cada rincón guarda mucha historia.
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