“La verdad siempre encuentra su camino”
Presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Luis Arnoldo Colato Hernández, Educador
Durante la pasada reunión de la CELAG, cuando los mandatarios de la región se reunieron para compartir el informe de sus respectivas gestiones, como establecer alternativas y políticas regionales de cara a las amenazas neo colonizadoras y de otra índole a la región, se dio un hecho insólito, que debemos revisar.
Inicio con la intervención ejecutiva de nuestro país, que presentará un informe con el que refrendó la tesis de que el autoritarismo es la solución, señalando como de ser el país de la región con mayor violencia social, somos supuestamente y en apenas un lustro, uno con el mayor índice regional de seguridad.
Sin embargo, el tal informe sustenta el éxito de la gestión solo en la baja de asesinatos, lo que es un logro, que sin embargo no refleja toda la foto.
El estado de excepción bajo el cual se conserva esa supuesta pacificación, se ha extendido por tres años, implicado abusos y arbitrariedades, como la detención injustificada de miles de salvadoreños, de los cuales el régimen liberó hasta 7,000, reconociendo haber cometido una injusticia al detenerlos, pudiendo ser la cifra real de detenciones arbitrarias, hasta de 30,000.
Durante este tiempo, las condiciones que dan lugar a la violencia no han sido atacadas ni desalojadas, sino agravadas y profundizadas por el régimen, distinguiéndose en su despotismo y arbitrio, no sólo contra la ciudadanía, también contra el erario y los bienes públicos, de los que ha dispuesto solo para favorecerse y a las élites.
En ambos casos destaca no solo la prepotencia y la malicia en su aplicación, además el descarado beneficio particular y político que de estas medidas se ha hecho, dirigido a aumentar exponencialmente el enriquecimiento tanto de los nepotes como de las élites, sin considerar el coste humano y material que ha supuesto, como del descrédito que para el estado salvadoreño ha implicado, habiendo por ejemplo para ilustrarlo descendido desde 2015 al presente, 32 puntos en el índice de percepción internacional de corrupción [IPC], lo que es una caída solo comparable a la sufrida por Colombia a manos de los gobiernos de narco derecha que tuvo antes.
Finalmente, esto ha supuesto una pérdida significativa de la confianza del sector privado, con una caída de hasta el 10,4% en el pasado lustro de su inversión en el país, mientras las remesas aumentan en proporción con la expulsión migratoria ilegal por inseguridad que la población padece por parte del régimen, en las mismas fechas, haciendo de estas el soporte real de la economía doméstica, de cara al fracaso del modelo neoliberal patrocinada por el régimen.
Así que, si bien el informe propagado por la delegación ejecutiva era halagüeño, casi de inmediato fue desmontado al confrontar las cifras de nuestra realidad expuestas desde la banca multilateral.
La política criolla haría bien manejándose desde la verdad, aprendiendo de una vez que venderse desde una mentira no es defendible.
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