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El Acuerdo de Paz es uno de los hechos más trascendentales en la historia reciente de El Salvador

El presidente de la República, Nayib Bukele, los voceros de Nuevas Ideas en la Asamblea Legislativa, incluido el presidente de la misma, así como sus corifeos, han creado una narrativa distorsionada, no sólo de fragmentos de la historia contemporánea de El Salvador, como la guerra civil de más de doce años y, fundamentalmente, del Acuerdo de Paz firmado el 16 de enero de 1992 entre la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Gobierno de turno.

Decir, por ejemplo, que el Acuerdo de Paz es una farsa, y que sirvió solo para favorecer a las cúpulas de dos partidos políticos, es tergiversar la historia, y ultrajar a las víctimas, pero sobre todo intentar por decreto y discursos falsos el verdadero significado de los acuerdos que pusieron fin a la guerra interna.

En primer lugar, la guerra civil se realizó debido a las constantes violaciones de los derechos humanos, producto de la dictadura militar pro oligárquica que dirigió el país durante más de 50 años.

En segundo lugar, por la persecución de toda idea contraria al oficialismo y la imposibilidad, por tanto, de partidos con ideologías distintas a la capitalista, liberalismo.

El Acuerdo de Paz, producto de la guerra civil, trajo consigo la refundación de El Salvador, por los cambios estructurales en lo político y social, lamentablemente no en lo económico, con lo que permitió el inicio de un verdadero proceso democrático, el cual, sino no la analizamos solo por el voto popular, éste se ha estancado y corre el peligro de desaparecer por un nuevo régimen, basado en una ideología fundamentada en el autoritarismo.

El Acuerdo de Paz hizo desaparecer a los antiguos cuerpos de seguridad violadores de los derechos humanos, redujo y estableció un único rol a la Fuerza Armada, el de ser vigilante de la soberanía nacional y le quitó, lo más trascendental de la reforma, a la institución castrense la labor de seguridad pública.

Otro gran logro del Acuerdo de Paz fue la creación de la Policía Nacional Civil, defensora de los derechos humanos, profesional y con filosofía comunitaria. Si se instrumentaliza como lo hace el actual gobierno puede perder su naturaleza de acuerdo a lo establecido en el Acuerdo de Paz.

La creación de la Procuraduría de los Derechos Humanos fue otro gran logro del país, gracias al Acuerdo de Paz. Por cierto, el Procurador de los Derechos Humanos, José Apolonio Tobar Serrano, acompañado del Cuerpo Diplomático acreditado en el País, entre ellos la representante de las Naciones Unidas, celebró el 30 aniversario de la creación de la PDDH. El hecho de que el cuerpo diplomático haya acudido a la invitación del procurador es altamente significativo, no solo la firma del Acuerdo de Paz, sino la celebración de la fecha, es decir, el 16 de enero.

Monseñor Arturo Rivera Damas, arzobispo de la Diócesis de San Salvador, ya fallecido, en una fecha como esta, en 1994, en referencia al Acuerdo de Paz dijo: “Fueron un aspecto importante de la historia y fue algo positivo, es el punto de partida. Por supuesto, para mí merecen todo respeto”.

Y a una pregunta de por qué la paz en el país no se lograba, tampoco la justicia, sabiamente respondió: “¿La culpa la tienen los Acuerdo de Paz? Ciertamente no, los Acuerdo de Paz estuvieron bien, si no estuviéramos en la guerra. O sea, el conflicto armado fue una cosa espantosa y qué bueno que se llegó a eso, qué bueno porque cesaron las balas y eso es muy importante”. “Yo no tengo nada contra los Acuerdos de Paz”, finalizó.

Alfredo Cristiani (1989-1994), quien era el presidente de la República en esa fecha, y, por tanto, le tocó negociar y firmar el Acuerdo de Paz expresó: “Lo que ahora comienza a ocurrir en El Salvador, no es el restablecimiento de una paz preexistente, sino la inauguración de una paz auténtica fundada en el consenso social, en la armonía básica entre sectores sociales, políticos e ideológicos y sobre todo en la concepción del país, como totalidad sin exclusiones de ninguna índole”.

No tener presente todo lo anterior, y otros aspectos más fundamentales para que se pusiera fin a la guerra y la destrucción de una buena parte de la vida productiva del país, con las secuelas propias de la guerra como las bajas entre uno y otro bando, así como el sacrificio de la población civil producto de los abusos de la Fuerza Armada, como lo ocurrido en El Mozote y sitios aledaños, en el Calabozo, El Sumpul, y tantas más, es simplemente ir vanamente en contra de la historia. A lo anterior hay que agregar a los más de un mil niños y niñas que los soldados arrebataron de los brazos de sus padres o madres, y que gracias a Pro Búsqueda, algunos han sido encontrados y, por tanto, conocer a sus familias biológicas.

Por todo lo anterior, el pueblo en general, las víctimas de la guerra, así como los firmantes tienen todo el derecho de celebrar la firma del Acuerdo de Paz, pues parte de la historia reciente de El Salvador, y la historia no se puede borrar por decreto, ni mucho menos por el capricho de un presidente de la república que solo estará en el poder cinco años, y si se respeta la Constitución.

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