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El 10 de octubre y la deuda de la Justicia: Sanar para prevenir

Por Ricardo Sosa
Doctor y máster en Criminología
@jricardososa

Cada 10 de octubre, la comunidad global se une para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental. La conversación suele girar, acertadamente, en torno a la desestigmatización, el acceso a terapias y el bienestar general. Sin embargo, para quienes analizamos los fenómenos de la criminalidad y la victimización, esta fecha nos obliga a mirar hacia un rincón olvidado de la política pública: la íntima y dolorosa conexión entre la enfermedad mental no tratada y el sistema de justicia penal.

La salud mental no es solo un tema de bienestar personal; es un fundamento de la seguridad pública y un factor determinante en la cronicidad del delito. Ignorar la problemática de salud mental que atraviesa América Latina y nuestra sociedad es, en esencia, ignorar las raíces profundas de la violencia y la injusticia.

La cárcel como falla terapéutica

Desde la criminología, los datos son ineludibles: las tasas de trastornos mentales graves dentro de la población carcelaria superan con creces las de la población general. Muchos de los que hoy llamamos “delincuentes” son, en realidad, individuos que han navegado por un laberinto de falta de amor, cuidados, trauma infantil, pobreza extrema y diagnósticos psiquiátricos no atendidos. La conducta criminal, en estos casos, es menos un acto de maldad pura y más un síntoma trágico de una mente en crisis.

El sistema, al encarcelar, no ofrece la cura; a menudo ofrece un agravamiento como se puede demostrar con evidencia. Nuestras cárceles se han convertido, por defecto, en los mayores centros de salud mental de facto, pero sin la capacidad, el personal técnico especializado para ser terapéuticos. Se requieren psiquiatras con especialidad en atención a delincuentes y criminales, más psicólogos y criminólogos. La prevención eficaz comienza mucho antes que el arresto, con la inversión en servicios comunitarios accesibles, priorizando el tratamiento sobre el castigo. La verdadera prevención está en el control social informal en especial, la familia y luego la escuela.

La salud mental de la víctima: La cicatriz invisible

Si el ofensor padece, la víctima lleva la carga del trauma. Aquí interviene la victimología, que nos recuerda que el impacto de un delito no termina con la sentencia judicial. El asalto, el robo, el secuestro o la pérdida de un ser querido dejan cicatrices que la ley penal a menudo ignora: el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), la ansiedad paralizante, el miedo crónico.

El proceso legal mismo puede ser una fuente de victimización secundaria. Enfrentarse al agresor, revivir el hecho en el estrado y lidiar con la lentitud burocrática del sistema son factores que deterioran aún más la salud mental de quienes ya han sufrido. En este Día Mundial de la Salud Mental, debemos contribuir y solicitar que los sistemas de justicia se vuelvan auténticamente “sensibles al trauma”, ofreciendo apoyo psicológico mandatorio e inmediato, no como un extra opcional, sino como parte integral de la reparación del daño. La verdadera justicia debe ser tan diligente en sanar las mentes de las víctimas como lo es en castigar a los culpables.

Invertir en mentes sanas es invertir en cero víctimas

El Día Mundial de la Salud Mental nos ofrece una oportunidad para reforzar y reorientar las políticas públicas de salud y del sector de justicia. Entendamos que cada dólar invertido en un programa de salud mental juvenil o en clínicas de atención primaria es un dólar que potencialmente ahorraremos en costos policiales, judiciales y carcelarios.

Una sociedad que ignora la salud mental de sus ciudadanos está condenada a cosechar más crimen y más víctimas. Hagamos de la atención mental accesible un derecho fundamental y un pilar de nuestra sociedad Solo así lograremos que la paz no sea solo la ausencia de delito, sino el resultado de mentes y comunidades sanas. En este día de la salud mental hagamos cada uno de nosotros una adecuada y sincera lectura como estamos en relación con nuestra salud física y mental por que van de la mano. Camine 30 minutos diarios cinco veces a la semana como mínimo y estará avanzando. Visite a un psicologo al menos una vez al año, rompamos los mitos de que solo personas con trastornos o enfermedades mentales requieren de los profesionales de la salud mental.

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