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El Dr. Roberto Romualdo, junto a sus hermanos Ricardo Napoleón y Carlos Benjamín, quienes fallecieron por el COVID-19. Foto Diario Co Latino/cortesía de la Familia Romualdo Domínguez

¡Doctor Romualdo, un abrazo hasta las estrellas!

Roxana Córdova
@DiarioCoLatino

Si los buenos deseos de los amigos y demás personas que lo estimaban sanaran y dieran fuerza a los enfermos para levantarse y dejar la cama, el doctor Roberto Antonio Romualdo González seguiría hoy atendiendo a sus pacientes en el área de emergencia del Hospital Médico Quirúrgico.

Desde que se conoció el mal estado de salud, a consecuencia del COVID-19, del doctor Romualdo González se inició una serie de cadenas de oración que solicitaban al creador la intervención y sanación divina de ese hombre de fe, de ese ángel que había dado alivio y devuelto la salud a decenas de personas.

En el MQ donde trabajó los últimos años, se destacó como uno de los más brillantes y dedicados cirujanos. Y no es que los demás cirujanos no lo sean, pero Romualdo era un ser excepcional.

Su destino estaba marcado al igual de decenas de médicos, enfermeras y demás personal de salud que han ofrendado sus vidas por ayudar a otros.

Los que lo conocieron y tuvieron la dicha de ser sus amigos, saben que Romualdo fue un hombre de principios, un profesional de la salud comprometido, un excelente y amoroso padre, un buen hijo, hermano, esposo. Un ser humano solidario y de mucho corazón. Claro que tenía sus genios como todos, pero eso en él, era hasta perdonable.

Con sus pacientes, el doctor Romualdo ofrecía más que un simple chequeo médico o una simple receta, ofrecía disponibilidad, buena voluntad.  En ese médico sonriente y lleno de vida y mucha energía se hallaba la esperanza y el alivio que los enfermos buscaban. Siempre con las palabras correctas para dar aliento, el trato cálido y humano que se necesita cuando el cuerpo está vulnerable y agotado a causa de algún padecimiento y siempre haciendo que las cosas pasaran y pasaran bien.

Romualdo era originario de Izalco, Sonsonate, y decía que era brujo y que por eso lograba que sus pacientes tuvieran una pronta recuperación. Pero no, lo de brujo no era cierto, lo cierto es que el doctor era fiel creyente de la promesa divina y bajo esa misericordia en la que se amparaba lograba ser ese  instrumento que el Todopoderoso usaba para dar la sanación a los demás.

Su amor por sus pacientes hizo que el doctor impulsara varios proyectos de mejora en el sistema de salud del Seguro Social. Dejó como legado las cirugías ambulatorias, clínicas de curación avanzada de úlceras, curación domiciliar, mapas quirúrgicos ordenados y estableció un sistema para los cirujanos que le denominó  bloqueo quirúrgico, que permite la administración de los pacientes a los cirujanos.

Su energía para hacer y crear era impresionante. Parecería que no tenía fin, que no se acabaría nunca. Pero este viernes fue despedido por sus compañeros y amigos del Hospital General del Seguro Social, donde estuvo sus últimos días ingresado a consecuencia del COVID-19. Muy emotiva su despedida, llena de lágrimas, aplausos y de reconocimiento; llena de gratitud y amor, de respeto y admiración por ese hombre que fue siempre un buen amigo, maestro, compañero.

Pero el doctor Romualdo no es que perdiera la batalla ante esta enfermedad, sino que fue llamado a la morada del Padre Todopoderoso en el que fielmente creyó toda su vida, para que vea cumplir la promesa divina y así descansar en paz y tener vida eterna.

La pandemia se llevó antes a los hermanos del doctor Romualdo. El primero fue Carlos Benjamín, el 27 de junio, en la unidad de máxima emergencia del Hospital General ISSS, luego le siguió

Luego Ricardo Napoleón, el 8 de julio, y este 9 el julio fallece el doctor Romualdo, médico cirujano.

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