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Del irrespeto a la institucionalidad al cinismo político

En el artículo “Cinismo político. Un nuevo estilo discursivo en las democracias liberales” basado en la obra del mismo nombre del académico López de Lizaga, J. L. (2022), parte de la premisa de que “en las democracias liberales actuales se extiende un nuevo estilo discursivo propiamente cínico. El artículo traza una genealogía de este cinismo político partiendo del liberalismo político de John Rawls y recalando en la teoría agonística de la democracia de Chantal Mouffe, e intenta mostrar que la superación del liberalismo político que la teoría agonística lleva años proponiendo parece realizarse finalmente a través del cinismo, aunque con resultados diferentes de los esperados: la expansión del cinismo en la esfera pública debe entenderse como una degradación del debate público con consecuencias políticas inquietantes”.

Hemos recurrido a la cita anterior, para que, por un lado, los seguidores del presidente Nayib Bukele, se enteren que hay toda una teoría originada por las actuaciones cínicas de gobiernos y una nueva clase política que se acentúan en las naciones gracias a las oportunidades que brindan los senderos democráticos, es decir, llegar al poder por medio de los procesos democráticos.

Y, por el otro, para argumentar, como deberíamos, si fuéramos una sociedad culta, lo que sería lo ideal, o mejor dicho, con algún grado de escolaridad que permita el más bajo nivel de la política, ante las actuales actuaciones y expresiones cínicas, incluso, si nos quedáramos solo con la acepción más común del vocablo cínico.

El diccionario común define cinismo como: “Actitud de la persona que miente y defiende o práctica de forma descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación”.

Y dado que es más fácil acceder a esta definición de cinismo, las declaraciones del vicepresidente de la República, Féliz Ulloa, hay que remitirlas, para el análisis en esta conceptualización, sin detrimento de introducirla en el tratamiento de una filosofía política si se quiere escalar en el plano profundo de la argumentación.

El vicepresidente Ulloa, en una entrevista en una radio local, cuando fue preguntado por qué el presidente Bukele habrá afirmado a un youtuber que en El Salvador se puede “reelegir 80 veces”, pero NO DE FORMA CONTINUA (las mayúsculas son nuestras). Y el presidente Ulloa respondió de la forma más descabellada posible, dijo que “El presidente no había leído bien el artículo 152 de la Constitución, porque era un artículo que “ESTABA OCULTO” (las mayúsculas son nuestras). Es cierto que, la mayoría de preceptos de ley, a veces requieren la interpretación de los especialistas por la jerga propia o por el lenguaje técnico, o por el estilo de redacción.

Pero tratándose de la Constitución, el principal tratado social de una sociedad, pese al “tecnicismo” este debe ser de lo más claro posible porque es el instrumento que va regir las actuaciones de un pueblo, nación o sociedad, y por lo tanto debe ser comprensible para esa gran mayoría.

Y el artículo Art. 152, que según el vicepresidente estaba “escondido”, dice: “No podrán ser candidatos a Presidente de la República: 1º.- El que haya desempeñado la Presidencia de la República por más de seis meses, consecutivos o no, durante el período inmediato anterior, o dentro de los últimos seis meses anteriores al inicio del período presidencial; 2º.- El cónyuge y los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad de cualquiera de las personas que hayan ejercido la Presidencia en los casos del ordinal anterior.”

Pero, la Constitución de El Salvador, en aras de que el “pueblo” tenga claro la oposición a la reelección continua, aborda el tema en otros siete artículos, unos de forma directa y otros de forma indirecta.

Así, desde 1983 que fue aprobada la actual constitución, todos los salvadores y extranjeros saben que por constitución que es prohibida la reelección continua con la peculiaridad de quienes promuevan la reelección continua “pierden los derechos ciudadanos” (Art. 75).

Entonces, señor vicepresidente, no hay ningún artículo escondido, lo que sucede es que basado en la teoría del cinismo, están haciendo uso hasta de los preceptos más descabellados para hacerle creer al pueblo, pues el ciudadano difícilmente podrá ser manipulado por la más falaz de las argumentaciones.

Aunque ilegal, tenía más sentido el argumento que la reelección del presidente Bukele está basado en la popularidad del presidente, tomando como si fuese referéndum para la elección la aceptación que el presidente desborda en los encuestados, independiente que la encuesta sea para medir solo la simpatía al mandatario y no para la reelección, para lo cual habría que hacer un referéndum que en El Salvador no existe.

Pero, de lo anterior, al descaro y lo descabellado hay bastante trecho. El gobierno de Bukele y sus adláteres debería sincerarse, y argumentar fehaciente que irán a la reelección porque tienen todo el poder a su favor: su propia Asamblea Legislativa, su propia Sala de lo Constitucional, su propio Fiscal General de la República, La Fuerza Armada y la Policía Nacional Civil.

Ya hay algunos que en privado lo mencionan: “Es la correlación de fuerza”, dijo uno. “Son decisiones políticas no morales”, dijo el “bukelista”. Estos al menos, están por el realismo político de la coyuntura que convencer con retóricas insensatas.

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