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Carta urgente a la juventud salvadoreña II

Unicornio Azul

La juventud salvadoreña nos muestra una generación con alta conciencia ambiental. Cada vez más las y los jóvenes sois consumidores responsables y cambiáis vuestro hábitos con el fin de cuidar el planeta y aportar a la sociedad. Vuestra preocupación por los efectos que tiene el cambio climático en el medio ambiente, es un ejemplo del que los adultos debemos aprender. Pero, sin duda, tenemos mucho que caminar hasta que podamos hablar de un país concienciado, libre de contaminaciones.

Esta tendencia positiva de la juventud, es nacional y es universal, y está basada en el mayor conocimiento de los males que sufre la naturaleza y en una sensibilidad creciente por un futuro sustentable. Hoy podemos hablar de Derechos de la Naturaleza como paradigma que la juventud acepta con normalidad. Es algo extraordinario. Si para generaciones anteriores se trataba primero de domar a la naturaleza, luego de conservarla y respetarla por decisión de la especie humana, ahora se trata de afirmar que la naturaleza tiene derechos que nos obligan a obedecer. Es la naturaleza que reclama su integridad la que debe ser incorporada a nuestra Constitución.

La juventud salvadoreña tiene una posición crítica frente al expolio de la naturaleza, la minería abusiva y la desertización de territorios, la contaminación del aire que respiramos, de las aguas y de los suelos. Son males que vienen de la mano de un mal desarrollo, de un proceso neoliberal que todo lo convierte en mercancía, en compra-venta, aunque ello signifique poner en peligro el futuro de nuestro país. La reducción de las áreas naturales, la deforestación de bosques, provocan efectos negativos sobre la salud, los ecosistemas y los seres vivos. A ello se suma el mal uso de los deshechos y desperdicios, la falta de redes de conducción de aguas negras, los vertidos contaminantes al mar…

Amigas y amigos, la naturaleza no es muda. Nos está hablando, denunciando su deterioro, pero ocurre que muchos de nosotros somos sordos y no oímos sus advertencias, sobre todo los poderes económicos que todo lo convierten en mercados y negocios. También en nuestro país nos sentamos sobre una rama que nos empeñamos en aserrar de forma delirante y en cualquier momento puede quebrarse. Pensemos que cada árbol, cada roca, cada arroyo, los animales, forman una sinfonía de voces que reclama nuestra atención y nos invita a que deliberadamente defendamos sus derechos que también son los nuestros, pues no podríamos concebir nuestras propias vidas sin la naturaleza toda.

Es por ello que las organizaciones medio ambientales en nuestro país son tan necesarias. En ellas encontramos sobre todo a mujeres y hombres jóvenes que trabajan por un futuro en que sea posible caminar por bosques y nadar por aguas hoy imposibles. La aprobación de la Ley de Minería en la Asamblea Legislativa fue un triunfo de la sociedad, pero de manera especial de las y los activistas, sin olvidar la acción de las Iglesias. Ya en octubre 2016 nuestro país ganó la demanda millonaria impulsada por la minera Pacific Rim ante el Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), por no permitirle la explotación minera en Cabañas. Lo que esto demuestra es que Sí Se Puede, que cuando se une la voluntad general todo objetivo puede ser logrado.

Nuestro pequeño país tiene reservas naturales de enorme interés: Cerro Verde, Montecristo, El Imposible, El Playón, Conchagua, Los Volcanes, bellos lagos y volcanes, y todo cuanto hagamos para preservarlos libres de contaminación es un acto a favor de la vida. La biodiversidad tiene en estos espacios una original e inigualable realidad. Creo que en las escuelas y universidades se debe estudiar la naturaleza y en particular el estado medio ambiental de nuestro país, haciendo énfasis en la importancia de cuidar nuestras reservas, parques naturales, bosques, ríos y lagos. Ya es significativo que el Ministerio de Medio Ambiente denuncie que más del 80% del territorio está deforestado, la escasa cobertura vegetal apenas constituye apenas el 2% de la masa boscosa; estimándose que en nuestro país cada año se talan aproximadamente 4500 hectáreas de bosque. Por otra parte casi el 10% del total de especies registradas en el país para los grupos de anfibios, reptiles, aves, mamíferos y plantas, se encuentran amenazadas o en peligro de extinción. Respetemos a la naturaleza y pongamos fin a los ataques humanos que viene sufriendo.

Pero ¿qué son los derechos de la naturaleza? Hasta ahora sabemos de los Derechos Humanos, de los Derechos Civiles y Políticos, pero qué sabemos de los Derechos de la Naturaleza.

“El desarrollo económico y social debe ser compatible y equilibrado con el medio ambiente; tomando en consideración el interés social; así como la declaración de interés social, la protección, restauración, desarrollo y aprovechamiento de los recursos naturales” (Art 117 de la Constitución de la República de El Salvador). Siguiendo esta línea el presidente Salvador Sánchez Cerén afirmó en su toma de posesión: “Nuestras políticas de desarrollo serán compatibles con la protección de los bienes naturales del país. Estamos conscientes de que debemos actuar en contra del impacto de la crisis ambiental y del cambio climático. Sólo con una agenda de sustentabilidad ambiental podremos mejorar la calidad de vida de los salvadoreños”. Pues bien, la mejor manera de cumplir esta promesa es asumir los Derechos de la Naturaleza.

Ángel Ibarra, viceministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ha dejado escrito: “Los bienes naturales (hoy concebidos como recursos) deben dejar de ser valorados como una condición para el crecimiento económico, o como simple objeto de las políticas de desarrollo. Esto nos conduce a aceptar que la Naturaleza, en tanto una construcción social, debe ser reinterpretada y revisada íntegramente. Para empezar la humanidad no está fuera de la Naturaleza; y la sociedad humana debe fusionarse con la sociedad natural”.

Para Ibarra, liberar a la Naturaleza de esta condición de recurso o de simple mercancía, exige un esfuerzo político que reconozca a la Naturaleza como sujeto de derechos. Dada la gravedad de la crisis civilizatoria que vivimos, en la actualidad podemos afirmar que la centralidad de los Derechos de la Naturaleza es también la atención en el derecho a la existencia de los propios seres humanos”.

Amigas y amigos, ¿saben que grupos sociales, económicos y políticos no aceptan los tratados internacionales ni las políticas ecológicos de los gobiernos? Los grupos neoliberales llegan incluso a decir con descaro que no hay tal cambio climático. A ellos, cegados por los mercados y el hacer negocios a costa de la salud del planeta, les parece que cuanto decimos quienes amamos y respetamos la naturaleza y sus derechos, no es más que un obstáculo para sus objetivos de seguir logrando ganancias a costa de seguir explotando la naturaleza y sus recursos. Al contrario, nosotros pensamos que merece la pena trabajar por una nueva relación y vínculo entre seres humanos y la naturaleza. Es más, la propia demanda ambiental nos obliga a dialogar e interactuar con todos los saberes tradicionales de indígenas y campesinos, en tanto que en ellos residen concepciones y otras prácticas de relacionamiento con el ambiente. La llamada vida moderna ha anulado estos saberes que nosotros queremos recuperar. Debemos hacer leyes que blinden los Derechos de la Naturaleza y los saberes de las comunidades originarias y campesinas.

Mi llamado a la juventud salvadoreña es un llamado por la vida. ¿No les parece que debemos intentar un crecimiento que nos lleve a un buen desarrollo? Los famosos mercados abogan por el mal desarrollo, ese que no se para a valorar lo que destruye, vidas humanas, naturaleza. El buen desarrollo cuida de las necesidades, de las nuestras y de las de la naturaleza en la que no debemos olvidar a todos los seres vivos. Permítanme que en consecuencia les hable brevemente del Buen Vivir.

La tarea del Buen Vivir, es organizar la economía preservando la integridad de los procesos naturales, garantizando los flujos de energía y de materiales en la biosfera, sin dejar de preservar la biodiversidad del planeta. No es fácil.

Pues supone vencer las presiones de poderes muy fuertes. Buen Vivir es un paradigma que recoge la totalidad de los anhelos y aspiraciones juveniles. Como paradigma alternativo, plantea la necesidad de transitar hacia otros modos de producir, de consumir y de organizar la vida. Da respuesta al modelo de desarrollo y al modelo de civilización que han conducido a un escenario ya reconocido como insostenible. En su formulación básica pone el acento en la relación armónica e integral entre los seres humanos y la naturaleza.

El gobierno que salga de las próximas elecciones presidenciales debería de responder a las preguntas qué vida queremos, qué sociedad queremos, qué mundo queremos. El Buen Vivir es una respuesta que aborda todos los aspectos de la vida humana, y por eso, porque el FMLN cree en una reforma global de nuestra sociedad donde todas las personas con todos los derechos y garantías sociales, estén en el centro de la economía, de la cultura, y en comunión con la naturaleza, por eso, es inteligente apoyar al candidato Hugo Martínez. La derecha siempre pondrá por delante sus negocios y ganancias, para ella la naturaleza es parte del mercado donde todo se vende y se compra.

Y qué decir de las alternativas actuales de la juventud salvadoreña que vive el dilema de migrar o quedarse en el país. En una próxima Carta abordaremos este importante tema en el marco de la caravana que se dirige a Estados Unidos.

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