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Algunas lecciones de Chile

Iosu Perales

Toda la izquierda esperó con ilusión una victoria en Chile. Pero el resultado, inapelable, con casi un 70% de voto contrario a la Constitución nos infligió una severa derrota. Es significativo que en cuestión de horas el presidente Boric procediese a cambiar su gobierno, inclinándolo hacia la moderación. Este hecho fue el reconocimiento implícito de que algo había fallado en la gestión de la propuesta de una nueva Constitución, más allá de la campaña brutal de una derecha sin escrúpulos. Mientras la izquierda  continental trataba de encontrar una explicación en la manipulación y la mentira de quienes pintaban la propuesta como el descenso al infierno, Boric, sin perder tiempo, daba el paso de reconocer que algo había fallado en sus propias filas. Entre los opositores mentirosos y los errores propios está la explicación de lo ocurrido en las urnas.

Ciertamente las críticas a la campaña de las derechas son razonables. Extendieron el miedo afirmando que la nueva Constitución traería el fin de la propiedad, el adoctrinamiento de niños y niñas, la libertad de abortar, y otras calamidades como que el país pasaría a estar bajo dominio de Venezuela. La izquierda no fue capaz de percibir que este escenario apocalíptico sería su tumba, y siguió haciendo una campaña en la que la nueva Constitución aparecía de la mano de la izquierda como su bandera casi exclusiva. De este modo hubo una excesiva ideologización del referéndum y en lugar de proyectarse como resultado de una unidad popular transversal, cayó en el error de presentar la propuesta como propiedad de la izquierda, del Frente Amplio, bajo la marca de “apruebo”. Lo cierto es que para mucha gente la Constitución no abarcaba las necesidades básicas de la población chilena en su conjunto. Muchos electores que votaron a Boric como presidente pasaron a votar “rechazo”.

Hay un problema de fondo que es necesario comprender: no es suficiente levantar el nombre de Frente Amplio para que una nueva correlación política se haga realidad. Mi vaticinio es que cualquier propuesta frente amplista debe gestionarse de modo que ensanche la base social de la política. Todo proyecto que se limite a modificar un encabezamiento revolucionario por otro en cuyo frontispicio figure las palabras Frente Amplio estará destinado al fracaso. Los nombres no hacen milagros, hay que llenarlos de contenido. Por eso me atrevo a decir que el vuelco electoral que El Salvador necesita, sólo podrá ser realidad si el conjunto de fuerzas progresistas desde la pluralidad, marcha bajo una sola bandera de democracia y libertad.

La propuesta constitucional en Chile promovió más de cuatro millones de votantes nuevos que dieron la victoria al rechazo. La mayoría eran jóvenes que no habían vivido la dictadura de Pinochet y en consecuencia sus conciencias no estaban especialmente alimentadas por aquella experiencia. Puede pasar lo mismo en El Salvador: la mayoría de jóvenes no vivieron directamente la guerra y su desenlace en los acuerdos de paz. Por eso no es tan decisivo hablar en pasado, acudir a la historia vivida sólo por una parte del país. El pasado hay que recordarlo lo justo, para saber de dónde venimos, de dónde viene el país, que errores no hay que volver a repetir y que virtudes hemos de rescatar. Sobre todo, hay que hablar de presente y de futuro. De lo que viene, que son tiempos oscuros en los que la débil democracia puede caer. En Chile se ha constatado una profunda desconexión del gobierno y su Constituyente con los sentimientos de gran parte de la población, preocupada por la sobrevivencia en medio de un estancamiento de la economía. Por más nobles que sean las intenciones de quienes redactaron la Constitución, una gran parte de los sectores populares sienten angustia ante el deterioro de sus condiciones de vida, lo que se traduce en ese bajo 30% de respaldo al gobierno de Boric, a pocos meses después de ser proclamado presidente.

La falta de habilidad para incorporar a la mayoría social y política es una enfermedad de la izquierda que pone una vez más de relieve la dificultad de gestionar la relación entre ideología y política. Pero en Chile si se ha tomado nota y en el breve discurso tras la presentación de su nuevo Gabinete, el mandatario presidente recordó a los ministros que “el cambio no es protocolar ni para la foto”, sino que debe responder de forma rápida a los desafíos que afronta el país y la ciudadanía. Ahora la derecha sigue apretando y la izquierda sufre tensiones que afectan a su coalición. El desafío es salir reforzada.

En realidad, el giro hacia la moderación es una mala noticia para las mayorías sociales del país. Pero era necesario hacerlo para salvar al gobierno.  Boric lo ha definido como “sacar a los extremos”. Probablemente el Partido Comunista ha sido el mayor perjudicado al ser sacados sus dos ministros. Así, el presidente Boric, ha justificado su giro a la moderación tras el triunfo del rechazo, diciendo: “La historia nos ha enseñado que los verdaderos cambios, esos que perduran, son aquellos que no se hacen de la noche a la mañana. Sino que tienen que ser abrazados por las grandes mayorías”.

Claro que el país ha perdido al ver como se prolonga la vigencia de una Constitución que fue obra de la dictadura. La izquierda tiene que ser autocrítica. Deberá escuchar al pueblo e interpretar sus urgentes necesidades. Y en el seno de la izquierda y del campo progresista deberá haber más diálogo, más empeño, más unidad. Para algunos analistas, lo ocurrido puede servir superar los sectarismos hacer más fuerte el camino hacia una nueva Constitución.  Se trata de revertir el escenario y convertirlo en un triunfo del sentido común y de la democracia.

La propuesta de nueva Constitución chilena fue rechazada en las urnas. El resultado fue contundente: 61.88% el Rechazo y 38.12% el Apruebo, con una participación récord de casi 13 millones de electores, 4.5 millones más que en diciembre de 2021. Como suele suceder con las derrotas, comenzaron a multiplicarse señalamientos cruzados sobre responsabilidades. Algunas voces centraron el peso en las falencias de un Gobierno que cuenta con alrededor de un 38% de aprobación, mientras que otras pusieron el centro de la crítica en el mismo texto y la dinámica de la Convención. La propuesta de la nueva Constitución ya había tenido una deslegitimación anterior, con la idea de “aprobar para reformar”, es decir, aceptando que la misma tenía falencias en varios aspectos que debían ser corregidos.

Podrían pensarse otros elementos de la derrota: la dificultad, por ejemplo, de haber construido una estrategia eficaz de comunicación de la nueva Constitución. Entre otros. Por su parte la derecha trata de asociar Gobierno y plebiscito, para convertir este último en una derrota de Boric.

Pero el presidente tomó la palabra poco antes de las 22 horas locales del mismo día de las votaciones:. “Esta decisión de los chilenos y chilenas exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que dé confianza, que nos una como país. Allí el maximalismo, la violencia y la intolerancia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado”.

Desde diez mil kilómetros sigo con interés el proceso de construcción del Frente Amplio en El Salvador. Espero y deseo que los aciertos se impongan a los desaciertos. Será importante el ir avanzando en el perfil de un liderazgo que este la altura de las expectativas populares. Deberá ser un liderazgo inmaculado, sin la más pequeña mancha de corrupción; un liderazgo que tenga la menor cantidad posible de rechazos en la ya tensa sociedad salvadoreña; profundamente calmado y dialogante, que transmita seguridad y estabilidad; que tenga experiencia y sea un buen comunicador.

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