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¡Viva el adulto mayor!

Nelson López*
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En este enero, cuando a todos los viejos y abuelos, jubilados y no jubilados, nos celebran el mes de la tercera edad no está demás que pensemos en desarrollar algunas prácticas que en lugar de aeróbicas les dicen neuróbicas. No descartemos que en cualquier momento nos tocará ir donde el neurólogo para que nos diga –amigo, le tengo dos noticias, una mala y una buena… la mala es que padece alzheimer y la buena es ¡que ya se le va a olvidar!

Todo lo referente a esa enfermedad que normalmente sabemos que ataca a los ancianos y que algunos ya experimentamos con algún familiar hace que la persona pierda la Memoria y ya no pueda tener sentimientos de placer y alegría, ni el control de sus propios órganos.

El enfermo pierde la Conciencia sobre sus actos y su propia Identidad, porque ya no podrá reconocerse a sí mismo. Pierde el carácter, la voluntad y el poder de decisión, no reconoce a sus amigos y familiares, y ni siquiera a sus propios hijos.

Ese “alemán” es un gran monstruo, pero nada cuesta hacer los ejercicios propuestos.

El hemisferio derecho del cerebro le va a agradecer…

El Alzheimer se puede prevenir con ejercicios como cambiar de mano al cepillarse los dientes. Variemos algunas rutinas y se obliga la estimulación del cerebro derecho. Esta es una nueva técnica para mejorar la concentración, desarrollar la creatividad y la inteligencia, al realizar estos simples ejercicios neuróbicos.

Un descubrimiento dentro de la “Neurociencia” revela que el cerebro tiene una extraordinaria capacidad de crecer y mudar el patrón de sus conexiones.

Los autores de este descubrimiento, Lawrence Katz y Manning Rubin (2000), revelan que la Neuróbica, o la “aeróbica de las neuronas”, es una nueva forma de ejercicio cerebral, proyectada para mantener al cerebro ágil y saludable, creando nuevos y diferentes patrones de comportamiento y de las actividades de las neuronas de su cerebro.

Cerca del 80% de nuestro día a día está ocupado por rutinas, que a pesar de tener la ventaja de reducir el esfuerzo intelectual, esconden un efecto perverso: limitan y atrofian el cerebro, no permitiendo la renovación y crecimiento de sus neuronas.

Para contrarrestar esta tendencia es necesario practicar algunos “ejercicios cerebrales” que hacen que la persona piense solamente en lo que está haciendo, concentrándose en esa tarea, es hacer todo aquello contrario a la rutina, obligando al cerebro a un trabajo adicional.

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