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¿Qué es pensamiento crítico?

Por Carlos Abrego        

 No pasa un sólo día sin que el dictador no cometa una barrabasada o haga alguna declaración descabellada. Muchos comentaristas han encontrado en esto una manera muy fácil para divertirse a expensas de Nayib Bukele. No obstante, opino que hay muchos temas que no pueden dejarse de abordar y reflexionar sobre ellos.

No voy a enumerar ninguno. Cada uno en su campo sabe cuáles son las carencias que sufrimos en el país y debemos ser conscientes de que este tiempo de plagas que estamos padeciendo va a tener un fin y que debemos prepararnos todos a una reconstrucción nacional. Pues los ataques destructivos de la dictadura no omiten ningún terreno.

Nuestro país se empobrece en todos los sentidos. No nos dejemos empobrecer intelectualmente discutiendo, comentando el discurso carente de altura y sentido del dictador. Tampoco tomemos en serio la avalancha de sandeces de los troles.

Es cierto que la publicidad gubernamental y la cotidiana actividad de los troles hacen mella en la mente de muchos compatriotas. Se ha repetido con insistencia que todos urgimos de un pensamiento crítico.

¿En qué estriba este pensamiento crítico?  Lo que más he oído al respecto es que tenemos que desconfiar en las noticias que nos venden y verificar su veracidad. Se nos recomienda que nos obliguemos a buscar las fuentes o que nos procuremos todas las versiones y cotejarlas. Este consejo presupone que tenemos mucho tiempo libre para dedicarnos a una permanente verificación de lo que leemos o escuchamos. ¿Tenemos el tiempo y los medios para hacerlo?

Aparece luego el problema siguiente: ¿una vez hecha la verificación, qué interpretación darle a la noticia, cómo evaluarla, qué importancia tiene para nosotros? Muy sinceramente es en este momento de interpretación y de valoración en que en verdad debemos desplegar el pensamiento crítico.

Pensar críticamente presupone tener los conocimientos necesarios y pertinentes para formarnos un juicio, presupone poder conectar el hecho (la cosa) en cuestión con los otros elementos de la situación, colocarlo en el justo lugar que le corresponde en la realidad. No se trata de nada muy sencillo, no es como dice el dicho “soplar y hacer botellas”.

Manifiestamente nuestras escuelas y colegios no nos preparan para profesar nuestros propios criterios, ni cómo formarlos en toda independencia y autonomía. Los mismos maestros no fueron educados para ello, ni preparados para transmitirles a sus alumnos este tipo de ejercicio reflexivo.

Una tarea colectiva de los intelectuales, que están del lado de los humillados y ofendidos, es la formación de nuestros trabajadores, compartir con ellos los conocimientos, dirigirnos a ellos con aclaraciones pertinentes de la situación política, social y económica del país.

Por supuesto esto que propongo aquí no es muy sencillo. Sobre todo que las redes sociales y el tipo de comunicación que ellas instauran dificultan la propagación de la reflexión permanente y profunda. Hay muchos que proponen bajar el nivel de nuestro propio pensamiento, que debemos acortar el volumen de nuestros materiales, porque la gente se ha acostumbrado a ver videos y a leer textos cortos.

En realidad, si caemos en esa trampa, si nos dejamos avasallar por esos criterios, estamos ya de antemano perdiendo la batalla ideológica que pretendemos llevar adelante. Los ideólogos del campo adverso que se idearon estos instrumentos de comunicación y su modo fugaz y efímero de funcionar, esa manera de divagar nuestra atención, de no permitirle fijarse en un solo asunto, pretende explícitamente debilitar nuestra memoria, arruinar nuestra inteligencia. Estos instrumentos de lucha ideológica nos instigan a ir saltando de una cosa a otra sin parar mientes en ninguna.

Vuelvo al inicio de este escrito, el dictador nos proporciona a diario alguna mentira. Desmentirlo a diario es perder el tiempo y además el pinocho de CAPRES puede perfectamente cambiar una mentira por otra al día siguiente. Al mismo tiempo, es necesario criticar y analizar la política real del dictador. Los despidos son reales, la falta de medicinas en los hospitales es real, la represión y encarcelamiento de oponentes es real, la falta de inversión estatal en la agricultura, en la infraestructura general del país, el abandono de las escuelas en ruinas, todo esto es muy real.

El viernes pasado, en el programa televisivo “Encuentro con Julio Villagrán”, Evelyn Martínez proclamó algo muy cierto, el dictador “no tiene ideas, sino que ocurrencias”. Sin embargo, no se trata de ocurrencias ingenuas, sino que de ocurrencias de mucha perversidad que van destruyendo todo lo bueno que se pudo construir anteriormente.

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