Alma Vilches
@AlmaCoLatino
Con oraciones, cántico y ofreciendo penitencias, los feligreses pidieron a Dios en esta Semana Santa por el fin de la pandemia del COVID-19, lo que por segundo año consecutivo impidió en la parroquia El Calvario, de San Salvador, y el resto de templos en el centro histórico, el desarrollo de procesiones debido a la aglomeración de personas y ser un posible foco en la propagación del virus.
Elder Romero, diácono de la parroquia El Calvario, San Salvador, enfatizó que este templo histórico donde por años ha mantenido la devoción del Vía Crucis quiere ser un signo de esperanza en medio del miedo de la enfermedad y el sinsentido de la historia, mantenerse firme en la fe, pidiendo por quienes cargan sobre sus hombros los padecimientos del virus.
“La Iglesia como madre nos invita, si bien ahora no de manera masiva en las procesiones y expresiones públicas de fe, a recordar a nuestros padres, tener presente en nuestros corazones al mártir de El Calvario, al Dios que abre sus brazos en el madero de la cruz”, señaló Romero.
El Viernes Santo se recordó la muerte y crucifixión de Jesús en El Calvario, la Iglesia católica manda a sus fieles guardar ayuno y abstinencia de carne como penitencia, este día se rezó el vía crucis, esta costumbre viene desde finales del siglo V, cuando los cristianos en Jerusalén, se reunían por la mañana del Viernes Santo a venerar la cruz de Jesús, volvían a reunirse al empezar la tarde para escuchar la lectura de la Pasión.
Pese a que no se llevó a cabo la procesión del Santo Entierro por las calles del centro histórico, al interior del templo de El Calvario se recreó el texto bíblico que narra el descendimiento y el momento cuando el cuerpo de Jesús es colocado en un sepulcro. Los ministros y sacerdotes visten de rojo, el color de los mártires, ya que Jesús, es el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios ofrece.
Este es un día de duelo durante el cual se recuerda el sacrificio de Jesucristo en el Calvario para salvar del pecado a la humanidad y darle la vida eterna, por lo cual, en todos los templos del mundo no se celebra la Eucaristía y ningún sacramento, a excepción de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos. Al comienzo de los oficios de la pasión del Señor, los ministros se postran en el suelo ante el altar, como imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados.
Mientras tanto, el papa Francisco manifestó que el Viernes Santo se recuerda a los “crucificados de hoy”, entre ellos, a los “corderos inmolados” como las víctimas inocentes de las guerras, violencias cotidianas y de los abortos, porque en ellos está Jesús.
“Llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los descartados de este mundo; recordaremos a los corderos inmolados, víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de las violencias cotidianas, de los abortos. Delante de la imagen de Dios crucificado llevaremos, en la oración, los muchos, demasiados crucificados de hoy, que solo desde él pueden recibir el consuelo y el sentido de su sufrimiento”, afirmó el papa.