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“Nuevas Ideas” en El Salvador: un proyecto político electoral que se basa en la instrumentalización de la realidad

Hugo Fajardo Cuéllar *

En la historia de El Salvador, por primera vez, surge un proyecto político electoral nacido, aparentemente de la cabeza de un solo personaje, que en poco tiempo se convierte en  un proyecto que se posiciona en  el imaginario de mucha gente, lo cual se logra principalmente gracias a la profunda crisis de credibilidad en que caen los partidos políticos tradicionales y la fuerte inversión financiera en la publicidad de dicho proyecto a través de las redes sociales.

Nueva Ideas (NI) se llama dicho proyecto. Término supuestamente creado por la imaginación y astucia de un joven político llamado Nayib Armando Bukele y sus asesores, quien después de no tener ningún liderazgo en la política nacional, adquiere fama  y popularidad gracias a su desempeño como alcalde del FMLN, en las alcaldías de Nuevo Cuscatlán y de San Salvador, y ademas a la millonaria inversión en publicidad digital, que se incrementa a su llegada al poder del Estado como presidente de la república.

Son muchas las razones del porque se afirma en este artículo de que dicho proyecto tiene como base la instrumentalización de la realidad, es decir, la tergiversación de la realidad para el logro de objetivos políticos determinados, pero se destacan continuación los fundamentos sociológicos más relevantes que demuestran tal situación, en las tres dimensiones esenciales de la realidad social salvadoreña.

EN LA DIMENSIÓN  POLÍTICA:

La naturaleza política del proyecto Nuevas Ideas tiene como pilar esencial la demagogia sutil y la falsa concepción de democracia, puesto que se ha fundamentado en la idea de que ello son diferentes a los mismo de siempre, frase acuñada por el presidente Bukele para referirse a todos los políticos de los partidos tradicionales, y que solo el partido Nuevas Ideas representa los ideales democráticos del pueblo salvadoreño. Es decir, se ha fabricado en el imaginario colectivo la falsa idea de que la democracia solo radica en un proyecto político que no obstante llevó a la presidencia a su fundador, mediante elecciones democráticas, pero que en el ejercicio de la gobernabilidad no está siendo verdaderamente democrático.

El nepotismo y el compadrazgo que tradicionalmente han caracterizado al ejercicio del poder en los diferentes órganos del Estado, el cual ha sido fuertemente criticado por la cúpula de NI, también es otro fenómeno que sigue presente en la actual gestión de gobierno, de tal manera que se sigue tergiversando la realidad cuando se ataca a los partidos anteriores de haber cometido ese problema, cuando que dicho problema se sigue reproduciendo en la realidad. Muestra de ello es que algunos de los funcionarios del actual gobierno son familiares, amigos o compadres del presidente Bukele, con el agravante que algunos de ellos son señalados en las redes sociales por estar vinculados a actos de corrupción.

Según Torres Rivas, “Cuando se habla de democracia, hay que preguntarse de que tipo de democracia se está hablando”. Es decir que la democracia no existe en el aire y sin ningún adjetivo, porque esta se enmarca en un contexto y sistema político determinado. De ahí que la democracia de la que hablan los políticos salvadoreños, es (aunque ellos no lo digan) la democracia burguesa diseñada y administrada por el sistema capitalista dominante en nuestra sociedad. En tal sentido tanto los partidos tradicionales como el partido NI, hablan de una democracia burguesa en donde las reglas del juego ya están dadas por el mismo sistema electoral dominante y por las cúpulas de los partidos políticos; mientras que el pueblo votante solo es instrumentalizado para que vote el día de las elecciones, pero sin poder elegir a los verdaderos representantes del pueblo, ni poder incidir después en la toma de decisiones.

Esta situación se confirma con el fraude electoral que se fraguo en las elecciones virtuales internas de Nuevas Ideas, realizadas el 12 de julio de 2020, en las cuales (es un secreto a voces) se manipularon los resultados y se  asignó votos fraudulentos desde el centro de computo a los candidatos amigos y serviles a la cúpula partidaria del partido NI y se apartó a muchos de los candidatos mas votados, pero que no eran de la venia de dicha cúpula partidaria. Ante ese vergonzoso fraude, el presidente Bukele mantuvo silencio y muchos militantes fueron defraudados   por la cúpula de su partido.

EN LA DIMENSIÓN ECONÓMICA.

Si bien no existe una política económica claramente definida por el gobierno de Bukele, pero se puede afirmar que hasta el momento, la conducción de la economía nacional tiene como principio fundamental la continuidad de la política neoliberal, fundada en la subordinación del Estado ante el Mercado. Es decir, una economía en la cual las reglas de la actividad económica y productiva las sigue imponiendo la empresa privada y el gran capital, y el Estado solo juega un papel secundario  y subsidiario  en dicha dinámica.

Dentro de ese contexto la realidad económica en que viven las grandes mayorías de salvadoreños es ocultada y tergiversada por el discurso político gubernamental, cuando se afirma que en el gobierno de Nuevas ideas las condiciones de los salvadoreños van a mejorar, porque según las palabras del presidente Bukele: “El dinero alcanza cuando nadie se lo roba”. Pero a casi dos años de gestión del actual gobierno la realidad nos dice que mas allá de los efectos de la pandemia del COVID-19, la economía de las grandes mayorías ha empeorado. Según la encuesta realizada por la UCA, en la primera quincena de diciembre de  2020, el 35.3 % de la población afirma que la economía sigue siendo el principal problema del país.

La dinámica de la economía nacional, según la visión del actual gobierno, se enfoca en las millonarias inversiones en obras de infraestructura, como la modernización del Aeropuerto Internacional de El Salvador, la ampliación de carreteras y construcción de bypass, la construcción del Hospital El Salvador, para los pacientes del COVID-19, la continuación de la presa hidroeléctrica El Chaparral, entre otras obras. Eso es importante, pero no es suficiente para atacar de raíz los problema estructurales de país, que son básicamente: la delincuencia, el desempleo, los bajos salarios, la inseguridad y la pobreza en que viven la gran mayoría de la gente.

EN LA DIMENSIÓN SOCIAL.

No obstante la familias salvadoreñas han estado recibiendo las entregas de los paquetes alimenticios, y los estudiantes comenzaron a recibir  computadoras para las clases virtuales, a partir del 22-02-21, lo cual es un paliativo muy importante. El Salvador atraviesa por un momento histórico marcado no solo por la crisis social del COVID-19, sino también por la crisis política partidaria e institucional, en la cual los frágiles principios de la convivencia democrática se ponen en riesgo, debido a la profundización de la polarización política entre el partido de gobierno y los demás partidos tradicionales principalmente ARENA Y FMLN, y también por la creciente tensión  y enfrentamiento entre los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

En ese orden la población en general es presa de un sistemático bombardeo político ideológico, que proviene principalmente de los medios de comunicación y las redes sociales, el cual está marcado por la hegemonía publicitaria del gobierno, mediante la cual se está generando una creencia en las masas de un país de los buenos contra los malos, sobre la base de que todo lo hecho por los anteriores gobiernos es malo y que solo los actos del nuevo gobierno es lo bueno, a tal grado que se está generalizando un discurso de tipo autoritario y despótico del presidente y sus funcionarios, mediante expresiones peyorativas y ofensivas tales como: fuera los dipuratas, los mismo de siempre, los corruptos, la guerra y los Acuerdos de Paz fueron una farsa, entre otras expresiones, las cuales provocan una reacción de confrontación en la oposición.

En tal sentido, la sociedad salvadoreña atraviesa por un momento de tensión y polarización muy delicado, en el cual la violencia estructural y electoral en el marco de las elecciones del 28 de febrero del 2021, ponen en peligro  los escasos niveles de convivencia pacifica y democrática alcanzados con los acuerdos de paz. Sin embargo, aun es tiempo de  retomar el camino que conduzca a El Salvador por la senda del respeto mutuo entre los órganos del Estado y los diferentes partidos políticos, para crear un clima  de unidad en la diversidad en función de construir un país con mas justicia, equidad y tolerancia para consolidar la paz social que tanto necesitamos.

*Profesor en Ciencias Sociales, licenciado en Sociología, abogado y notario, máster en Derechos Humanos y Educación para la Paz, docente a tiempo completo de la Universidad de El Salvador, Facultad Multidisciplinaria de Occidente.

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